LUTTER
Cristián IV se retiró hacia Wolfenbuttel con sus 21.000 hombres, dándole alcance Tilly en Lutter con 24.497 soldados. El danés eligió una posición muy fuerte, detrás de un arroyo que estaba embarrado tras una tempestad, y protegido por un bosque que cubría sus flancos y retaguardia. A la vez, Cristián hizo volar todos los puentes, dejando sólo dos, uno en cada flanco, por donde forzosamente debía pasar Tilly si quería atacarle. Para defender esta posición situó su ejército en tres líneas de cuadros de infantería, con caballería en sus extremos. Sin embargo, aunque inteligente, Cristián IV era inexperto, de modo que cometió el error de nombrar sólo un comandante por cada línea (Fuchs, él mismo y el Rhingrave), no designando a mandos intermedios para el centro y alas de cada línea, de modo que cada mando sólo podría atender sólo un sector de su extensa formación y no al resto, que quedaría inmóvil. Por otro lado, el rey abandonó el frente poco antes de la batalla para atender un atasco que se estaba produciendo en su retaguardia con el tren de bagajes. Enfrente, Tilly envió dos destacamentos de incógnito (uno bajo Dufour), dando un rodeo, a flanquear la posición danesa precisamente en la zona donde los bosques supuestamente protegían a los protestantes, ya que también sería una pantalla visual para aquellos. Enfrente, lanzó sendas columnas para intentar cruzar cada puente, la derecha bajo Cromberg y la izquierda de Erwitte, y él quedó en el centro con Anholt, protegido por el arroyo, para atender a las vicisitudes de cada ala. Sin embargo, una vez los católicos cruzaron el arroyo, el contraataque de la primera línea de Fuchs, fue devastador. En la derecha los ligueros huyeron, pero fueron salvados por el cuadro de Gronsfeld, que aguantó junto al puente, no permitiendo el paso de los daneses. En el otro flanco fue aún peor, ya que los protestantes lograron cruzar el río. Sin embargo, Tilly marchó desde el centro contra ellos, y ya desordenados por su avance, los rechazó. Entonces aparecieron por los flancos y la retaguardia los destacamentos enviados por Tilly para envolver a su enemigo, cogiendo a los daneses por sorpresa al no tener mandos en sus alas. Además, estos, con una confianza excesiva en las últimas tendencias militares casi no contaban con piqueros, sino sólo tiradores. Sin embargo, las armas de fuego de la época tenían una cadencia de fuego muy limitada, apenas un disparo por minuto, y no podían sostenerse sin el apoyo de piqueros que sí abundaban entre los católicos. Así, el ejército protestante fue arrollado, sufriendo unas 10.000 bajas.