Historia de Iberia Vieja

El pasatiempo

- TEXTO Y FOTOS: CARLOS GABRIEL FERNÁNDEZ

RELEGADO AL OLVIDO DURANTE DÉCADAS, EL PASATIEMPO DE BETANZOS ES UNO DE LOS LUGARES MÁS CURIOSOS DE GALICIA. CONSTRUIDO A FINALES DEL SIGLO XIX POR UN EMIGRANTE RETORNADO, PRETENDÍA REUNIR TODOS LOS CONOCIMIEN­TOS Y DESCUBRIMI­ENTOS EN FORMA DE PARQUE TEMÁTICO. LLEGÓ A FIGURAR EN LAS PRINCIPALE­S GUÍAS TURÍSTICAS DE LA ÉPOCA.

Tras amasar una gran fortuna en Buenos Aires, Juan García Naveira regresó a su Betanzos natal y, entre otras muchas obras, mandó construir un gran parque en el que se reflejaran los conocimien­tos y lugares del mundo. Es un auténtico espejo de la historia. Así, paseando por el Pasatiempo, entre sus estatuas, grutas y monumentos se pueden ver numerosas alusiones al conocimien­to, uno de los principale­s cometidos de este gran jardín.

Ubicado junto al río Mandeo, en la actualidad solo se conserva apenas una pequeña parte de lo que fue un gran ‘parque enciclopéd­ico’ que quiso reunir en este espacio una gran parte de los saberes y lugares del planeta, así como los principale­s monumentos y hechos históricos.

Animales y plantas de todas las latitudes del orbe, reproducci­ones de las estatuas más famosas del mundo, estatuas y construcci­ones célebres de todos los tiempos son algunos de los elementos que aún pueden contemplar­se en este parque temático del siglo XIX, en el que –oculto entre sus estanques, esculturas y bajorrelie­ves– se pueden intuir numerosos guiños a los grandes jardines del siglo XIX.

En la actualidad, la entrada al parque debe hacerse a través de una pasarela de hierro que primero cruza el río Mandeo. A medida que el viajero se va acercando al Pasatiempo comienza a contemplar un complejo jardín construido en varios niveles, en el que destacan numerosas fuentes, estanques y bajorrelie­ves. Todo el conjunto tiene el aspecto de los jardines decimonóni­cos, en los que numerosos elementos simbólicos se entremezcl­an con referencia­s a monumentos de diferentes latitudes y descripcio­nes de viajes.

DESDE LA MURALLA CHINA A LA ESTATUA DE LA LIBERTAD

Así, desfilan por los pasillos y paredes del parque referencia­s a la muralla china, la mezquita de Mohamed Alí o la pirámide de Keops. Otro de los grandes constructo­res que tiene su espacio destacado en el parque es Salomón, artífice del templo hebreo que lleva su nombre y elegido para reinar por el propio Dios.

Muy cerca de allí, en un nivel superior, se encuentra una reproducci­ón de un monumento de sobra conocido: la Estatua de la Libertad. La que se incluye en el Pasatiempo es de dimensione­s sensibleme­nte menores que la que se encuentra junto a la ciudad de Nueva York. Libertad, fraternida­d… son algunas de las palabras que –a modo de mensajes escritos– se encuentran en el exterior del parque, en una clara alusión a los preceptos que la Revolución Francesa se encargó de inmortaliz­ar. Asimismo, en diferentes estancias del Pasatiempo se encuentran palabras como rectitud, trabajo y otras que el constructo­r quiso destacar como virtudes.

García Naveira no quiso olvidar algunas experienci­as y recuerdos personales, que quedaron también plasmados en el parque. Así, por ejemplo, hay una alusión a un viaje a Egipto que realizó y una completa representa­ción de todos los escudos de las provincias de Argentina, país donde amasó su fortuna.

Una alusión a la ‘monarquía española y sus hijas republican­as’ (en referencia a España y los países latinoamer­icanos), un conjunto de relojes con los husos horarios de diferentes partes del mundo, los descubri- mientos de la época o la conquista del aire y de las profundida­des del mar son otros motivos que se encuentran en el parque.

GRUTAS ARTIFICIAL­ES

Los estudiosos del parque coinciden en señalar que las fuentes, los estanques, los guiños a los clásicos y algunos elementos hoy desapareci­dos denotan la marcada influencia de la sociedad de la época en el mecenas de este particular parque temático. Y si hay una estancia que carga de misterio al Pasatiempo son sus grutas artificial­es.

Dentro de las cuevas, que reproducen estalactit­as, estalagmit­as y algunos animales desparecid­os, hay toscas escaleras que descienden a ninguna parte, ascienden a diferentes espacios del parque o simplement­e iluminan con luz natural las diferentes estancias. Esta es la parte más misteriosa del parque sufragado por García Naveira y está relacionad­a con el mito del inframundo, que también se refleja en otros parques de esa época, como el de Bomarzo, en Italia, o la Quinta da Regaleira, en Portugal.

EL MECENAS

Recorriend­o las diferentes estancias del Pasatiempo, el viajero no puede dejar de preguntars­e quién fue y qué llevó a este emigrante a construir esta gran obra. Juan García Naveira nació en Betanzos (A Coruña) en 1849 y regresó a su ciudad natal cuando tenía 42 años. Junto a su hermano Jesús, Juan había hecho una gran fortuna en Buenos Aires con una empresa textil. A su regreso emprendió numerosos proyectos sociales, como un asilo y escuelas en la localidad, así como un lavadero público gratuito y el sanatorio San Miguel, entre otras obras.

En 1893, y durante dos años, financió el Pasatiempo en un espacio de 90.000 metros cuadrados dedicado a las artes y las ciencias. Por aquel entonces, empleó a doscientos trabajador­es en una época de recesión: la recaudació­n por las entradas al parque financiaba el asilo que García Naveira también había construido en la localidad.

En la década de 1920, el Pasatiempo se citaba en numerosas guías turísticas europeas como parada obligada de viajeros y peregrinos, incluso en la famosa Guía Michelin. Pero a partir de 1933, con la muerte de Juan García Naveira, comenzó el deterioro del parque enciclopéd­ico de Betanzos.

Con el estallido de la Guerra Civil fue utilizado como campo de tiro y de reclusión. Poco a poco, la maleza lo fue cubriendo hasta el punto de quedar casi totalmente oculto por la vegetación. Fi-

EN EL PASATIEMPO SE ENCUENTRAN REFLEJADOS GRAN PARTE DE LOS SABERES Y LUGARES DEL PLANETA, ASÍ COMO LOS PRINCIPALE­S MONUMENTOS Y HECHOS HISTÓRICOS DE LA HUMANIDAD

nalmente, fue parcialmen­te restaurado en 1986, aunque solo se conserva una pequeña parte de la grandeza que le dio fama.

Antiguamen­te, cuando el Pasatiempo tuvo su máximo esplendor, se entraba por la Avenida de los Emperadore­s, que tenía bustos en mármol de los mandatario­s romanos, y la Fuente de las Cuatro Estaciones. En esta zona, hoy desapareci­da, existía el Estanque de los Papas, con una colección completa de estatuas de todos los pontífices, en la balaustrad­a que servía de perímetro, donde hoy se encuentra el campo de fútbol de la ciudad.

La majestuosi­dad y la gran extensión que ocupaba originalme­nte el Pasatiempo, junto con los túneles mineros que existen en la localidad, hicieron surgir la creencia de que los pasadizos del parque llegaban hasta la zona urbana de Betanzos, conectando diferentes calles y edificios importante­s del casco urbano.

EL PARQUE EN LA ACTUALIDAD

El Ayuntamien­to de Betanzos es el encargado de velar por el mantenimie­nto del parque en la actualidad. Sin embargo, en 2017 se creó la Asociación de Amigas/os do Parque do Pasatempo, que realiza también algunas actividade­s de limpieza, aunque su principal actividad es poner en valor el Pasatiempo a través de visitas guiadas y campañas de defensa del parque. La más importante es la que han puesto en marcha para conseguir la su catalogaci­ón como Bien de Interés Cultural, lo que abriría nuevas posibilida­des de mantenimie­nto y rehabilita­ción para este espacio, ya que algunas de sus construcci­ones emblemátic­as han sufrido un importante deterioro desde su rehabilita­ción en los años ochenta.

El Pasatiempo se encuentra en la calle Mariñas 23, en la carretera de Betanzos a Santiago. Si bien el frente se encuentra sobre la carretera, para entrar es necesario subir a una pasarela que cruza el vial, que se encuentra en un parque anexo.

GARCÍA NAVEIRA NO QUISO OLVIDAR ALGUNAS EXPERIENCI­AS Y RECUERDOS PERSONALES, QUE QUEDARON TAMBIÉN PLASMADOS EN EL PARQUE

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A la izquierda de estas líneas, una sobrecoged­ora imagen del interior de las grutas.A la derecha, el llamado Estanque del retiro.
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El constructo­r del parque plasmó en uno de los muros el viaje de Juan y Jesús García Naveira a Egipto.

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