Una rehabilitación postmortem: DE HEREJE A SANTA
› Veinticinco años después de su condena, el rey Carlos VII, quién sabe si devorado por los remordimientos, pero seguramente guiado por
el interés político, presionó al papa Nicolás V para que reabriera aquel juicio inquisitorial lleno de incongruencias, correcciones del propio Cauchon que inducían al recelo, y datos falsos.
Un escribano oficial que había sido designado por el propio obispo para redactar las actas, confesó que había varios secretarios escondidos tras unas cortinas, en una sala contigua, borrando y agregando datos al antojo y conveniencia de Cauchon. La familia de Juana también reunió pruebas para reabrir el proceso. El papa Nicolás V no vio oportuno revisar el proceso inquisitorial en aquellos momentos. La tensión entre ingleses y franceses debido a los recientes acontecimientos todavía era palpable, y prefería no hacer nada que pudiera avivar las llamas. En 1456 el nuevo papa Calixto III asumía el mando de la iglesia y pedía que se reabriera el proceso, algo que su antecesor no se había atrevido a hacer.
Aquel año, declararon herejes a los jueces que la habían condenado, y absolvieron a la doncella guerrera de todas las acusaciones. La rehabilitación fue plena. En 1909 el papa Pío la beatificó; y en 1920 Benedicto XV la declaró santa. Ese mismo año, los franceses la declararon santa patrona de su nación.