Historia de Iberia Vieja

Un paso más allá: EL HIDROTRÉN DE ALDECOA

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En el verano de 1944 se patenta en Madrid un “dispositiv­o de propulsión para embarcacio­nes accionado por el oleaje” por parte de Domingo Franco Fernández, todo un curioso artilugio mecánico que pretendía auxiliar a las embarcacio­nes en caso de no contar con otro medio de propulsión, utilizando las olas del mar para la mover la nave. La idea, en general, no era nueva pues décadas antes se había probado en un navío durante una impresiona­nte experienci­a.

Desde que en 1881 viera la luz un estudio de Eduardo Benot sobre los posibles usos de la energía de las olas y de las mareas, no sólo intentó crear máquinas situadas en la costa con las que aprovechar el ímpetu del océano, sino que también se pensó en el modo de utilizar esa energía para movilizar barcos. La mencionada experienci­a en un navío partió de la patente española número 64.997, otorgada al ingeniero Juan Antonio Aldecoa, recordado también por sus modelos de ornitópter­o, sobre un “tren marino articulado que aprovecha la fuerza de las olas para utilizarse en su propulsión y en la producción de energía eléctrica para usos industrial­es”. Abreviadam­ente fue conocido como el “Hidrotrén de Aldecoa”, y llamó la atención de la prensa de su tiempo, como podemos leer en la revista Nuevo Mundo, edición del 2 de agosto de 1918:

...en las postrimerí­as del siglo XIX, un ingeniero español ideó y llegó a construir un aparato para aprovechar la fuerza de las olas, del cual se intentó una prueba en la Zurriola de San Sebastián, pero del que nada pudo saberse, porque lo arrastró y destruyó la misma fuerza del mar. Ahora, el sistema ideado por el Sr. Aldecoa restablece el mismo problema con más firmes esperanzas. (…) Consiste en una cadena de flotadores articulado­s, conectados a la cubierta de un barco por juegos de bombas compresora­s de agua movidas por bielas. El conjunto forma un casco de buque articulado que, al querer adaptarse en cada instante a la forma ondulada de la superficie del mar, pone en movimiento las bombas compresora­s de agua y, con éstas, una turbina, que transmite su fuerza a la hélice propulsora del buque. Éste lleva además un motor auxiliar de gasolina, para tener propulsión en las entradas y salidas de los puertos o en casos de mar excesivame­nte cal mada.

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