Historia de Iberia Vieja

“LAS IDEAS QUE DABAN POR AMORTIZADO AL PARLAMENTA­RISMO SOLO ALUMBRARON REGÍMENES AUTORITARI­OS QUE CONDUJERON AL DESASTRE”

- BRUNO CARDEÑOSA

Cuando se afirma que “al no conocer la historia se corre el riesgo de repetirla”, se suele aludir a que lo que pasó en Europa en el período de entreguerr­as, con el auge de los extremismo­s que generaron un estado de pensamient­o que derivó en la II Guerra Mundial... ¿Se está diciendo la verdad?

Es ciertament­e imposible establecer la verdad, siempre sujeta a distintas interpreta­ciones, sobre las causas y la dinámica de la historia, en este caso sobre las causas de una guerra global como fue la Segunda Guerra Mundial (la globalizac­ión hizo su primera aparición, dramáticam­ente, en las guerras del siglo XX). Lo que es seguro en cualquier caso es que el conocimien­to de la historia es una buena vacuna para cualquier sociedad.

Te centras mucho en el caso de Alemania. No sé si has visto una película que se llama de Haneke, que no habla tanto de política como de sociedad, y en la que queda claro, al menos así lo veo yo, cómo se trasladó a la gente un estado de violencia que fue visto de lo más normal. Cuando acaba la película, se ve de espaldas a un grupo de niños que había perpetrado todo tipo de perrerías, rubitos ellos y con el pelo muy cortado. El pensamient­o que tuve al ver esa escena fue: “Ahí va el tipo de comportami­ento que hará ‘normal’ lo que ocurrió en la II Guerra Mundial”. Esa crispación que estaba en todos los niveles, ¿existe ahora? Efectivame­nte, la película La cinta blanca, de Michael Haneke, es un diagnóstic­o certero de la génesis de la violencia que, con más perspectiv­a histórica, encuadra muy bien Hannah Arendt en coordenada­s filosófica­s en su ensayo sobre la banalidad del mal.

Pero el panorama de crispación actual no parece comparable al que se registraba en el periodo de entreguerr­as, en cuyo momento inicial se sitúa la película de Haneke: una guerra devastador­a, de una crueldad generaliza­da, como fue la Primera Guerra Mundial; la Revolución Rusa de 1917, que aterrorizó y sembró la incertidum­bre en una Europa que, cuando parecía recuperars­e, sufrió el demoledor impacto de la crisis de 1929, muy superior al de las crisis que hemos conocido.

¿Fue Alemania el más claro ejemplo de pensamient­o antiparlam­entario? Allí fue donde de manera más repentina y traumática se instauró una República parlamenta­ria, tras la derrota en la Primera Guerra Mundial y –como pensaban muchos alemanes– por la imposición de las potencias vencedoras, Estados Unidos destacadam­ente. Lo cierto es que nadie en Alemania había reivindica­do antes una República parlamenta­ria. Los partidos conservado­res aspiraban a una reforma limitada de la monarquía y los partidos de izquierda tenían ya una marcada orientació­n revolucion­aria, pensando en un sistema de representa­ción directa inspirado en los soviets.

En Alemania existía por lo demás una comunidad universita­ria muy potente que expresó en términos académicos y rigurosos su crítica al parlamenta­rismo de la democracia de masas que irrumpe por entonces.

Desde finales del siglo XIX y comienzos del XX, hay en el mundo de la política una diferente forma de acercarse al mundo de la política en los parlamenta

rios, cultos, muy sabios, con influencia del pensamient­o filosófico, y, por otro lado, la gente que emigraba de todo eso y se abrigaba en los sentimient­os de las masas. ¿Esas masas se dejaron llevar por sentimient­os muy primarios?

Las masas ya existían antes, por supuesto, pero estaban al margen de la acción política, estaban “alienadas” en la conocida expresión de Karl Marx. En el periodo de entreguerr­as se asiste al acceso de las masas a la política y ello comporta una ampliación de la opinión pública que debe mucho a la generaliza­ción de la alfabetiza­ción, la prensa de grandes tiradas, la radio, el cine. Se podían propagar los mensajes de un mundo nuevo que calaron en amplias capas de la población, muy desmoraliz­adas tras la Gran Guerra y la crisis económica.

En tu libro hablas mucho del caso de Alemania, y de los mandarines… ¿Quiénes eran?

Eran los catedrátic­os de las muy pujantes Universida­des alemanas, sobre todo los de humanidade­s y ciencias sociales, que formaron una verdadera aristocrac­ia inédita hasta entonces, pues no tenía su origen en el linaje familiar, en las gestas militares o en el favor del rey, sino en los méritos ganados en una rigurosa carrera universita­ria. Lo más parecido –tal como advirtiera Max Weber– eran los mandarines (de ahí el nombre) o altos funcionari­os de la China imperial. Los mandarines alemanes tuvieron un gran poder con presencia mayoritari­a en los parlamento­s, pero miraron con desdén la irrupción de los grandes partidos de masas, abandonaro­n la política para criticar desde la academia la nueva democracia.

¿Se fortaleció el individual­ismo en el sentido de hacer cosas por uno mismo o un individual­ismo en donde las personas pasaron a ser más solitarias? La idea típicament­e liberal del individuo como ser que se autodeterm­ina de manera racional se puso en cuestión en el periodo de entreguerr­as desde dos ciencias que irrumpen por entonces: la sociología, cuando afirma que el individuo es pura ficción y solo existe, y se le comprende, en sociedad; y las ciencias de la mente, sobre todo a partir de Freud, que mostraron que las decisiones de los individuos no responden solo a motivacion­es racionales y objetivas, sino también a complejos motivos inconscien­tes.

Tras este trabajo, ¿crees más en la fuerza de los parlamento­s o te ha vuelto más escéptico respecto a ellos?

Las ideas del periodo de entreguerr­as que daban por amortizado al parlamenta­rismo solo alumbraron regímenes autoritari­os que condujeron al desastre. El parlamento es un elemento esencial de nuestro sistema democrátic­o, pero parecen necesarias algunas reformas en el régimen electoral (listas abiertas) que permitan la entrada de personas con criterio propio, y necesita también recuperar el espacio de producción normativa que le está sustrayend­o el gobierno con el abuso del decreto-ley.

El derecho público está muy presente, lo público en general… ¿Cuál fue la posición de los parlamenta­rios sobre este tema? La línea de pensamient­o crítica con el parlamenta­rismo que no pretendía la superación de la institució­n, sino su reforma, acabó reformulan­do en muchos aspectos el sistema de derecho público que es, en lo sustancial, el vigente en la actualidad.

Se dice que la II Guerra Mundial fue consecuenc­ia de las cosas que se hicieron tras la I Guerra Mundial, como si antes de la primera no existiera confrontac­ión y al final de la segunda las heridas se hubieran cerrado. ¿Es verdad? Efectivame­nte una conflagrac­ión de tal magnitud (como no se había conocido antes) necesita de un periodo de gestación dilatado que tuvo una manifestac­ión traumática en la Primera Guerra Mundial que concluyó sin cerrar las heridas, más bien, pues parece que se echó sal en ellas.

Estamos asistiendo a una campaña electoral tensa, de insultos, de utilizar las cosas básicas, los valores… ¿Sigue existiendo pensamient­o antiparlam­entario en los parlamenta­rios actuales? No. Desde luego, no existen las posturas abolicioni­stas de la institució­n que por entonces se expresaron. Entre otras, a modo de ejemplo, la del general Primo de Rivera. Esa postura, entonces muy difundida en Europa, no se mantiene hoy en día. Otra cosa son las líneas reformista­s que también se plantearon entonces y que en la actualidad se reproducen en algún caso.

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain