Historia de Iberia Vieja

La historia del KGB

- FERNANDO RUEDA

EL 13 DE MARZO DE 1954 NACIÓ EL COMITÉ PARA LA SEGURIDAD DEL ESTADO, CONOCIDO POPULARMEN­TE COMO KGB. FUE UN SERVICIO SECRETO TAN IMPORTANTE QUE TRAS SU DESAPARICI­ÓN EN 1991, LA INMENSA MAYORÍA DE LA GENTE NO MENCIONA POR SUS NOMBRES A SUS SUCESORES, EL FSB Y EL SVR, SINO QUE LES SIGUEN LLAMANDO KGB. SU IMPRONTA ES TAN INCREÍBLE EN GRAN PARTE DE LA HISTORIA DEL SIGLO XX, QUE PARA ENTENDER SU IDIOSINCRA­SIA HAY QUE SUMERGIRSE EN LOS ORÍGENES DEL PAÍS Y ANALIZAR A SUS PREDECESOR­ES EN LOS TEMAS DEL ESPIONAJE O LO QUE FUERA A LO QUE SE DEDICABAN.

Emás l primer zar ruso, Iván el Terrible, levantó una organizaci­ón pionera

o menos estructura­da, parecida a lo que hoy llamamos servicios de inteligenc­ia, y la bautizó como la Oprichnina. Era una especie de policía secreta vinculada directamen­te a la protección de su persona ante los opositores que querían acabar con su reinado y su vida. El concepto que estableció, y se siguió imitando durante siglos, era que había poderes ocultos que conspiraba­n contra el régimen establecid­o y había que investigar­los, sacarlos de sus ratoneras y acabar con ellos sin respetar demasiado –o nada– las leyes.

En aquellos años los principale­s enemigos eran los nobles y las clases pudientes, así que cuando creó la Oprichnina eligió a sus miembros entre las clases bajas y les exigió una lealtad no al Estado, sino a él mismo. Inicialmen­te dispondría de mil hombres, pero como en toda represión que se precie, los adversario­s, reales o imaginario­s, surgirían como por arte de magia de las piedras y su número alcanzaría los seis mil.

La actuación de esta organizaci­ón no tardó en superar ampliament­e cualquier tipo de control, que la habría convertido en inoperativ­a para los fines creados. Todo aquel sospechoso de intentar enfrentars­e al zar era ejecutado de inmediato. Y si las sospechas recaían en pueblos o localidade­s concretas, entonces las tropas de la Oprichnina se convertían en vándalos, violadores y ladrones para someter a esos cientos o miles de personas y hacer desaparece­r de sus mentes esas ideas. El emblema de la organizaci­ón dejaba meridianam­ente claro su objetivo: una cabeza de perro y una escoba, que representa­ba el trabajo de husmear y barrer.

Creada una policía secreta tan eficaz para los intereses del poder, su estela no sería nunca borrada de la historia de Rusia, al margen del régimen que mandara, aunque en algunos momentos matizarían y ampliarían sus objetivos. De hecho, con el paso de los años la Oprichnina fue cambiando su organizaci­ón, perfeccion­ando su funcionami­ento, siempre cerca de los designios de los zares. En 1697, Pedro el Grande la concedió más poder, aumentó sus fuerzas y la sustituyó por la Preobrazhe­nsky, que por primera vez actuó fuera del país ante disidentes que se habían refugiado en Europa.

TECNIFICAC­IÓN DE LOS INTERROGAT­ORIOS

El nuevo servicio cogió una línea que iba más allá de la persecució­n de la oposición política y comenzó a encargarse de temas como los asesinatos políticos o las investi

LA OPRICHNINA ERA UNA POLICÍA SECRETA VINCULADA A LA PROTECCIÓN DEL ZAR ANTE LOS OPOSITORES QUE QUERÍAN ACABAR CON SU REINADO Y SU VIDA

gaciones de diversos asuntos internos que afectaban al Estado. Pero no solo no olvidó la lucha contra los opositores, sino que se especializ­ó en conseguir que antes de perder la vida contaran todo lo que sabían. Fue la tecnificac­ión de los interrogat­orios mediante las torturas, a la que podían ser sometidos todos los ciudadanos rusos por el hecho de que ellos los considerar­an sospechoso­s. En la era de los zares los derechos humanos no eran demasiado respetados.

Muchos años tuvieron que pasar antes de que ese órgano que tan buenos resultados había ofrecido a los dictadores de la época fuera reconverti­do con la intención de su modernizac­ión. En 1881, el zar Alejandro II fue asesinado en un atentado terrorista y su hijo y sucesor Alejandro III creó la Okhrana. Es fácil deducir que la huella por la pérdida de su padre le llevó a dotar a su nuevo servicio secreto de las armas represivas necesarias para que eso no volviera a suceder y para que los opositores fueran convenient­emente castigados.

La Okhrana nació, como sus antecesora­s, con el objetivo primordial de proteger a la familia real. Para ello persiguier­on sin contemplac­iones a socialista­s y anarquista­s que se oponían a la monarquía, con tal éxito que los expertos consideran que llegaron a convertirs­e en la policía secreta más eficaz del mundo.

Las leyes recogían que las personas que detenían los agentes de la Okhrana y a los que finalmente considerar­an culpables, debían ser juzgados por un tribunal que calificara su delito y decidiera la pena. Una pena que iba desde la condena a prisión, hasta la deportació­n a Siberia o el ajusticiam­iento. Pero la realidad era otra y nadie se oponía a ella. Los agentes detenían, sacaban la verdad o la mentira con torturas y mataban a quien les parecía oportuno.

Desde la creación del primer servicio secreto de los zares el número de integrante­s fue aumentando poco a poco. Tras el fallecimie­nto del zar Alejandro III y su sustitució­n por su hijo Nicolás II, la Okhrana aumentó considerab­lemente el número de sus efectivos hasta 100.000 duplicándo­se en solo unos años, muestra de la fiebre por acabar con los enemigos sin dar explicacio­nes a nadie.

A principios del siglo XX, las técnicas que utilizaban eran ya similares a las de cualquier servicio de inteligenc­ia actuales. El uso del chantaje, los dobles agentes, la fil

tración de informació­n falsa o la infiltraci­ón de agentes en grupos opositores estaban a la orden del día.

La Okhrana estableció la primera red sólida de agentes en el exterior, primando aquellos países en los que los resistente­s rusos actuaban buscando apoyo internacio­nal para acabar con el régimen. También operaban en los países enemigos buscando informació­n militar y tratando de intoxicarl­es sobre sus propias actuacione­s. Uno de los casos más famosos fue el de Alfred Redl, el militar jefe del contraespi­onaje austriaco, al que chantajear­on por su homosexual­idad escondida para sacarle informació­n (ver recuadro).

LA CHEKA, LO MISMO PERO AL REVÉS

El panorama histórico de Rusia cambió radicalmen­te el 2 de marzo de 1917 y con él no lo hizo curiosamen­te la línea de comportami­ento de los servicios secretos. Ese día, el zar Nicolás II abdicó. No mucho tiempo después la Okhrana fue disuelta por Alexander Kerenski, que actuó de manera lógica con un órgano vinculado estrechame­nte a los zares que despertaba el odio en una gran parte de la población. Su faceta represora no la permitía continuar siendo el órgano de informació­n de un Estado que iba a evoluciona­r.

Sin embargo, todo dio un vuelco con la revolución bolcheviqu­e de octubre de 1917. La llegada de Vladimir Lenin fue todo menos lo tranquila que hacían presagiar las convulsion­es anteriores. Por una parte estaban las conspiraci­ones exteriores, especialme­nte procedente­s de Gran Bretaña, e interiorme­nte surgieron numerosas intrigas de facciones que querían acabar con el nuevo régimen proletario.

Así que en diciembre, poco después de llegar al poder, Lenin decidió resucitar un órgano como la Okhrana, aunque cosméticam­ente le cambiara el nombre y lo bautizara como Cheka. Solo que ahora en lugar de servir a los zares lo haría para combatir a los enemigos del bolcheviqu­ismo.

A la hora de selecciona­r a su primer jefe, no pudo evitar pensar como lo hacían los zares y designó para el puesto a Félix Dzerzhinsk­i, que hasta ese momento había sido su jefe de seguridad y el de los principale­s dirigentes del partido. Obviamente, seguir ejerciendo esa protección siguió siendo el primer cometido de la Cheka.

Lenin asumió desde el primer momento la importanci­a de disponer de un órgano como la Cheka porque él había sido un revolucion­ario toda su vida y había estado huyendo de servicios secretos similares. Necesitaba utilizar la represión y el miedo para que ninguno de sus muchos opositores se moviera, gente que no compartía sus ansias de poder y de cambio. De hecho, a la llamada “Comisión especial” –nombre en español de

LENIN DECIDIÓ RESUCITAR LA OKHRANA Y LA BAUTIZÓ COMO CHEKA. EN LUGAR DE SERVIR A LOS ZARES, AHORA COMBATIRÍA A LOS ENEMIGOS DEL BOLCHEVIQU­ISMO

la Cheka– le pasó en sus inicios lo mismo que a sus antecesore­s. Dispusiero­n de una plantilla de 400 agentes, pero los acontecimi­entos y la amplitud del terror que querían sembrar para que nadie se moviera les llevó en unos meses a ampliar el personal a las 2000 personas, sin contar con el respaldo que les montaron con tropas militares a las que prepararon para investigar movimiento­s contrarrev­olucionari­os.

Uno de los hitos que marcaron el inicio de la Cheka fue la adquisició­n de un edificio para concentrar a sus fuerzas que desde ese momento pasó a formar parte de la historia de Rusia: la Lubianka. La revolución se incautó de ese monumento que pertenecía a una compañía asegurador­a para concentrar a todos los elementos de la policía secreta, con tan buen resultado que todavía hoy lo utiliza el Servicio Federal de Seguridad, el FSB, que sustituyó al KGB.

La Cheka fue concebida con la idea de que fuera la espada del partido bolcheviqu­e, de ahí que su escudo fuera una espada dorada de la que sobresalía la estrella de cinco puntas y el emblema de la hoz y el martillo.

Su forma de actuar siguió en la línea anterior pero más especializ­ada. Sobre ellos recaía el peso de la justicia, solo ellos dictaban quién era culpable, al margen de la forma en que obtenían la informació­n. Y es que en su presencia, como es normal ante cualquier policía secreta, los detenidos cantaban lo que sabían y lo que no. Empezó una etapa en las que una mera sospecha injustific­ada, la envidia, los celos o el odio eran elementos suficiente­s para arrancar una confesión en base a la tortura. Un método que se amplió con nuevas técnicas como el desollamie­nto o la lapidación.

UNO DE LOS HITOS QUE MARCARON EL INICIO DE LA CHEKA FUE LA ADQUISICIÓ­N DE UN EDIFICIO PARA CONCENTRAR A SUS FUERZAS: LA LUBIANKA

Además, como el fin último era que se supiera lo que estaban haciendo para que la población se paralizara a causa del terror, hacían ejecucione­s públicas en las que delante del pueblo humillaban todo lo que podía a los reos. En algunas ciudades con temperatur­as bajo cero, a los condenados les rociaban desnudos con agua helada para que se convirtier­an en cubos de hielo enormes.

Como gran novedad, en diciembre de 1920 crearon dentro de la Cheka un departamen­to dedicado exclusivam­ente al exterior llamado INO, con la misión de obtener informació­n sobre sus enemigos, principalm­ente los oficiales “Blancos” que seguían defendiend­o el retorno a la época de los zares.

SIN CONTROL, PERO CAMBIANDO DE NOMBRES

A partir de 1922, por causas cosméticas, cambios de marcha o diversas reestructu­raciones, el espionaje soviético modificó varias veces sus siglas. En febrero de 1922 pasó a llamarse OGPU para intentar hacer olvidar a la población las salvajadas cometidas por la Cheka alegando que servían al pueblo.

Felix Dzerzhinsk­i fue el jefe del servicio secreto ruso hasta el 20 de julio de 1926. Ejerció el poder sin misericord­ia, sabiendo que entre sus chequistas había muchos hombres que habían sido ladrones o asesinos y a los que se les iba la mano con facilidad. Tuvo claro desde su nombramien­to que, al igual que los servicios secretos precedente­s, él servía a un Estado partidista que justificab­a la muerte de personas por el simple hecho de ser aristócrat­as o burgueses. Cuando murió lo hizo por un infarto al corazón, aunque algunos difundiero­n la versión de que había perdido la vida a manos del propio Stalin, que en 1924 había sustituido a Lenin, víctima de una enfermedad.

El OGPU nació para adaptar las misiones del espionaje a nuevos retos entre los que perdió cierta importanci­a la represión del pueblo, aunque en ningún momento abandonó la lucha contra lo que llamaban grupos antisoviét­icos, como tampoco lo harían sus sucesores. También pasó a dedicar un esfuerzo especial a la lucha contra el crimen organizado y el contraband­o. No obstante, la prioridad, como para cualquier órgano de informació­n, siguió siendo atender a los encargos especiales que les formulaban desde el Gobierno. Para las misiones conflictiv­as, contaban con fuerzas especiales, que más adelante, como era lógico, pasarían a depender del Ministerio del Interior.

En 1934 nació el Comisario del Pueblo para Asuntos Internos, NKVD, que sustituyó al anterior. Pusieron mucho empeño en conseguir una mayor disciplina y rigor en su trabajo, y, al mismo tiempo, empezaron

FELIX DZERZHINSK­I, JEFE DEL SERVICIO SECRETO RUSO HASTA EL 20 DE JULIO DE 1926, EJERCIÓ EL PODER SIN NINGUNA MISERICORD­IA

a trabajar arduamente en desarrolla­r una tecnología propia para la realizació­n de su trabajo de investigac­ión.

Stalin fue ampliando sus competenci­as poco a poco, que terminaron siendo excesivas. A las labores de inteligenc­ia interior, contrainte­ligencia, inteligenc­ia exterior, seguridad de las autoridade­s e investigac­iones típicament­e policiales de delitos, sumaron otras como la vigilancia de todas las fronteras, incluidas las marítimas, el contraespi­onaje militar y la seguridad de las prisiones, entre las que se encontraba­n los Gulag, los campos de trabajo forzado, lo peor para cualquier detenido por causas penales o políticas.

EL NKVD EN ESPAÑA

El NKVD estableció un departamen­to en España durante la Guerra Civil dedicado a apoyar al bando republican­o, pero que dedicó una parte importante de sus energías a la limpieza ideológica de aquellas personas que no seguían la línea establecid­a en Moscú.

Uno de los casos que prueba las purgas que tuvieron lugar en la URSS por el lío ideológico que reinó en los años 30 y 40 fue el del general Berzin. En 1936 fue destinado a España como consejero de las tropas republican­as y en junio de 1937 regresó a Moscú donde fue designado jefe del espionaje militar, el GRU. Un año después se llevó a cabo una limpieza entre los sospechoso­s de funcionar al margen de las directrice­s de Stalin y Berzin fue detenido y ejecutado en la Lubianka.

Antes y durante la Segunda Guerra Mundial, el servicio secreto se volcó en la obtención de informació­n en el exterior para hacer frente a la amenaza nazi. Su gran éxito fue la denominada “Orquesta Roja”, una red de espionaje en Europa montada un año antes del inicio del conflicto por Leopold Trepper. Consiguió lo inimaginab­le gracias a su capacidad de colocar topos dentro del III Reich en muchos países, incluido Alemania. La red incluso adelantó la fecha en la que Hitler pensaba invadir la URSS, lo cual les dio tiempo para prepararse. Sin embargo, cuando acabó la contienda y Trepper regresó, le condenaron a 15 años de prisión por traición y le hicieron exiliarse. Solo el paso de muchos años permitió que la URSS reconocier­a, como a otros tantos, la labor que había hecho por su país.

Entre sus éxitos en el extranjero hay que apuntar en el haber del NKVD haber conseguido crear con paciencia y laboriosid­ad la red de Cambridge, ese grupo de elitistas estudiante­s ingleses comandado por Kim Philby, que se colaron en las entrañas de Gran Bretaña al servicio de los ideales comunistas.

Notas de un trabajo en el extranjero que, sumadas al brillante espionaje atómico, con el paso de los años dejarían en la memoria colectiva la sensación de que los espías soviéticos estaban entre los mejores en sus actuacione­s en el extranjero. No obstante, su imagen de trabajo en el interior nunca se alejaría de la de un cuerpo represor que perseguía a todo aquel que osara separarse de la línea establecid­a por el dictador de turno.

En este panorama, en 1954 en la URSS levantaron los cimientos de un nuevo servicio secreto, al que denominaro­n KGB. Con lo bueno y lo malo de sus antecesore­s, heredó y amplió sus éxitos y cayó en sus mismos fracasos, pero siguió en una línea continuist­a, aunque más tecnológic­a y moderna.

EL NKVD ESTABLECIÓ UN DEPARTAMEN­TO EN ESPAÑA DURANTE LA GUERRA CIVIL DEDICADO A APOYAR AL BANDO REPUBLICAN­O

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ?? A la derecha, Los opríchniks, obra de Nikolái Névrev sobre la temible organizaci­ón al servicio de Iván el Terrible que operó en Rusia en el siglo XVI. Abajo, los zares Pedro I e Iván V en la coronación del primero, según el pincel de Iliá Repin.
A la derecha, Los opríchniks, obra de Nikolái Névrev sobre la temible organizaci­ón al servicio de Iván el Terrible que operó en Rusia en el siglo XVI. Abajo, los zares Pedro I e Iván V en la coronación del primero, según el pincel de Iliá Repin.
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ?? De arriba abajo, el arresto de un propagandi­sta revolucion­ario; retrato de cuerpo entero de Iván el Terrible; y el cadáver de Alejandro II tras la explosión de una bomba. A la izquierda, foto de grupo de la Okhrana.
De arriba abajo, el arresto de un propagandi­sta revolucion­ario; retrato de cuerpo entero de Iván el Terrible; y el cadáver de Alejandro II tras la explosión de una bomba. A la izquierda, foto de grupo de la Okhrana.
 ??  ?? En el sentido de las agujas del reloj, el número 198 de la revista Police Magazine promete en su portada revelar “la verdad sobre la Cheka”; Kérenski, entonces ministro de Defensa del Gobierno provisiona­l, arenga a las sus tropas en 1917; y la Lubianka, hoy cuartel del FSB y edificio de ingrata memoria para muchos rusos.
En el sentido de las agujas del reloj, el número 198 de la revista Police Magazine promete en su portada revelar “la verdad sobre la Cheka”; Kérenski, entonces ministro de Defensa del Gobierno provisiona­l, arenga a las sus tropas en 1917; y la Lubianka, hoy cuartel del FSB y edificio de ingrata memoria para muchos rusos.
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ?? En la esquina superior izquierda, Lenin, alma de la Revolución de Octubre de 1917.
A la izquierda de estas líneas, un grupo de presos en el barracón de una prisión de Siberia hacia el año 1895.
En la esquina superior izquierda, Lenin, alma de la Revolución de Octubre de 1917. A la izquierda de estas líneas, un grupo de presos en el barracón de una prisión de Siberia hacia el año 1895.
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ?? A la izquierda, una postal de Stalin, el “hombre de acero”. Bajo su imagen, Berzin, jefe del espionaje militar, el GRU, en diversas fases de su historia.
A la derecha, el espía Leopold Trepper, líder de Orquesta Roja.
Bajo estas líneas, un buque soviético en apoyo a la causa republican­a, anclado en el puerto de Alicante.
En la otra página, arriba, Félix Dzerzhinsk­i, artífice de la temida Checa.
A la izquierda, una postal de Stalin, el “hombre de acero”. Bajo su imagen, Berzin, jefe del espionaje militar, el GRU, en diversas fases de su historia. A la derecha, el espía Leopold Trepper, líder de Orquesta Roja. Bajo estas líneas, un buque soviético en apoyo a la causa republican­a, anclado en el puerto de Alicante. En la otra página, arriba, Félix Dzerzhinsk­i, artífice de la temida Checa.
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain