MADRID, 1873
Noa Alarcón conoce bien las vicisitudes del escritor rebosante de talento que no halla cabida en las editoriales de siempre, y menos en las de ahora. Las conoce bien, sí, pero no se acuerda. Da igual, nada podría frenar la aparición impresa de esta deliciosa novela: Ernestina y los espíritus. Sin explayarse porque sí, demuestra una labor de documentación exhaustiva sobre la ciudad y la época en que sitúa la acción: el Madrid de 1873 que, como capital de España, hierve con las ebulliciones de todo el territorio, incluida la Cataluña ya entonces “conflictiva”. Aunque se trata de una novela relativamente breve, es eficaz y acogedora en su misión de trasladarnos a su ambiente. Conoceremos a las clases altas que se embobaban con el recién importado espiritismo, al joven Galdós cuando escribía para revistas de señoritas, a portadores de ciertos aires de apertura destinados al aborto en una España que no necesitaba de leyendas negras para oler a rancio.../J.C. MARTÍN COBANO