El último CEREMONIAL FÚNEBRE
Con la muerte de María Mercedes de Borbón y Orleans, y el traslado de sus restos hacia el pudridero, el 4 de enero de 2000, la prensa se hizo público del solemne ritual, de la ceremonia que acompaña a la familia real desde hace siglos cuando entrega a sus fallecidos. La ministra de Justicia por entonces, Margarita Mariscal de Gante, pronunciaba las siguientes palabras mientras señalaba el féretro abierto que contenía los restos mortales de la Condesa de Barcelona: “Padre prior y padres diputados, reconozcan vuestras paternidades el cuerpo de la señora doña María Mercedes de Borbón y Orleans, que conforme al estilo y la orden de su majestad que os ha sido dada voy a entregar para que lo tengáis en vuestra guarda y custodia”. El prior y los doce padres agustinos presentes se acercaron al féretro y dijeron: “lo reconocemos”. Previamente, Fernando Almansa, jefe de la Casa Real, había entregado al prior del monasterio escurialense una carta del entonces rey, Juan Carlos I, en la que le hacía saber la entrega del cuerpo de su madre.