Historia de Iberia Vieja

Top Spain El horno solar del padre Himalaya

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LOS DIVERSOS TIPOS DE ENERGÍA ALTERNATIV­A A LOS COMBUSTIBL­ES FÓSILES VAN GANANDO TERRENO CON RAPIDEZ EN ESTAS PRIMERAS DÉCADAS DEL SIGLO XXI PARA ALIMENTAR A UNA HUMANIDAD HAMBRIENTA DE ELECTRICID­AD. Y, COMO TODOS SABEMOS, UNO DE LOS CAMPOS DE BATALLA MÁS ACTIVOS EN ESTE CAMPO ES EL DE LA UTILIZACIÓ­N DE LA LUZ SOLAR COMO FUENTE DE ENERGÍA. PARECE ALGO PROPIO DE NUESTRO TIEMPO Y, SIN EMBARGO, EL USO DEL SOL PARA ANIMAR MÁQUINAS VIENE DE LEJOS. ESTA ES LA HISTORIA DE UN PIONERO EN ESTA MATERIA, EL PADRE HIMALAYA.

U Yn molino de viento emplea en cierto modo la energía del sol para moverse, dado que es el sol quien, con su radiación, contribuye de forma vital al balance energético atmosféric­o terrestre. Ahora bien, incluso en el campo de la energía

fotovoltai­ca, esto es, aquella que transforma de forma “directa” la luz solar en electricid­ad, ya se mencionaba­n avances a principios del siglo pasado.

Se comentaba por entonces el uso del selenio para fabricar células solares (el reinado del silicio llegó bastante más tarde) y científico­s de prestigio, como el físico William W. Coblentz en la década de 1920, patentaron diversos métodos para generar energía eléctrica a partir del sol utilizando diversos minerales y metales. Sin embargo, obviamente, lo que más se mencionaba con respecto al uso del sol como “motor” energético era la concentrac­ión de su luz por medio de espejos o

lentes, algo en lo que se venía trabajando desde hacía mucho tiempo.

EL OLVIDADO Y GENIAL PADRE HIMALAYA

Ciertament­e en Portugal es conocido, aunque tampoco es que haya tenido mucho predicamen­to, pero en el resto del mundo es prácticame­nte alguien que ha sido olvipor dado por completo y, sin embargo, merece ser considerad­o como uno de los más tenaces pioneros de la energía solar. En el Archivo Histórico de Patentes de Madrid, ejemplo, podemos revisar los añejos papeles sobre los que aparecen impresas cinco patentes de 1901 a 1910 otorgadas a Manuel António Gomes Himalaya (se menciona en esos expediente­s que reside en París y que forma parte del clero). Dos de esas patentes, de 1901 y 1902 se dedican a describir “aparatos para la utilizació­n industrial del calor del sol y la obtención de altas temperatur­as”. El resto de patentes describen diversos procedimie­ntos para fabricar explosivos de seguridad.

¿Quién era el tal Manuel António Gomes? Conocido como “Padre Himalaya”, por su condición de sacerdote católico y por tener una estatura digna de la cordillera de ese nombre, fue un genial científico que soñó con un mundo movido por la energía del sol. Portugués, nacido en 1868 en el seno de una familia campesina, y fallecido en 1933, comenzó su formación sacerdotal en el Seminario de Braga en 1882. Pero, además de su vocación religiosa, a Manuel António le fascinaron las máquinas y las

EL PORTUGUÉS MANUEL ANTÓNIO GOMES FUE UN GENIAL CIENTÍFICO PORTUGUÉS QUE SOÑÓ CON UN MUNDO MOVIDO POR LA ENERGÍA DEL SOL

ciencias desde muy temprano, llegando a inventar todo tipo de artilugios (curiosamen­te, el mencionado apodo de “Himalaya”, que el propio inventor incorporó a su firma, le llegó por parte de un colega en su tiempo en el Seminario). Estudió todo tipo de ciencias y llegó a ser conocido por su irreverenc­ia y desafío a la autoridad, pero a pesar de ello logró ser ordenado sacerdote. Fue en 1891, mientras era profesor, cuando se sintió atraído por la posibilida­d de aprovechar la energía del sol. Para mejorar su formación científica, se trasladó a Coimbra para estudiar matemática­s y ciencias, iniciando más tarde una incesante actividad misionera, viajera y, sobre todo, inventiva. Recopila todo tipo de datos sobre agricultur­a, los usos del agua, plantas medicinale­s, astronomía y, en realidad, prácticame­nte cualquier cosa que fuera capaz de alimentar su insaciable curiosidad. Viaja a París, Londres, Estados Unidos y, años más tarde, a Argentina, viviendo numerosas aventuras, pero nunca le abandona una obsesión: el sol. De esa idea fijada en su mente nació el Pireliófor­o, o Pirheliófo­ro (era citado indistinta­mente en diversas fuentes de la época con las dos grafías). Esa máquina marcó su vida y alumbró un futuro que, aunque Manuel António no llegó a conocer, en sus escritos dejó constancia de su convencimi­ento acerca del uso de la energía solar en generacion­es venideras.

CONCENTRAN­DO EL PODER DE NUESTRA ESTRELLA

El Padre Himalaya patentó su Pireliófor­o hacia 1901, pero fue unos años más tarde, en 1904, cuando presentó un modelo en la Exposición Universal de San Luis (Estados Unidos) que asombró al mundo. Fue entonces cuando obtuvo una efímera fama que le llevó a aparecer mencionado en la prensa de todo el planeta para, al poco, caer en el olvido.

El Pireliófor­o era una especie de horno solar constituid­o por grandes espejos re

EL PADRE HIMALAYA PATENTÓ SU PIRELIÓFOR­O HACIA 1901, PERO FUE EN LA EXPOSICIÓN UNIVERSAL DE SAN LUIS DE 1904 CUANDO ASOMBRÓ AL MUNDO CON SU INVENTO

flectores capaces de concentrar la luz solar para generar altas temperatur­as. A modo de “horno solar”, el Padre Himalaya soñó con emplear esa energía para obtener nitrógeno atmosféric­o para fabricar fertilizan­tes agrícolas (su origen humilde le hacía pensar siempre cómo mejorar la vida de sus amigos y familiares, dedicados a tareas del campo). Los primeros modelos fueron construido­s en el sur de Francia con piezas fabricadas en París. Cada nuevo modelo era una versión mejorada del anterior, en un proceso sin fin con el que el sacerdote quería perfeccion­ar al máximo su invención. Con un contrato logrado en Londres en 1901, se buscaron diversas aplicacion­es a las grandes temperatur­as que se podían conseguir con la máquina, desde la metalurgia a la química. La idea era muy buena y, de hecho, décadas más tarde se han fabricado concentrad­ores y hornos solares de diverso tipo con muy buenos resultados, sobre todo aplicados a calentar fluidos dedicados a generar energía eléctrica. El problema en su tiempo era que lograr los materiales adecuados para los reflectore­s y, sobre todo, conseguir la alineación adecuada, era muy complicado y eso llevó a que algunas pruebas fueran un fiasco, llegándose a derretir los soportes de los reflectore­s. Tras muchos contratiem­pos,

A MODO DE “HORNO SOLAR”, ASPIRABA A EMPLEAR LA ENERGÍA PARA OBTENER NITRÓGENO ATMOSFÉRIC­O Y FABRICAR FERTILIZAN­TES AGRÍCOLAS

se logra montar el modelo de la Exposición de San Luis, que consigue un premio por su espectacul­ar demostraci­ón, al ser capaz de fundir cualquier tipo de material con el enorme calor generado. A pesar de ese éxito, el Padre Himalaya no consigue apoyos adecuados para continuar con sus investigac­iones en energía solar y regresa a Portugal, donde pasa a ser profesor y dedicará años a investigar diversos problemas de la agricultur­a, el uso seguro de explosivos (llegó a tener una compañía comercial en ese sector) e incluso la forma de generar precipitac­iones en tiempos de sequía y el diseño de motores capaces de funcionar con gasógeno.

El Padre Himalaya fue una figura fascinante y asombrosa, dotado de una energía incontenib­le, soñó con cambiar el mundo pero recibió todo tipo de golpes como recompensa. Gozó de prestigio pero no pudo lograr su mayor ilusión, que era ver cómo sus ingenios solares se extendían por pueblos, fábricas y campos. En 1933, cuando fallece, los periódicos se llenan de efímeras notas con titulares como “…muere ignorado en un hospital el célebre físico Padre Himalaya. Su pireliófor­o maravilló al mundo”. Y, en verdad, la máquina llenó de asombro a todo el que pudo contemplar cómo funcionaba, pero ello no llevó a un final venturoso a su inventor.

A PESAR DE SU PRESTIGIO, NO PUDO LOGRAR SU MAYOR ILUSIÓN: VER CÓMO SUS INGENIOS SOLARES SE EXTENDÍAN POR PUEBLOS, FÁBRICAS Y CAMPOS

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Las tecnología­s solares focalizaro­n el interés científico a lo largo del siglo XX. En el fondo, ¿cómo se moverían si no molinos de viento como el de abajo sin el balance energético terrestre a que contribuye el astro rey?
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Traemos a esta doble página el diseño del Pireliófor­o y su fruto final, constituid­o por grandes espejos reflectore­s. Presentado en sociedad en 1904, los problemas operativos y la falta de apoyos lo arrumbaron al cajón del olvido.
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