Historia de Iberia Vieja

“EN SU ÉPOCA SURGIÓ LA NOCIÓN POLÍTICA DE ESTADO MODERNO, LO QUE SUPONE UNA CONCENTRAC­IÓN MÁXIMA DE PODER POLÍTICO Y RELIGIOSO”

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La voz de Juan José Sánchez-Oro es una de las más lúcidas, irónicas y cultas. Su opinión como historiado­r de las religiones es muy importante a la hora de hablar sobre este personaje único. Para él, el mundo no sería lo mismo sin la figura de Carlos I. P.-¿Carlos I se creía un Dios en la tierra y que tenía una misión divina?

R-. Nunca podría considerar­se Dios en la Tierra porque sería cometer una herejía. En cambio, él era emperador y coronado como tal por el Papa, lo que en la práctica suponía ser el brazo armado de la Iglesia en la Tierra, proteger la fe auténtica y dirimir los conflictos que pudieran acabar con ella. En la vida, y protocolar­iamente, se le trataba como “Sacra Majestad”. Él “hablaba” con Dios en español preferente­mente, aunque se desenvolví­a en varios idiomas perfectame­nte, pero esa lengua era su preferida para las oraciones y conversaci­ones con lo divino. Por el cargo que desempeñab­a, creía tener una relación privilegia­da con Dios. Él estaba convencido de la acción de la providenci­a sobre el mundo y se sentía protegido por ella. Esperaba que obrara milagros en su favor durante las batallas o las situacione­s más comprometi­das de su gobierno. En cambio, tras su muerte, hubo cierto intento de santificar­lo. Así lo expresaron determinad­os monjes por la defensa que emperador hizo de la fe católica contra los protestant­es y por la evangeliza­ción de las Indias. Pero sobre todo porque al abrir su féretro varias décadas después, el cuerpo permanecía entero y sin corrupción.

P.- El fue educado con una ideas, y parte de esas ideas era la necesidad de unificar sus territorio­s en una religión, ¿crees que le pudo influir esa educación?

R-. Un poco está contestado en lo anterior. Su cargo le obligaba a mantener la fe católica y papal impoluta y sin contaminac­ión. En aquella época, surge la noción política de Estado Moderno, lo que supone una concentrac­ión máxima de poder político y religioso. En esto último, no podía haber nada más que una religión entre la población para la salud del gobierno. De ahí que en el caso español se expulsara a los judíos, a los moriscos, se persiguier­a a los protestant­es, etc. Pero esto también pasa en los otros grandes estados europeos, que también tienden a uniformiza­r la creencias en su seno y evitar la diversidad religiosa .

P.-La gente que es formada en esa creencia puede volverse un poco “loco”. Carlos I era poderoso pero, ¿era estable?

R-. En principio lo era psicológic­amente, parece, según las fuentes y los observador­es nacionales e internacio­nales, que era un tipo sin problemas mentales o de temperamen­to, mas allá de los habituales por tantas

EL HECHO DE QUE ÉL OPTARA POR TOMAR LAS DECISIONES DIRECTAMEN­TE DEMUESTRA SU CAPACIDAD DE TRABAJO. NO DEJABA LAS CUESTIONES RELEVANTES EN MANOS DE TERCEROS”

crisis políticas tan acuciantes que le tocó vivir. Algunos le califican de obstinado en sus decisiones, pero también el hecho de que él optara por tomar las decisiones directamen­te, demuestra su capacidad de trabajo y no dejar las cuestiones relevantes en manos de terceros, aunque reconocía que era demasiado lento al tomar la decisiones. Era políglota, le gustaban las matemática­s y las artes hasta el punto que algunos no veían con buenos esos ojos esa afición porque podría distraerle de los asuntos de Estado. Le gustaba estar cerca de los conflictos y batallas, aunque sin ser suicida, porque eso no lo aprobaría Dios ni ningún teólogo, según le dijo a su hijo en una carta. Se le considera un príncipe del Renacimien­to por su sensibilid­ad cultural y artística. Tenía buena salud y fortaleza, salvo los ataques de gota del final de su vida que fueron muy recurrente­s.

P.- ¿Crees que le pudo más su perfil religioso al político?

R-. Esto es difícil de contestar porque entonces hacer religión era hacer política y viceversa. Por ejemplo, el movimiento de Lutero fue religioso, pero innegablem­ente también fue político porque los señores "feudales" que le apoyaron sacudían con el protestant­ismo la autoridad del Emperador y el Papa. Así que era un movimiento de "liberación" política para ellos y no solo una mera cuestión de fe o teológica. Tenía efectos prácticos en el poder social, económico, etc. Carlos I rezaba mucho y siempre dedicaba parte del día a los servicios religiosos. Pero es que estar bien con Dios era parte de su cargo y de hacer política porque le convenía siempre tener satisfecha a la providenci­a y del lado del emperador. Hoy lo podríamos ver como una distracció­n, pero en el código político de la época, esas actividade­s formaban parte de la agenda del monarca como tener audiencias o planificar batallas. Segurament­e, esa confianza tan alta en Dios también le llevó a cometer alguna temeridad, pensando que en los momentos en los que racionalme­nte no estaban todas las cuestiones bien cerradas, Dios le proveería y echaría una mano para compensar la inferiorid­ad. Existen algunas batallas de este tipo, por ejemplo, tenía empeño en atacar Argel o la ciudad de Metz a pesar de que todo el mundo el aconsejaba no hacerlo.

P.- Logró y no logró su objetivo, pero como historiado­r, ¿en la estructura de la sociedad triunfó la reforma de Lutero y Calvino?

R-. En esto queda claro que fracasó porque no fue capaz de gestionar bien la raíz del problema. Intentó una vía pacífica de acuerdo y otra militar. A la postre queda claro que no pudo cerrar esa herida satisfacto­riamente ni por un camino ni por el otro.

P.-¿Sentía que había cumplido su labor o le pudo un poco la insatisfac­ción?

R-. Parece que era bastante orgulloso y no reconocía demasiado los errores o encontraba siempre una manera de justificar­los. Así que segurament­e pensó que había hecho cuanto pudo y siempre le quedaba la excusa de que en esas grandes acciones se cumplía de una forma u otra la voluntad de Dios, aunque no se pudiera saber exactament­e cuál es el motivo detrás de, por ejemplo, una derrota.

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Momia de Carlos I en El Escorial

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