El Báltico español
TRAS LA CONQUISTA DE BREDA, ESPAÑA DECIDIÓ VOLCARSE EN LA GUERRA NAVAL CONTRA HOLANDA, Y DIO A LUZ UN AMBICIOSO PROYECTO: LA CONSTRUCCIÓN DE UNA FLOTA HISPANO-IMPERIAL EN DANZIG, Y CON LA AYUDA DE POLONIA, CERRAR EL BÁLTICO A PROTESTANTES Y HOLANDESES Y ESTRANGULARLOS ECONÓMICAMENTE. LA ESTRATEGIA SERÍA UNA BRILLANTE SOLUCIÓN PARA LOGRAR EL TRIUNFO UNIVERSAL DE LOS HABSBURGO. SIN EMBARGO, AUNQUE MADRID LOGRÓ ARMAR LA ESCUADRA, LA APORTACIÓN ALIADA HUBO DE RETRASARSE UNA Y OTRA VEZ TRAS LA ENTRADA EN LA GUERRA DE LOS 30 AÑOS DE DINAMARCA. TRAS LAS VICTORIAS DE LUTTER Y DESSAU, EL NUEVO GENERALÍSIMO IMPERIAL WALLENSTEIN SE ENREDÓ EN EL ASEDIO DE STRALSUND, QUE ACABARÍA CON EL PROYECTO ESPAÑOL Y CON LA ENTRADA DE SUECIA EN LA GUERRA.
Todo comenzó con la entrada de España en la Guerra de los 30 Años, para ayudar a sus primos austríacos a aplastar las sucesivas revueltas protestantes surgidas en Alemania desde 1618. Sin embargo, España hubo de dejar a un lado a sus aliados desde 1621 ya que expiró la tregua con Holanda y los ibéricos hubieron de centrar sus esfuerzos contra ella. Por otro lado, los ejércitos supervivientes protestantes comenzaron a usar suelo holandés como refugio para sus operaciones en Alemania, luchando a veces contra los españoles y otras contra los católicos alemanes.
Viendo la ralea de estos mercenarios, los propios holandeses llegaron a expulsarlos de sus tierras. Así, Mansfeld, el hijo renegado de un comandante español, marchó a saquear Frisia en octubre de 1622, junto al Mar del Norte. Más al sur, otro ejército bajo el veinteañero psicópata Brunswick, obispo protestante de Halberstadt apodado El Loco, marchó a las tierras de su hermano el Duque de Brunswick-Wolfenbutte, en el centro-norte de Alemania, y en marzo de 1623 sumaba ya 15.000 soldados. La reacción católica no se hizo esperar y el Círculo Imperial de Baja Sajonia reclutó 10.000 imperiales para defenderse, bajo Brunswick-Lünebourg, luterano pero aliado del Emperador, que quedó vigilando a Brunswick, al norte. A la vez, desde el sur, el Ejército de la Liga Católica, formado por soldados bávaros y de los territorios eclesiásticos alemanes recibió instrucciones de Maximiliano de Baviera, director de la Liga, de atacar al Loco. Lo dirigía T’serclaes von Tilly, uno de los mejores comandantes de la Guerra de los Treinta Años, formado por España en el Ejército de Flandes, y él mismo valón, y por tanto súbdito español, hecho olvidado por muchos autores anglosajones. El viejo Tilly era una especie de monje-guerrero, sabio, honrado, conocido como el último cruzado, y tan humilde que apuntaba el mérito de todas sus victorias, que fueron muchas, a sus subordinados. A día de hoy todavía es recordado en Munich, donde cuenta con una estatua en la Odeonsplatz.
Tilly aplastó a Brunswick en Stadtlohn (ver pieza) y luego cayó sobre Mansfeld.
LA REACCIÓN CATÓLICA NO SE HIZO ESPERAR Y EL CÍRCULO IMPERIAL DE BAJA SAJONIA RECLUTÓ 10.000 IMPERIALES PARA DEFENDERSE
Éste con 12.000 mercenarios seguía en Frisia, junto a Holanda, donde lo arrinconó Tilly. Anholt quedó allí bloqueándole, hasta que al fin el 11 de marzo de 1624 Mansfeld licenció a su ejército y huyó a Inglaterra. El único foco que quedaba de oposición a los Habsburgo (aparte de Holanda), era el Príncipe protestante de Transilvania, Bethlen Gabor, que con apoyo del Imperio Otomano, del cual era súbdito, invadió la actual Eslovaquia (parte entonces de Austria), en las antípodas del frente el 14 de agosto de 1623, tomando Trnava. Luego Gabor dividió su ejército oficialmente de 60.000 soldados (aunque probablemente eran la mitad de esta cifra) en dos cuerpos, enviando uno al norte a amenazar Olmutz, en la actual Chequia, y otro a Pressburgo, la actual Bratislava, al este de Viena. Contra el primero sólo había un pequeño cuerpo Habsburgo de 9.000 hombres bajo Montenegro. Este se atrincheró en Gotven y rechazó todos los asaltos de Gabor. Contra los segundos se lanzó Tilly a marchas forzadas desde el norte de Alemania, de modo que cuando los transilvanos fueron informados levantaron el campo el 20 de noviembre, siendo perseguidos por la guarnición austríaca de Neuhausel bajo Esterhazy. A la vez, los Otomanos les retiraron su apoyo, de modo que Gabor se vió obligado a firmar la Paz de Viena el 8 de mayo de 1624.
LA GUERRA DANESA
En 1624 Tilly marchó al noroeste a apoyar por fin a España para el proyectado asedio de Breda contra los holandeses, pero a la vez se gestó una nueva coalición contra los Habsburgo españoles y austríacos. Inglaterra, humillada tras la negativa de España de aceptar un matrimonio con el Príncipe de Gales, organizó una coalición contra España en la que ya estaban Holanda y Francia (aunque esta última tímidamente, limitándose al teatro italiano) y a la que acabaría por unirse Dinamarca. Las razones de la entrada en guerra de los daneses eran un tanto absurdas. De hecho, al rey Cristián IV le interesaba mantenerse neutral o incluso aliado de Madrid por motivos económicos. La península Ibérica era muy dependiente del trigo y las maderas para construcción naval, procedentes del Báltico, que paradójicamente eran suministradas por convoyes fletados por su enemigo, Holanda. El Conde-Duque de Olivares, viendo que las acciones terrestres producían escasos efectos, se decidió a enfocar sus esfuerzos en la guerra naval contra Holanda para
EN ESE AÑO MILAGROSO PARA ESPAÑA DE 1625, FRANCIA FUE DERROTADA EN ITALIA Y SALIÓ DE LA GUERRA Y HOLANDA PERDIÓ BRASIL Y BREDA
hundirla económicamente, estableciendo un bloqueo comercial contra ella a través del Almirantazgo de Sevilla, creado en octubre. Gracias a él, los buques daneses y hanseáticos pasaron a sustituir a Holanda en este comercio, muy lucrativo. Pero ahora, Cristián IV, tentado para dirigir la coalición protestantes lo echaría todo a perder.
Dinamarca tenía unos ingresos insuficientes para una operación de esta envergadura: unos 500.000 ducados anuales, esto es, la mitad que Inglaterra. Sin embargo, el rey contaba además con una fortuna personal de un millón y medio de ducados, el equivalente a los ingresos de la América española. Estas cantidades serían completadas por Holanda, Francia e Inglaterra, que aportaron otro medio millón al año entre todas (en todo caso menos de la cuarta parte de lo prometido). Sin embargo, Dinamarca no entraría en la guerra sola, ya que tenía una gran influencia en el norte de Alemania a través de diferentes parientes. Así, se le unieron los obispados de Verden, Bremen y Minden, varios ducados de Schleswig-Holstein, Hamburgo, Brunswick-Wolfenbuttel, Hesse-Cassel y un pequeño ejército mercenario de Ernesto de Sajonia-Weimar, con 4.000 jinetes. En una maniobra brillante logró además que el Círculo Imperial de la Baja Sajonia le nombrara su nuevo capitán, aportándole otros 13.900 soldados (aunque finalmente llegó la mitad) ya en mayo de 1625.
A ellos se uniría un ejército de 12.000 ingleses de Mansfeld que desembarcó en Holanda, y otros 2.000 jinetes franceses bajo El Loco que desde Calais también iría a los Países Bajos. Además, el Elector de Brandemburgo invitó a los holandeses a proteger una parte separada de sus territorios situada en el bajo Rhin, el Ducado de Mark, hacia donde avanzaron contingentes bátavos. Para contrarrestar este ataque que amenazaba Flandes por el flanco, Tilly también ocupó parte del Ducado con 12.000 soldados.
LLEGA WALLENSTEIN
Sin embargo, la coalición comenzó con mal pie: en ese año milagroso para España de 1625, Francia fue derrotada en Italia en mayo y salió de la guerra, y Holanda perdió
Brasil y Breda, de modo que los mercenarios protestantes huyeron a Alemania a unirse a los daneses. Mansfeld logró refugiarse en Bremen, en la costa. Tilly avanzó al norte tras él para crear una barrera defensiva en el Weser y proteger la católica Westfalia frente a la pro-danesa Baja Sajonia. El intento de Cristián IV de forzar el Weser con 30.000 protestantes fracasó en parte debido a que sufrió una caída grave durante el asedio de Hameln el 17 de agosto y se retiró. Tilly, reducido a sólo 10.000 soldados, hábilmente sorprendió a un cuerpo aislado de 3.000 daneses bajo Sajonia-Altenburg en Rossling en octubre, lo aniquiló, y amenazó Hanovre. Cuando Cristián IV volvió ya era tarde, ya que había hecho su aparición un nuevo ejército imperial bajo Albrecht von Wallenstein de 22.000 soldados. Era el comienzo de la impresionante carrera del bohemio, empresario más que militar, que ofreció al emperador, siempre falto de dinero, levantar a su costa un ejército a cambio de que le diera la gestión de varios impuestos imperiales. De este modo, Wallenstein fue nombrado comandante en jefe en junio, partiendo con sus tropas al noroeste desde Eger, amenazando al danés en su flanco oriental, que no se atrevió por ello a aplastar a Tilly.
En 1626, viendo Mansfeld el cerco que se preparaba sobre ellos decidió escapar, y con 7.000 soldados intentó romper el bloqueo imperial y marchar al sudeste a sublevar a los protestantes de las tierras austríacas. Sin embargo, al llegar al Elba se encontró con que no podía pasar el puente de Dessau, defendido por Aldringer. Mansfeld inició los asaltos, pero entonces llegó Wallenstein con 15.000 imperiales para reforzarle. Tras perder 5.000 hombres, Mansfeld logró pasar a duras penas marchando hacia Silesia, en la actual Polonia occidental, aunque logró llevarse tras él a Wallenstein, aligerando la presión sobre Cristián IV.
Mientras, en el oeste, Cristián contaba con 30-40.000 soldados, la mitad en su ejército principal y el resto en varios cuerpos menores que en primavera se dedicaron a saquear a los aliados del imperio. Dos de ellos bajo Sajonia-Weimar y Brunswick-Wolfenbuttel saquearon Westfalia, al oeste; otro bajo el Loco arrasó Brunswick-Lunebourg, al norte (aunque falleció de sus excesos al poco tiempo); y otro bajo Solms avanzó en auxilio de Cassel, al sur. Cristian, desde Bremen, avanzó también a proteger Wolfenbuttel. Entonces Tilly envió a Anholt con apenas 4.000 soldados a cubrir este frente mientras él se
CUANDO CRISTIÁN IV VOLVIÓ, YA ERA TARDE: HABÍA HECHO SU APARICIÓN UN NUEVO EJÉRCITO IMPERIAL BAJO VON WALLENSTEIN DE 22.000 SOLDADOS
desvió al sur con 10.000 soldados y rindió a los 4.000 protestantes de Cassel en junio. Antes de que Cristian reaccionara regresó, siendo reforzado por otros 4.400 imperiales de Dufour (probablemente otro valón, y por tanto, español) prestados por Aldringer. Con ellos Tilly destrozaría a los daneses en Lutter (ver recuadro). Las consecuencias de la derrota fueron espectaculares: casi todos sus aliados alemanes abandonaron a Cristián IV, que se refugió en Hamburgo, todavía fiel, donde se le juntó otro cuerpo de 6.000 daneses mandado por su hijo.
DINAMARCA INVADIDA
Sin embargo, la lucha continuaba en el sudeste de Alemania. Mansfeld, en Silesia, actual Polonia, fue reforzado por Sajonia-Weimar, y sumando ya 16.000 protestantes intentó tomar Breslau (Wroclaw), siendo rechazado. Seguido por Wallenstein, que sumaba ya 32.000 imperiales en agosto, Mansfeld huyó para intentar unirse a Gabor de Transilvania, que con 45.000 soldados (más probablemente la mitad) había vuelto a invadir Hungría. El mercenario logró unirse al transilvano en Kaschau (Kosice), en la actual Eslovaquia, pero este firmó la paz de Nikolsburg en diciembre. Mansfeld acabaría muriendo en Bosnia, y sus tropas escaparon para volver a Silesia.
En 1627 se dio la puntilla al rey de Dinamarca. Su ejército de Silesia de 14.000 daneses ahora bajo Mitzlaff fue arrollado en julio por 40.000 imperiales de Wallenstein que avanzaron contra ellos desde el sur. En su huida hacia el norte fueron cortados por otros 13.000 imperiales de Lünebourg, que habían penetrado en Brandemburgo. Rodeados, Wallenstein los aniquiló cerca de Berlín. A continuación, el imperial avanzó hasta el norte de Alemania a preparar la invasión de Dinamarca en septiembre. El rey de Dinamarca contaba con sólo 29.000 soldados divididos en tres cuerpos, con Thurn al oeste, Cristián en el centro, y Baden-Durlach al este, siguiendo el Elba. Contra ellos avanzarían, de izquierda a derecha, cuatro cuerpos de Tilly, Wallenstein, Schlick y Lünebourg,
TRAS LA DERROTA, CASI TODOS SUS ALIADOS ALEMANES ABANDONARON A CRISTIÁN IV, QUE SE REFUGIÓ EN LA FIEL HAMBURGO
unos 70.000 católicos. Tilly rechazó a Thurn al noroeste de Hamburgo, mientras Wallenstein lo rodeaba y proseguía su marcha. En el otro extremo de la línea, al este, los 8.000 soldados bajo Baden quedaron aislados del resto al ser empujados por Lünebourg. Baden embarcó en Wismar, en el Báltico, pero al intentar volver al continente más hacia el oeste, entre Kiel y Lübeck, fue atacado y destruido por Schlick. Este continuó su avance y ocupó toda Jutlandia en octubre. A la vez, Tilly dio media vuelta y empezó a ocupar metódicamente la Baja Sajonia, rindiendo Wolfenbuttel en diciembre, defendida por Solms con 2.000 protestantes. Mecklemburgo le fue ofrecida a Wallenstein como premio por la conquista y para sufragar sus gastos de guerra, de modo que el Ducado fue también ocupado. Así, los católicos habían conquistado toda Alemania hasta el Báltico, y a los protestantes sólo les quedaba Copenhague y un insignificante puerto en Stralsund, en Mecklemburgo. El triunfo de los Habsburgo era total, y es cuando surgió la gran oportunidad para España.
¿EL BÁLTICO ESPAÑOL?
Un par de años antes, en 1626, la católica Polonia contactó con el embajador español en el Imperio, el Marqués de Aytona, para ofrecerle una alianza contra la protestante Suecia con la que estaba en guerra: Segismundo III ofreció a España los puertos de Danzig, Putzig y Konigsberg para basar allí la Flota de Dunkerque, con la que Madrid podría acabar con los convoys holandeses arruinando a Amsterdam, así como acabar de conquistar Copenhague e invadir Suecia. Los puertos polacos estaban demasiado alejados, pero con la conquista imperial de Mecklemburgo, la costa de Alemania sería una buena base intermedia para el despliegue de la flota española. El plan era grandioso, con el exótico resultado de España poniendo una pica ni más ni menos que en el Báltico. Y algunos autores, sin conocer este proyecto, todavía hablan de decadencia de España desde finales del XVI…
EL TRIUNFO DE LOS HABSBURGO ERA TOTAL. FUE CUANDO SURGIÓ LA GRAN OPORTUNIDAD PARA ESPAÑA
Felipe IV convocó una Junta de Estado que aprobó el plan, aunque matizando que en lugar de llevar a la Escuadra de Dunkerque, que dejaría Flandes indefensa, se formaría una nueva flota allí con ayuda polaca, de las ciudades Hanseáticas y del Imperio. Para ello recibieron instrucciones los embajadores españoles Auchy, en Polonia, y De Roy, en Lübeck. Sin embargo, en seguida comenzaron las dificultades: Polonia sólo contaba con dos navíos que superasen las 300 toneladas, y Lübeck no aportaría su flota al menos hasta que los imperiales, bajo Arnim, no conquistasen la última ciudad protestante en Alemania: la insignificante Stralsund. Este puerto, aislado del continente por una lengua de tierra, era casi inexpugnable a menos que se contase con una armada para bloquearlo, pero ésta, a día de hoy, todavía no existía. Olivares entonces ordenó a la Flota de Dunkerque zarpar en primavera para forzar el Sund y penetrar en el Báltico, y 200.000 escudos fueron enviados para crear la nueva flota española, proyectada en 36 navíos. En abril, Auchy ya contaba con cinco barcos polacos, y Roy, en julio, con otros seis hanseáticos.
STRALSUND
Sin embargo, Arnim, que inició el asedio en mayo de 1628, fracasó ante los continuos refuerzos daneses que recibió Stralsund por mar. Con estas noticias la Junta del Báltico, en Madrid, canceló el ataque de la flota de Dunkerque, pero aun así se libraron otros 600.000 escudos para equipar al resto de la flota del Báltico. En julio llegó Wallenstein con 20.000
LA BRUTAL OFENSIVA SUECA SORPRENDIÓ A LOS BARCOS ESPAÑOLES EN PUERTO ANTES DE ESTAR LISTOS, QUEDANDO TODOS APRESADOS POR GUSTAVO ADOLFO
soldados a impulsar el asedio, pero sus dos asaltos fracasaron, y tras varios meses perdió 12.000 soldados. A la vez, Cristián IV envió 8.000 daneses de refuerzo a Stralsund, y desde la isla de Copenhague empezó a usar su flota hábilmente para recuperar el terreno perdido. Así, llegó a atacar Lübeck siendo rechazado, y en septiembre logró desembarcar con unos 6.000 daneses en Wolgast. Wallenstein levantó el asedio y cayó sobre Cristián, destrozándolo y obligándole a reembarcarse. Mientras, Tilly se concentraba en tomar la desembocadura del Elba, que había vuelto a caer en manos danesas tras varios desembarcos, ocupando Stade y Krempe, defendidas por 2.000 daneses cada una. Sin embargo, a finales de 1628, Cristián IV había logrado levantar otros 20.000 soldados, y envió 6.000 de ellos bajo el inglés Morgan desde Gluckstadt, en el Elba, a Schleswig, capturando a 5.000 imperiales que fueron sorprendidos en Nordstran. Desde allí marchó al sur contra Holstein. Ante estos éxitos, finalmente el Emperador aceptó la Paz de Lübeck con Dinamarca, por la que este devolvía todas sus posesiones a Copenhague, aunque los daneses a su vez entregaban las tierras de la Iglesia secularizadas en Alemania.
Cristián IV respiró aliviado cuando salió del atolladero en que se había metido y que casi acabó con su reino, pero hubo de ceder su puesto a una joven y pujante Suecia, que bajo el formidable Gustavo Adolfo pasaría a dirigir la coalición protestante. De hecho, esta guerra supuso el fin de Dinamarca como gran potencia. En cuanto a Suecia, su primera de cabeza de puente para reconquistar toda Alemania y dar la vuelta a la guerra sería precisamente… Stralsund. Mientras, Segismundo, falto de dinero, había empezado ya a vender parte de su flota desinteresándose del proyecto y negociando la paz con Suecia, por lo que Olivares finalmente ordenó a Roy que zarpara con la flota de Wismar de vuelta a España. Ni siquiera esto fue posible: la brutal ofensiva sueca sorprendió a los barcos españoles en puerto antes de estar listos, quedando todos apresados por Gustavo Adolfo. Así terminó, en pesadilla, el sueño del Báltico español.