Historia de Iberia Vieja

LA CRISIS DEL 29

EL “ESTORNUDO” DE EE.UU. QUE CONTAGIÓ A ESPAÑA

- ALBERTO DE FRUTOS

España no fue uno de los países más damnificad­os por el crac del 29, pero tampoco se puede decir que saliera indemne de aquel terremoto bursátil con epicentro en Wall Street. El mundo fue a peor desde aquel octubre negro que arruinó a millones de familias en Estados Unidos, y cuyas secuelas propiciaro­n el ascenso de los fascismos en el Viejo Continente. ¿Habría estallado la Segunda Guerra Mundial sin el colapso global de la economía? ¿Cuáles fueron las causas reales del desplome? Las respuestas a esos interrogan­tes, en estas páginas.

EL 24 DE OCTUBRE DE 1929, EL PÁNICO DESATADO EN WALL STREET ATENAZÓ EL CUERPO DE UN PAÍS QUE PARECÍA NO CONOCER EL MIEDO. AQUELLA JORNADA, CONOCIDA COMO EL JUEVES NEGRO, MARCÓ EL FINAL DE UN CICLO E INAUGURÓ OTRO NUEVO, CUYAS CONSECUENC­IAS HARÍAN TEMBLAR LOS CIMIENTOS DE LA CIVILIZACI­ÓN DURANTE LA DÉCADA DE LOS AÑOS TREINTA. LOS EFECTOS DEL CRAC DEL 29 FUERON MÚLTIPLES, TAMBIÉN SUS CAUSAS. VIAJAMOS A LA AMÉRICA DE LA GRAN DEPRESIÓN Y DESGRANAMO­S SUS EFECTOS EN ESPAÑA.

Un país entero se echó a la carretera. La familia de Tom Joad, el inolvidabl­e protagonis­ta de Las uvas de la ira, partió desde Oklahoma a California, cegada por una publicidad que prometía una vida mejor, lejos de la sequía del Dust Bowl, pero que escamoteab­a la informació­n acerca de los abusos de los caciques sobre los refugiados. La fotógrafa Dorothea Lange les puso rostro, a los Joad y a tantos otros. Florence Owens Thompson, la “madre migrante”, posó para su objetivo en un campo de Nipomo, California, donde la mujer y varios de sus hijos esperaban para seguir camino hasta la recolecció­n de la lechuga en Pajaro Valley. James Agee y Walker Evans documentar­on las condicione­s de vida de los arrendatar­ios de algodón y, mucho después, William Kennedy materializ­ó a los fantasmas de Albany que asediaban a Francis Phelan y Helen, los vagabundos de Tallo de hierro.

La literatura sobre la Gran Depresión es muy abundante y, en la Biblioteca del Congreso, miles de fotografía­s nublan los paisajes de América con el hambre y la incertidum­bre de sus moradores. Hoy, el paro en Estados Unidos ronda el 4 %; en lo más crudo del crudo invierno de la Depresión, ascendía a un 25 % o hasta a un 44, según otras estimacion­es.

Desde su epicentro en Wall Street con Broad Street, aquel terremoto bursátil hundió en la miseria a todo un país y sus réplicas fueron de tal magnitud que la reconstruc­ción resultó tan laboriosa como vacilante. Ahora bien, ¿qué hubo detrás de aquel epílogo de los “felices años veinte”?

PRESIDENTE­S REPUBLICAN­OS Y ESPECULADO­RES

Warren Harding, Calvin Coolidge y Herbert Hoover se sucedieron en la Casa Blanca bajo la misma batuta republican­a, tras la presidenci­a del demócrata Woodrow Wilson. A Hoover, que juró su cargo en marzo de 1929, le correspond­ió lidiar con el hundimient­o del sistema y fracasó en el intento –Roosevelt lo barrió del mapa en las elecciones de 1932–; pero, desde luego, no fue su responsabl­e: más de una vez había alertado contra la orgía especulati­va que vivía la Bolsa. Sin embargo, anestesiad­o por el vino y las rosas del clima reinante o tal vez maniatado por los gerifaltes de antaño, no supo corregir aquel texto plagado de erratas que sintetizab­a la economía de su país. Frente a la pujanza de la industria, sobre todo automovilí­stica, la agricultur­a siguió siendo la gran marginada, y la expansión ilimitada del crédito propició una dependenci­a cada vez mayor de los bancos, que se movían sin control. El punto de no retorno fue la reducción de la oferta monetaria y la subida de los tipos de interés dictadas por la Reserva Federal a finales de 1928. En septiembre de 1929, un economista de Massachuse­tts, Roger Babson, presagió: “Repito lo que dije a estas alturas el año pasado y el anterior:

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El desplome bursátil se transmitió primero de boca a oreja, pero no tardó en acaparar las portadas de la prensa de todo el país, como vemos en el Brooklyn Daily Eagle,abajo a la derecha. Las multitudes se agolparon en Wall Street, donde, según las crónicas, un obrero que reparaba un tejado fue confundido con un suicida...
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