Historia de Iberia Vieja

EL ANIVERSARI­O QUE NO CELEBRARÁ EL REY JUAN CARLOS

- por Fernando Rueda

El 22 de julio de 1969, hace ahora la redonda cifra de 50 años, bajo el amparo de la Ley de Sucesión que otorgaba todo el poder de decisión al dictador, Franco designó para sucederle como jefe de Estado –a su muerte, por supuesto– a Juan Carlos de Borbón, al que otorgaba el título de Príncipe de España. El hoy rey emérito ha abandonado definitiva­mente la vida social, pero aunque no lo hubiera hecho, resulta complicado creer que hubiera celebrado una efeméride como ésta, aunque supuso de hecho el indispensa­ble primer paso para alcanzar su sueño de ser rey de España. Ahora, tanto años después, no parece que sea plato de gusto recordar quién fue el que restauró la monarquía en España.

Aunque sería injusto no recordar la reacción de desagrado y boicot que hubo en la España influyente de la época, porque si los demócratas le señalaron con la uña rabiosa por unir su destino al del dictador, la gente del Movimiento le odiaba ampliament­e. No solo no querían a Juan Carlos, le detestaban. Era el hijo de don Juan, el conde de Barcelona, que no se había cortado ni un pelo en mostrar su oposición al régimen y conspirar en su contra. Estaba casado con una griega que hablaba español con acento pronunciad­o. Lo que unido al sentimient­o antimonárq­uico de las camarillas, le convertían en un apestado, alguien a quien incluso en el protocolo de los actos oficiales, siempre tan estricto, no se le incluyó durante años.

Franco le designó sucesor, pero durante los años posteriore­s las camarillas albergaron la esperanza de que se volviera atrás. Sabían que no respetaría su juramento de fidelidad a los principios del Movimiento Nacional y a las leyes en que se fundamenta­ba el franquismo. Y si no lo hacía, ellos perderían toda su influencia. Por eso intentaron que Franco eligiera a Alfonso de Borbón, casado con su nieta Carmen, pero no lo consiguier­on. Las camarillas acertaron y fue el propio Juan

Carlos el que acabó con todo su poder.

LA GENTE DEL MOVIMIENTO NO SOLO NO QUERÍA A JUAN CARLOS: LO DETESTABA. ERA EL HIJO DE DON JUAN, QUE NO SE HABÍA CORTADO UN PELO EN CONSPIRAR EN CONTRA DEL RÉGIMEN

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