Historia de Iberia Vieja

Gijón romano

- ALBERTO DE FRUTOS

TURISTEAR POR GIJÓN SIEMPRE ES UN PLACER. A SUS PAISAJES Y A LA SEDUCCIÓN DE SU MESA, A JOVELLANOS Y AL ELOGIO DEL HORIZONTE DE CHILLIDA, SE UNE UNA PARADA INEXCUSABL­E: SUS RESTOS ARQUEOLÓGI­COS ROMANOS, QUE SE HAN PRESENTADO BAJO LA MARCA GIJÓN/XIXÓN ROMANO Y QUE NOS REGALAN TRES LUGARES QUE SON TRES MOMENTOS, TRES EXPERIENCI­AS: EL PARQUE ARQUEOLÓGI­CO-NATURAL DE LA CAMPA TORRES, EL MUSEO DE LAS TERMAS ROMANAS DE CAMPO VALDÉS Y EL MUSEO DE LA VILLA ROMANA DE VERANES.

Gijón encarna la civilizaci­ón roGmana

en el Cantábrico. Es un libro abierto en cuyas páginas nos es dado leer el tránsito de la prerromani­dad a esa nueva era que dejaría un sinfín de pistas a los arqueólogo­s. Si hoy hojeamos con provecho estas páginas, es por el trabajo tenaz de unos profesiona­les que, ya en 1981, se embarcaron en el Proyecto Gijón de Excavacion­es Arqueológi­cas y le hincaron el diente al fascinante mundo castreño y a la etapa romana. Tres fueron los ejes de estudio entonces y tres los frutos más jugosos que el viajero puede devorar, ahora, en su estancia gijonesa.

LA VITALIDAD DE ROMA

Estrabón, Plinio y Mela hablaron ya en sus escritos del oppidum Noega, que se correspond­ería con el castro de la Campa Torres, a unos 7 km al oeste de la ciudad y excavado por vez primera en 1783. Allí, el clan de los Cilúrnigos, integrado tal vez en la familia más amplia de los Luggones, prosperó con la agricultur­a, la pesca y la metalurgia, comerciand­o con los distintos pueblos que el calendario de la Historia le fue presentand­o. Allí, se alzó una vez una torre-faro que guiaba a los marineros hacia el nuevo Convectus Asturum que Augusto puso bajo sus pies, y aquí, hoy, uno puede vagar por un Parque Arqueológi­co-Natural en el que los miradores de aves suceden a las piedras de la muralla y los pozos. Las viviendas circulares celtas y las rectangula­res romanas narran ese encuentro y el cambio que, mediado el siglo I d.C., desplazarí­a el foco de atención a Cimavilla.

He ahí, en ese antiguo barrio de pescadores, la segunda parada de nuestro periplo, que nos reserva, si gustamos, el postre del cerro de Santa Catalina y el Elogio del Horizonte de Chillida. En Campo Valdés, entre la iglesia de San Pedro y la estatua del citado Augusto, el Museo de las Termas Romanas nos transporta al ocio más saludable de nuestros antepasado­s. El itinerario va más allá de contextual­izar el ámbito de las termas –que también–, puesto que aborda el desarrollo del Gijón romano en su conjunto, así como las caracterís­ticas de la muralla tardorroma­na, Bien de Interés Cultural por el Principado de Asturias y de la que nos haremos una idea cabal con los restos de la puerta principal. Además del museo, quien se deje caer por Cimavilla podrá auscultar, en la plaza del Marqués, las piletas que en su día conformaro­n una fábrica de salazo

nes, junto al popular pozo de la Barquera, descubiert­os en el curso de la urbanizaci­ón de la plaza, que se ejecutó en 1991. Otro pozo, el de Tabacalera, abastecía de agua a la antigua civitas, y aunque su estado no nos permita discurrir toda su "biografía", parece que la estructura podría datarse entre finales del siglo III y principios del IV y que pudo albergar hasta 150.000 litros.

Y suma y sigue. A poco que husmeemos por los alrededore­s del concejo, Roma sale a nuestro paso con la trama de sus villas, entre ellas la de Veranes, en el ramal transmonta­no de la Vía de la Plata. Su museo, abierto en el año 2007, completa el triángulo perfecto de las termas de Campo Valdés y el Parque Arqueológi­co-Natural de la Campa Torres, y, al igual que estos, merece mucho –muchísimo– la pena. Se encuentra en la parroquia de Cenero, a solo doce kilómetros de la ciudad,

junto a la antigua carretera que iba de Gijón a Oviedo, la AS-II. ¿Qué sacaremos en claro de la visita? Tras su abandono en el siglo VI y su "reconversi­ón" durante la Edad Media para fines litúrgicos, las excavacion­es llevadas a cabo desde el siglo XX nos han abierto los ojos sobre una residencia señorial en la que no faltaban salones de recepción, pórticos, comedores y baños; pero también un área de servicios, la llamada pars rustica.

Y, ya que hemos mencionado la Vía de la Plata, subrayemos que en Gijón disfrutamo­s de cerca de 18 km de su trazado, que el paseante o el cicloturis­ta pueden rastrear gracias a la pintura y a las placas de bronce que salpican su casco histórico y a las placas de resina en el resto del concejo.

NACE UNA MARCA

Todo ese bagaje ha propiciado la creación de una marca, impulsada por el ayuntamien­to de la ciudad, que se puso de tiros largos el pasado 14 de marzo en el Museo Arqueoló

TODO ESE BAGAJE HA PROPICIADO LA CREACIÓN DE LA MARCA GIJÓN/XIXÓN ROMANO, QUE HA SIDO IMPULSADA POR EL AYUNTAMIEN­TO DE LA CIUDAD

gico Nacional. Gijón/Xixón romano nace con unos objetivos proporcion­ados a la riqueza de su patrimonio y con el noble deseo de que ese legado perfeccion­e el tiempo libre de los residentes y ahonde en un turismo cultural de calidad. Se diría que ese membrete viene a soldar el tiempo pasado y presente con miras al futuro. Para la catedrátic­a emérita de Arqueologí­a Carmen Fernández Ochoa, Gijón es el "centro astur de la romanidad atlántica", y de ahí que Gijón/Xixón romano quiera hacer de este lugar una referencia no solo en Asturias, sino en toda la cornisa cantábrica y en la fachada atlántica europea. Recursos, lo hemos visto, le sobran. Ganas, también.

Paso a paso, Gijón se ha hecho un hueco como destino peninsular para los amantes de la cultura romana y de la Historia en general. La ciudad se reconoce en el espejo de un pasado que revela su identidad primera y que amasa en un mismo cuenco a los cilúrnigi del castro astur-romano y a los emperadore­s de la dinastía Flavia, y que, sobre todo, no deja de interrogar­se sobre sus raíces para hallar las respuestas a las preguntas más acuciantes... y difundirla­s.

Se ha hecho mucho y todavía queda mucho por hacer. Gijón lo sabe y va a por todas, para que, al igual que aquella inscripció­n hallada en una columna de la habitación del señor de Veranes, disfrutemo­s de su casa. Utere felix domum tuam, rezaba aquel ladrillo. Pues que así sea.

PASO A PASO, GIJÓN SE HA HECHO UN HUECO COMO DESTINO PENINSULAR PARA LOS AMANTES DE LA CULTURA ROMANA Y DE LA HISTORIA EN GENERAL

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Arriba, una vista aérea de la Villa Romana de Veranes (foto: Yeray Menéndez). A la derecha, un mosaico en el mismo recinto (foto: Fernando Gil). Abajo, el museo de la Villa (foto: Yeray Menéndez).
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En el sentido de las agujas del reloj, sendas tomas del Parque Arqueológi­co-Natural de la Campa Torres, la de arriba obra de Marcos Morilla y la de la derecha de Mara Herrero; y dos imágenes de las Termas Romanas de Campo Valdés (fotos: Marcos Morilla).
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