ME HAGO PASAR POR ETARRA ANTE LA PRENSA BELGA
En 1979 había unos apartahoteles al lado de los Nuevos Ministerios, en una plazoleta que había bajando la calle de Ríos Rosas, en Madrid, y ahí organizamos una campaña que jamás se había desarrollado en España.
Fernando Dueñas, jefe del Área de Antiterrorismo, me informó de que iba a ser una cosa nuestra, y yo siempre he pensado que fue así. Me dijo: "Que no se entere nadie, que nos van a meter un palo".
Montamos una escenificación simulando que yo era un etarra arrepentido, y Fernando llamó a la televisión belga y a otros medios como un agente de los servicios secretos españoles que les pasaba una exclusiva.
Delante de una pared pusimos una bandera de Euskadi enorme y yo me coloqué a un lado con traje negro y capucha negra, hablando en euskera y en español. Me hicieron una entrevista en la que queríamos hacer ver que ETA se entrenaba en campos belgas gracias a los apoyos con que contaban en ese país, una realidad que conocíamos perfectamente, pero que nadie se atrevía a denunciar. Nadie tomaba cartas en el asunto, ni siquiera el propio Gobierno español. El reportaje tuvo mucha repercusión en Bélgica.
Se armó un follón impresionante. Nuestro Gobierno pidió explicaciones al belga, que no sabía por dónde salir. A raíz de eso, el Ejecutivo belga empezó a tomar posturas diferentes y se acabó el rollo que tenían allí los etarras para hacer lo que quisieran en sus campos de entrenamiento.