DE DÓNDE VENIMOS y dónde estamos
Tras Descenso a los infiernos, Ian Kershaw completa su repaso a la historia contemporánea de Europa con Ascenso y crisis, que abarca el período de 1950 a 2017, un ciclo “incierto” y hasta cierto punto inaprensible por la rapidez de los cambios y transformaciones que lo han sacudido. “Desde 1950, Europa ha sido como un viaje en una montaña rusa, con sus emociones y sustos, sus ascensos y sus crisis”, sostiene el historiador, catedrático de Historia Moderna en la Universidad de Sheffield, en el prólogo. Libros como este tienen su razón de ser en el prestigio de sus autores, y a Kershaw, uno de los mayores especialistas en la Segunda Guerra Mundial, le sobra. Su capacidad de síntesis es admirable, y su visión, muy equilibrada. A la hora de hacer balance, el cómputo es positivo gracias a la consolidación de organismos supranacionales que han rebajado las tensiones territoriales y sentado a los países a la mesa de la diplomacia. Tan vilipendiada y discutida ahora, la Unión Europea, por ejemplo, sigue siendo garante de la seguridad y el futuro, pese a que, como apunta Kershaw, todavía no ha sido capaz de crear “un verdadero sentimiento de identidad”, lo que está adentrando al Viejo Continente en un territorio inexplorado.
Aun así, hay que echar la vista atrás para subrayar dónde estábamos en 1950, con una Europa dividida por el Telón de Acero y todavía en ruinas, y dónde estamos ahora; y entender que, por más desafíos que nos depare el día de mañana, nunca serán tan complejos como los de las generaciones que nos precedieron, que literalmente tuvieron que resucitar a un muerto.
Sus doce capítulos abordan los “buenos tiempos” de la prosperidad económica y el baby boom, “la cultura después de la catástrofe”, “el poder popular” o, el último, “los años de la crisis”, y, cómo no, hay numerosas referencias a España, a propósito del franquismo y la Transición. Finalmente, las fotografías que ponen rostro a las palabras de Kershaw están muy bien seleccionadas. La última muestra el cadáver del niño sirio Aylan Shenu en brazos de un policía turco en Bodrum, al sur de Turquía. Es mucho más que un símbolo. Es una tragedia./A.F.D.