UN ESPÍA neófito
Ni el mismo José Bertrán podría haber vaticinado con argumentos en los inicios de los turbios años 30 que después de estudiar la carrera de abogado iba a dedicarse a montar un servicio secreto en el extranjero. Más bien, se habría visto a sí mismo haciendo una carrera política que consiguiera reconocimientos importantes para su querida Cataluña. Pero los acontecimiento lo cambiaron todo. Participó con Cambó en la fundación de la Lliga Regionalista Catalana, que defendía los valores de una política limpia sin corrupción y la potenciación de los valores especiales de la región como el idioma y la cultura propias. Pero era de derechas, católico y monárquico, valores opuestos a los que triunfaron en Cataluña y en el resto de España en los años 30. Tuvo que elegir y se inclinó por el bando franquista con la esperanza de que una vez ganada la guerra Cataluña conseguiría un reconocimiento a su propia idiosincrasia. Fue un jefe brillante del SIFNE, pero incluso antes de que concluyera la contienda se dio cuenta de que algunos de los motivos de su apuesta anti republicana nunca los vería cumplidos.