Vikingos, el ejército furioso de Wotan
ANTROPÓLOGOS Y ETNÓGRAFOS SUCUMBEN AL ENCANTO DE UNA DE LAS LEYENDAS MÁS EXTENDIDAS EN EUROPA, E INCLUSO EN GRAN PARTE DEL MUNDO. SE TRATA DE LA TROPA DE ODÍN, TAMBIÉN CONOCIDA COMO "EL EJÉRCITO FURIOSO DE WOTAN", UN MITO DE ORIGEN VIKINGO A TRAVÉS DEL CUAL PODEMOS COMPRENDER LAS CREENCIAS DE AQUELLOS TEMIBLES GUERREROS DEL NORTE…
Odín, también llamado Wotan, era la principal deidad de la mitología nórdica, rey de la sabiduría, la guerra y la muerte. Todavía hoy, su ejército de muertos cabalga por los bosques de la vieja Europa en forma de leyenda. Las fuentes documentales de la Edad Media extienden el fenómeno por todo el continente otorgándole diferentes nombres y variaciones: Las Huestes, la Compañía de los Muertos, el Ejército del Diablo, el Fuego de Odín, la Cacería Salvaje, el Ejército Antiguo, la Santa Compaña, etc. En algunos lugares, todavía persiste un temor de cariz cultural ante la idea de encontrarse con la furia de estos espectros, a veces andantes, a veces ecuestres, que iban encapuchados, alumbrados a duras penas por la luz de una vela, acompañados en algunas ocasiones de una corte de lobos negros que aullaban hasta el espanto.
EL DIOS SUPREMO
El origen histórico de la leyenda del ejército furioso de Wotan debe mucho a la mitología nórdica. Odín (Wotan) era la principal divinidad del panteón de religiones de la vieja Europa del norte. Este dios residía en Asgard, en el palacio de Valaskjàlf, una gran morada hecha de pura plata, desde la cual, además, se podía contemplar todo el vasto universo. También tenía otro trono en Hlioskjàlf, desde donde podía ver todo lo que pasaba en los nueve mundos. Esta deidad soberana y guerrera de los pueblos del norte, de los antiguos germanos, los vikingos, los sajones, era el dios supremo de los mitos nórdicos. Su carácter am- bivalente y voluble le hacía ser impredecible y temido, pues la misma raíz etimológica de su nombre, Odín, venía a designar una palabra de significado inequívoco: “furor”. Los poetas, reyes, guerreros y magos le rendían pleitesía, conscientes de que su generosidad estaba hartamente salpicada por la furia. Era un dios tuerto, de aspecto siniestro, que siempre aparecía representado con un solo ojo, y un sombrero o capucha oscura, acompañado de dos cuervos, llamados Hugin y Munnin, que simbolizaban la encarnación de la memoria y el pensamiento.
Ya el historiador Tácito dejó constancia de la adoración de los germanos a Wotan. Como Odín era con-
EL ORIGEN DE LA LEYENDA DEL EJÉRCITO FURIOSO DEBE MUCHO A LA MITOLOGÍA NÓRDICA. WOTAN ERA LA PRINCIPAL DIVINIDAD DEL PANTEÓN DE EUROPA DEL NORTE
siderado el antepasado de los reyes, recibía a todos los monarcas tras su muerte en su morada, aunque quizá su mayor virtud en el sistema de creencias de la época, era su poder para sumir a sus fieles seguidores en una especie de trance antes de cada batalla, de forma que les hacía inmunes al dolor y al miedo. Tal vez ese era el secreto de la ferocidad de las gentes del norte, tan temidas que incluso en cualquier iglesia de Northumbria se podían leer inscripciones con oraciones relativas al miedo que inspiraban, tales como esta: A furore normannorum libera nos, Domine (De la furia de los hombres del norte líbranos, Señor).
Odín tenía una curiosa lanza llamada Gungnir, palabra que etimológicamente venía a designar un violento temblor, y que sacudía de forma vibrante y rotunda a todo aquel que era golpeado por ella. Se la habían fabricado los hijos de Ivald, que eran enanos. Siempre que Odín se lanzaba a la batalla, lo hacía ataviado con su caso de oro, su brillante armadura y su lanza Gungnir, cabalgando a lomos de su corcel de ocho patas, el mítico Sleipnir, un caballo que según la mitología escandinava era de color gris, y a veces era montado para llegar al reino de la muerte. Este
SIEMPRE QUE ODÍN SE LANZABA A LA BATALLA, LO HACÍA ATAVIADO CON SU CASO DE ORO, SU BRILLANTE ARMADURA Y SU LANZA GUNGNIR
SU CORCEL ERA MUY VELOZ MERCED A OCHO PATAS QUE SIMBOLIZABAN LOS OCHO VIENTOS QUE SOPLABAN DE LOS PUNTOS CARDINALES
extraño rocín era capaz de correr velozmente de un extremo al otro del horizonte, y sus ocho patas simbolizaban los ocho vientos que soplaban desde sus respectivos puntos cardinales. Curiosamente, además, este caballo tenía unas runas grabadas entre sus dientes.
LAS TEMIBLES VALQUIRIAS
Las hijas de Odín eran las famosas valquirias, encargadas de recoger a los guerreros heroicos caídos en la batalla. Entonces, estas deidades femeninas les llevaban a Valhalla, el salón de los muertos, ya convertidos en espíritus. Así debía ser, puesto que Odín precisaba hacerse con una tropa de guerreros que luchasen junto a su lado en la batalla del fin del
mundo, un contienda que sería librada entre dioses, y que supondría la destrucción del universo. El privilegio de ser elegido para formar parte del ejército de Odín era tan grande que en las sociedades vikingas, se consideraba un honor poder morir en la batalla, y este era sin duda el destino más admirable que un hombre podía alcanzar. Las valquirias vivían en su morada de Vingólf, situada junto al salón de los muertos. Su lugar de residencia tenía quinientas cuarenta puertas por donde entraban los héroes caídos. Las valquirias les curaban y deleitaban con sus múltiples encantos, prodigando sus bellezas y virtudes, y sirviéndoles hidromiel. Pero su labor iba más allá, pues ellas eran las que salían cabalgando en las batallas para elegir quién debía morir. Gobernaban así las matanzas, asignando muertes y victorias, porque así lo mandaban Odín. De hecho, el nombre “valquiria” significa “la que elige a los caídos en la batalla”. Hoy en día, los expertos opinan que las valquirias originarias eran sacerdotisas de Odín que oficiaban sacrificios rituales en el que los prisioneros eran ejecutados como ofrenda al dios, y que éste se los llevase. Poco a poco este ritual habría ido incorporándose a la leyenda que hablaba sobre espíritus de doncellas guerreras que tomaban parte activa en las guerras y decidían quién moría y quién vivía.
Odín sabía cuál iba a ser su destino en la batalla del fin del mundo, una especie de Armaggedon en el que guiaría a los dioses y a los hombres en la contienda contra las fuerzas del caos, y acabaría
ODÍN SABÍA CUÁL IBA A SER SU DESTINO EN LA BATALLA DEL FIN DEL MUNDO, UNA ESPECIE DE ARMAGGEDON EN EL QUE GUIARÍA A LOS DIOSES Y A LOS HOMBRES
siendo asesinado y devorado por el lobo feroz Fenir, que pagaría su voracidad a manos de Vidar, uno de los hijos de Odín, quien a su vez le desgarraría las fauces y le pisaría la garganta con el pie. Fenrir no era un lobo cualquiera, sino un lobo monstruoso de gran estirpe. Cuando nació, solo era un cachorrillo indefenso, pero al crecer se convirtió en un animal salvaje imposible de controlar, de modo que los dioses fallaron hasta en dos ocasiones en su intento de darle caza. Sin embargo, un día los enanos fabricaron una cuerda irrompible con la que atarlo por toda la eternidad. Trataron de engañarlo diciéndole a Fenris que se dejara atar por aquella cuerda, a ver si era capaz de desasirse tan fácilmente como siempre lo había hecho con las cadenas las anteriores veces. Fenris, desconfiado, solo accedió a someterse a la prueba a condición de que uno de los dioses le pusiera la mano en la boca mientras él se sometía. El único que tuvo agallas de hacerlo fue Tyr, el dios con cuernos. Cuando Fenris se dio cuenta de que no podía soltarse y de que le habían tendido una trampa, no dudó en
morder la mano derecha de Tyr, despedazándola. Desde entonces, según la leyenda, Fenris permanece encadenado, por miedo a que se cumpla la profecía que, por otro lado, según la mitología, sabían que se cumpliría, porque el día de la batalla final, romperá sus cadenas milenarias. Será el día en que el fuego y las aguas subterráneas invadan las tierra.
HIDROMIEL: LA BEBIDA MÁGICA DE ODÍN
Otras curiosidades relativas al mito de Odín, nos hablan de que tenía la capacidad de cambiar su aspecto a voluntad, como Zeus, y que muchas veces adoptaba la forma de un águila. Además, siendo como era el dios de los magos y los poetas, decían que solo hablaba en verso, y que era él quien concedía el don de la inspiración y las virtudes poéticas a aquel a quien quería. Muy relacionado con los poetas, estaba una bebida llamada hidromiel, que según la mitología nórdica, era el único alimento de Odín. Ya habíamos mencionado que los caídos en la batalla que las valquirias se llevaban al salón de los muertos, se pasaban la eternidad bebiendo hidromiel. Esta bebida
era extremadamente importante para los vikingos. A veces, le añadían algunas sustancias psicodélicas, como cornezuelo de centeno, con un alto contenido en ácido lisérgico, bien conocido por ser la base del LSD, una droga sintética alucinógena.
La tradición decía que los matrimonios debían beber hidromiel durante el periodo de lunación, porque esto incrementaba las probabilidades de tener un hijo varón, algo muy apreciado en algunas sociedades guerreras en las que únicamente los miembros de sexo masculino entraban a guerrear. La cuestión es que la costumbre que en la actualidad conocemos como “luna de miel”, proviene de esta tradición. Ni qué decir tiene que el hidromiel fue una de las bebidas alcohólicas más consumidas por nuestros ancestros desde los tiempos de la prehistoria, aunque su popularidad cayó en desuso cuando las vides se convirtieron en las auténticas protagonistas de gran parte del paisaje de cultivos de Europa.
El origen del hidromiel en los mitos nórdicos era del todo escabroso. Contaban que tras la guerra entre los Ases y los Vanes, firmaron la paz escupiendo al mismo tiempo en uns tinaja, que posteriormente se llevaron los Ases para modelar a Kvasir, el más sabio de los hombres, y es que Kvasir fue creado así, a partir de la saliva de todos los dioses. La cuestión es que Kvasir viajó por todo el mundo mostrando su sabiduría hasta que un día le mataron los enanos a traición, vertiendo su sangre en una tinaja en la que después echaron miel, y fue así como crearon el hidromiel.
LOS VIKINGOS AÑADÍAN AL HIDROMIEL ALGUNAS SUSTANCIAS PSICODÉLICAS CON UN ALTO CONTENIDO EN ÁCIDO LISÉRGICO, LA BASE DEL LSD