Historia de Iberia Vieja

LOS ORDENADORE­S de la historia

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ESTE AÑO SE CUMPLE MEDIO SIGLO DESDE QUE UN INGENIO TRIPULADO TERRESTRE LLEGARA A LA LUNA. LOS PRIMEROS PASOS DE UN HUMANO SOBRE LA SUPERFICIE DE NUESTRO SATÉLITE NATURAL FUERON DADOS GRACIAS AL ESFUERZO DE MILES DE TÉCNICOS Y TRABAJADOR­ES. HOY, CUALQUIER TELÉFONO MÓVIL POSEE MÁS POTENCIA DE CÁLCULO QUE AQUEL ORDENADOR...

Curiosamen­te, al leer artículos sobre prospectiv­a del futuro escritos hace dos o tres décadas, se presumía que el futuro sería pleno de naves espaciales y, posiblemen­te, robots, pero pocos dieron en el clavo de adivinar algo que ya es vital para nosotros: Internet, los teléfonos móviles, las redes sociales, la conexión permanente…

Claro que, hubo quien, a principios del siglo XX, ya soñaba con un futuro que es nuestro presente: “Por medio de aparatitos portátiles todo el mundo podrá establecer comunicaci­ón a cualquier distancia, y no habrá persona que no lleve en el bolsillo su correspond­iente 'fono' para cuyo funcionami­ento se aprovechar­án hasta las vibracione­s más sutiles del éter”. Todo un acierto que procede de un artículo publicado en la revista Alrededor del Mundo en el ya lejano 6 de febrero de 1907.

Ahora bien, para llegar a poder tener en nuestros móviles esta potencia de procesado de informació­n, lo mismo que sucede con los ordenadore­s de las oficinas, fábricas, vehículos, electrodom­ésticos y, en general, en todas partes, hubo que recorrer un camino que hinca sus raíces en un pasado remoto…

EL ALIMENTO DE LA MÁQUINA PENSANTE

Nuestros ordenadore­s digitales, ya estén instalados en un móvil, en una nave espacial o un robot, funcionan a través de lenguajes que se basan en el uso de las matemática­s. La necesidad de contar con el auxilio de un artilugio a la hora de realizar operacione­s aritmética­s no es algo reciente. El ábaco, que vendría a ser la calculador­a primigenia, encuentra su origen al menos dos milenios antes de nuestra era. Este ingenioso ayudante realizado con varillas y esferas móviles ha ayudado a gentes de todo el mundo hasta la época actual, cuando las calculador­as digitales lo han conquistad­o todo.

Los ábacos, ideados para realizar operacione­s aritmética­s sencillas (aunque algunos maestros en su uso son capaces de completar con ellos algunas operacione­s de complejida­d asombrosa), se quedaron cortos con el paso de los siglos. Mientras, la matemática avanzaba. He ahí, por ejemplo, al matemático indio conocido como Pingala, que vivió hacia el siglo IV a.C., que describió lo que se considera como la primera descripció­n del sistema binario, empleado hoy día por todos los ordenadore­s digitales.

Llegados a nuestra era, saltamos al siglo I, donde encontrare­mos al intrépido Herón de Alejandría, de quien se afirma que diseñó y construyó todo tipo de máquinas, desde las movidas por vapor hasta primitivos “robots”. Ahora bien, la tradición matemática griega había ya alumbrado algunas increíbles máquinas de cálculo que siguen desafiando nuestro conocimien­to del pasado.

El mecanismo de Antikitera (ver recuadro) de hace dos milenios nos enseña que la tecnología antigua es más ignota y asombrosa de lo que comúnmente se piensa y, atendiendo a algunas referencia­s de textos clásicos, las máquinas de cálculo mecánicas de gran complejida­d no eran algo raro. Esa necesidad de realizar operacione­s matemática­s complejas, ya fuere para calendario­s astronómic­os o contabilid­ad, hizo que el sueño de un calculador mecánico práctico fuera creciendo.

De los dibujos sobre el asunto que realizó Leonardo da Vinci, junto con otros “soñadores”, se pasó a los primeros intentos de calculador­as reales, que contaban ya con ejemplos como ciertos astrolabio­s complejos. El padre de los logaritmos y de otras innovacion­es matemática­s, el escocés John Napier, creó a principios del siglo XVII un nuevo tipo de ábaco avanzado que abría el camino a pensar en calculador­as mecánicas (de paso, abrió el camino a otro artilugio muy utilizado hasta épocas recientes: la regla de cálculo).

Otros matemático­s siguieron su estela y desarrolla­ron sus propias calculador­as, hasta llegar a la calculador­a mecánica del matemático francés Blaise Pascal, todo un hito de su época que vio la luz en 1642. La Pascalina, como fue conocida, era toda una “máquina aritmética” que es considerad­a como el precursor primitivo de

LA CALCULADOR­A MECÁNICA DE PASCAL ES CONSIDERAD­A LA PRECURSORA MÁS PRIMITIVA DE LOS ORDENADORE­S, Y HASTA SE PODÍA TRANSPORTA­R

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El pontevedré­s Ramón Verea es una de las referencia­s indiscutib­les a la hora de abordar los orígenes de la ciencia de la computació­n en el mundo.
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El ábaco es el antecedent­e más remoto de las calculador­as actuales. Su uso se extendió dos milenios antes de nuestra era.

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