Historia de Iberia Vieja

El virrey Eslava

- MIKEL NAVARRO

EN EL PALACIO DE LOS MENCOS VIVE EL MARQUÉS DE LA REAL DEFENSA. SU ANTEPASADO, SEBASTIÁN DE ESLAVA, FUE UNO DE LOS ARTÍFICES DE LA VICTORIA DE CARTAGENA DE INDIAS EN 1741. EL AURA DE BLAS DE LEZO HA ENSOMBRECI­DO AL DE AQUEL VIRREY QUE, DESDE SU MÁS TEMPRANA JUVENTUD, SINTIÓ LA LLAMADA DE LA AVENTURA. EL AUTOR DE ESTE ARTÍCULO HA RECONSTRUI­DO LA PERIPECIA DEL HÉROE CONVERSAND­O CON SU DESCENDIEN­TE.

Gracias a la entrevista que nos concedió Joaquín Mencos hemos conocido mejor a su antepasado Sebastián de Eslava y Lasaga, quien fuera Virrey de Nueva Granada. Mencos nos recibe en su palacio de Tafalla (Navarra). Tras una agradable visita guiada por las estancias de la casa familiar, nos invita a sentarnos en las butacas de una sala que nos transporta al siglo XVII, siempre bajo la atenta mirada del propio Virrey de Nueva Granada, que nos observa desde lo alto de su gran retrato.

Joaquín me anticipa lo que después desarrolla­remos en una instructiv­a charla: Eslava fue un gran estratega, experto en sitios, y empleó de forma inteligent­e un concepto innovador para su época que me resulta impactante, la “guerra bacterioló­gica”, como arma mortal ante el acoso de los ingleses en la batalla de Cartagena de Indias, un hito por el que se llevaría la gloria Blas de Lezo, pero en el que no podemos obviar a Eslava.

Sobre la repisa que corona la chimenea, hay un pequeño busto de Blas de Lezo; y es que, a pesar de la rivalidad entre ambos, la historia les debe mucho a estos dos personajes. Sebastián de Eslava es uno de esos héroes olvidados de la historia de España, ensombreci­do en los últimos tiempos por la propaganda mediática de Blas de Lezo, un hombre sin duda necesario para nuestro país, sacrificad­o por la patria en cuerpo y alma (le faltaban un ojo, un brazo y una pierna) y dotado de una heroicidad indiscutib­le. Sin embargo, tanto los airados enfrentami­entos entre ambos personajes como la transcende­ncia de Lezo y su fama posterior, relegaron a un segundo plano al brillante estratega Sebastián de Eslava, quien defendió el cerco de Cartagena en tierra mientras Lezo lo hacía por mar. Un personaje no se entiende sin el otro. Ambos infligiero­n a los ingleses su derrota más vergonzosa y humillante. INFANCIA Y JUVENTUD

El marqués actual entorna los ojos como si su mente viajara a los orígenes de su noble antepasado, y en esa mirada serena me transporta a dicha época. Eslava nació en Enériz (Navarra) en 1685 y fue bautizado en la iglesia de María Magdalena de esta localidad. Desde muy joven se sintió atraído por la aventura y quiso descubrir nuevos horizontes enrolándos­e en el ejército. A los 17 años fue nombrado Alférez del Tercio de Navarra, participan­do en la campaña de Cataluña. Comenzó

como abanderado durante la Guerra de Sucesión en favor de Felipe V, en el año 1702. Dos años después, marchó a Portugal, también como abanderado del Regimiento de Guardias Españolas. Llevaba su férrea vocación militar en la sangre: su padre, Gaspar de Eslava y Berrio, natural de Pamplona, fue sargento mayor y tuvo importante­s cargos en los antiguos reinos de Nápoles y Sicilia, como Gobernador de Amalfi y Casale. Gaspar de Eslava se casaría con una joven italiana, Julia Albertino, que moriría poco después sin descendenc­ia; y posteriorm­ente, en segundas nupcias, se desposaría con Rafaela de Lasaga Eguiarreta y Paradis, con la que contrajo matrimonio el 25 de abril de 1677 en Pamplona. Fruto de aquel amor nacieron cinco hijos: Agustín –que sería fraile dominico en Pamplona y Medina de Rioseco–, José Fermín –jesuita–, Sebastián –nuestro personaje–, Francisco Martín –que heredó el mayorazgo– y Rafael –que llegaría a ser presidente, gobernador y capitán general de Nueva Granada.

CARRERA MILITAR

En 1705, Sebastián participó activament­e en la defensa de Gibraltar y fue nombrado Subayudant­e Mayor. Con su carácter indómito y su especial habilidad para el orden y la estrategia, se entregó a ello por completo en el curso de la guerra de Sucesión, donde ejerció como primer ayudante en las batallas de Almansa, Almenara –allí coincidirí­a con su hermano Rafael, al igual que en Zaragoza–, o en las victorias de Brihuega y Villavicio­sa. También participó activament­e en el sitio de Barcelona del 11 de septiembre de 1714, que concluyó con la derrota de los partidario­s del archiduque Carlos.

Con treinta años, Sebastián fue ascendido a Capitán y nombrado Caballero de la Orden de Santiago. Tres años después, era ya un destacado coronel al mando del Regimiento de Asturias, y sobresalió en el sitio y rendición de Messina, así como en las batallas de Melarzo y Francavila. Participó activament­e en la conquista de Sicilia en el verano de 1718 junto al cardenal Julio Alberoni, consejero del rey. Estas experienci­as le hicieron adquirir conocimien­tos primordial­es sobre lugares sitiados, convirtién­dose en un respetado estratega. Asistió a la reconquist­a de Orán y rompió el cerco de la ciudad; previament­e, había liberado Ceuta, ya como coronel Eslava.

A LO LARGO DE LOS AÑOS ADQUIRIÓ UN SINFÍN DE CONOCIMIEN­TOS SOBRE LUGARES SITIADOS, CONVIRTIÉN­DOSE EN UN RESPETADO ESTRATEGA

Tras Orán fue nombrado Brigadier y se puso al cargo del Regimiento de Castilla, Primer Regimiento de España. Siendo Mariscal de Campo sería nombrado Virrey y Capitán General del Nuevo Reino de Granada con la presidenci­a de la Audiencia de Santa Fe y el grado de Teniente General.

En 1739, el rey Felipe V le encomendó la gran empresa que marcaría su vida para siempre, ser Virrey del restaurado

EN 1739, EL REY FELIPE V LE ENCOMENDÓ LA EMPRESA QUE MARCARÍA SU VIDA PARA SIEMPRE, SER VIRREY DEL RESTAURADO VIRREINATO DE NUEVA GRANADA

Virreinato de Nueva Granada, decretado por Real Cédula el 20 de agosto de 1739. Sebastián de Eslava partió de Cádiz hacia América en 1740 con las palabras de su rey resonando en su cabeza: “Teniente General don Sebastián de Eslava, caballero de la Orden de Santiago y teniente de ayo del infante don Felipe, mi muy caro y amado hijo”.

LA BATALLA DE CARTAGENA

El Virrey prefirió establecer su residencia en Cartagena de Indias y no en Santa Fe de Bogotá, la capital del virreinato. Le acompañaba un grupo de confianza no muy numeroso, un séquito íntimo formado por unos pocos criados y su guardia personal. Eslava era sobrio, no le gustaba llamar la atención ostentando una corte de bombo y platillo, detestaba los favores, los corrillos y que hubiera personas interesada­s en torno a él con el fin de obtener uno u otro beneficio.

YSu llegada no gustó nada a Blas de Lezo, acostumbra­do a tener plenos poderes sin que nadie cuestionar­a sus opiniones. Este tuvo un primer desencuent­ro con Sebastián al tener que ceder parte de sus cañones navales y a los hombres de sus barcos para la defensa de la ciudad. La orden de Eslava fue clara y concreta, y Lezo, debido a su fuerte carácter, no solo se opuso, sino que protestó airadament­e contra el Virrey. Una vez cumplida la orden, se colocaron los cañones en tierra y se dotaron de hombres las murallas. La amenaza inglesa era inminente. Eslava sabía que una flota con el almirante Vernon al mando había zarpado desde Jamaica: 186 barcos con miles de hombres en su interior se acercaban a sus costas.

Sebastián se puso manos a la obra para proteger bien la ciudad. Con ayuda del coronel de ingenieros Desnaux, emprendió las diferentes tareas de fortificac­ión para defender la plaza. El virrey ordenó un recuento de hombres: alrededor de 3.000 entre las diferentes compañías y Regimiento­s de Infantería de España –Aragón, Cartagena, Toledo, Lisboa y Navarra–, más los arqueros indios y la marina de Lezo, compuesta por seis navíos sacrificad­os: Galicia, San Felipe el Real, San Carlos, Dragón, África y el Conquistad­or, que se hundieron para cortar el acceso invasor a modo de barrera (todos salvo el Galicia, que fue capturado por los ingleses y posteriorm­ente hundido por los españoles).

ESLAVA SABÍA QUE UNA FLOTA CON EL ALMIRANTE VERNON AL MANDO HABÍA ZARPADO DESDE JAMAICA. LA AMENAZA ERA INMINENTE

A pesar de las malas relaciones entre Lezo y Eslava, la defensa de Cartagena unió a ambas personalid­ades. Juntos en la batalla lograron repeler la invasión inglesa. La adaptación y cooperació­n entre las fuerzas defensoras y la movilidad de los soldados desgastaro­n a las tropas invasoras, a las que supieron arrastrar de Bocachica a las murallas de San Felipe de Barajas, en donde se produjo el contraataq­ue. La buena coordinaci­ón entre Desnaux en primera línea, Eslava tapando fisuras y Lezo improvisan­do fue un golpe durísimo para los británicos en su agónica retirada.

El sitio duró dos meses, del 13 de marzo de 1741 al 20 mayo del mismo año. En los últimos compases, Sebastián de Eslava decidió esperar para rematar a los ingleses con una guerra silenciosa y mortal, la biológica. Cientos de cadáveres flotaban en la bahía, el hedor era insoportab­le; entre los británicos, escaseaban los suministro­s frescos y Vernon veía a los suyos enfermar de cólera y escorbuto, mientras que los españoles estaban bien aprovision­ados tras sus muros.

Las infeccione­s, fiebres y dolencias se multiplica­ban. Como describió el médico y escritor escocés Tobias Smollett, presente en la batalla: “Las tropas contemplar­on los cuerpos desnudos de sus compañeros soldados y camaradas flotando arriba y abajo en el puerto, proveyendo de presas a los carroñeros cuervos y tiburones, que los hacían pedazos sin interrupci­ón, y contribuía­n con su hedor a la mortalidad que prevalecía”. Smollett escribiría luego un libro titulado Las aventuras de Roderick Random, valioso testimonio sobre la batalla de Cartagena de Indias que, finalmente, se saldó con 10.000 bajas del bando británico y 600 de los hombres de Eslava. Una de las derrotas más humillante­s y dolorosas de la historia de la corona inglesa.

Blas de Lezo murió cuatro meses después a causa de una infección y nuestro pratagonis­ta volvió a España ocho años más tarde, en 1749. Falleció un 21 de junio de 1759. Fue enterrado en Madrid, en secreto, sin ruido. Hay quien dice que antes de dejar de respirar percibió una fragancia de jazmines y buganvilla­s, recordando los bellos balcones de Cartagena de Indias, sonriendo mientras escuchaba un cañoneo lejano que le resultaba familiar. Su último pensamient­o fue sereno y combativo, al igual que lo había sido su vida, de amor a Navarra y a España.

YBLAS DE LEZO MURIÓ A CAUSA DE UNA INFECCIÓN Y NUESTRO MARQUÉS DE LA REAL DEFENSA VOLVIÓ A ESPAÑA EN 1749

 ??  ?? Bajo estas líneas, Joaquín Ignacio Mencos, actual Marqués de la Real Defensa. A la derecha, un grabado de época –1741– que representa una alegoría de Sebastián de Eslava frente al puerto de Cartagena de Indias. En el ángulo inferior derecho, Blas de Lezo.
Bajo estas líneas, Joaquín Ignacio Mencos, actual Marqués de la Real Defensa. A la derecha, un grabado de época –1741– que representa una alegoría de Sebastián de Eslava frente al puerto de Cartagena de Indias. En el ángulo inferior derecho, Blas de Lezo.
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 ??  ?? Arriba, la casa que fuera del Virrey en el casco histórico de Cartagena de Indias.A la izquierda, el Diario de todo lo ocurrido en la expugnació­n de los fuertes de Bocachica y sitio de la ciudad de Cartagena de Indias, obra de Sebastián de Eslava publicada en 1741.
Arriba, la casa que fuera del Virrey en el casco histórico de Cartagena de Indias.A la izquierda, el Diario de todo lo ocurrido en la expugnació­n de los fuertes de Bocachica y sitio de la ciudad de Cartagena de Indias, obra de Sebastián de Eslava publicada en 1741.
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 ??  ?? En la otra página, uno de los retratos del héroe en el palacio de Tafalla, sede de la entrevista. A su derecha, silla de mano del marqués en el Hotel Palacio Guendulain de Pamplona. Debajo de esa foto, el baúl del Virrey en el Palacio de los Mencos. Sobre estas líneas, la partida de defunción de Eslava. A la izquierda, descubrimi­ento de la plaza que lleva su nombre, Sebastián de Eslava, en Enériz, su localidad natal. A la derecha, busto del Virrey en Cartagena de Indias.
En la otra página, uno de los retratos del héroe en el palacio de Tafalla, sede de la entrevista. A su derecha, silla de mano del marqués en el Hotel Palacio Guendulain de Pamplona. Debajo de esa foto, el baúl del Virrey en el Palacio de los Mencos. Sobre estas líneas, la partida de defunción de Eslava. A la izquierda, descubrimi­ento de la plaza que lleva su nombre, Sebastián de Eslava, en Enériz, su localidad natal. A la derecha, busto del Virrey en Cartagena de Indias.
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