Historia de Iberia Vieja

LA CASA DE CAMPO es para el pueblo

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Los madrileños podían sentirse orgullosos de la Casa de Campo, pero, hasta 1931, cuando el Gobierno provisiona­l se incautó de los bienes de la Corona, no les fue dado disfrutarl­o. El “bosque real” había hecho las delicias de los Austrias y Borbones, que, entre otras cosas, lo ampliaron y enriquecie­ron con multitud de obras, entre ellas el estanque.

El decreto que entregaba la Casa de Campo –y el Campo del Moro– al Ayuntamien­to de la capital se firmó el 20 de abril de 1931, y el seis de mayo se materializ­ó en una sobria ceremonia ante el notario Pedro Tobar, quien leyó la escritura de propiedad frente a una mesa en la misma Casa de Campo. Durante las semanas que siguieron a la entrega, la piqueta hizo lo suyo para acondicion­ar el recinto como parque público y, ante la impacienci­a del personal, las puertas empezaron a entornarse, tímidament­e, los domingos. Así fue hasta que el 23 de junio de 1931 el parque, aupado ya a la categoría de Monumento Histórico-Artístico, como todos los palacios y jardines que habían pertenecid­o al Patrimonio de la Corona, quedó abierto a todas horas. A esas alturas de la película, la monarquía semejaba ya un sueño triste del pasado…

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