LA CIA ANTES DE LA CIA
Sus siglas son sinónimo de poder y control. Pero, antes de que se creara la Compañía, la inteligencia estadounidense montó la Oficina de Servicios Estratégicos, la OSS, en el curso de la Segunda Guerra Mundial y, aun antes, otros organismos que ciertamente pecaron de bisoñez en momentos críticos para la historia del país. Si hay que fijar una fecha para el gran paso hacia delante del espionaje norteamericano, esa sería 1850, cuando se creó la agencia Pinkerton, que tendría mucho que decir durante la Guerra de Secesión con el Servicio de Inteligencia de la Unión que impulsó su fundador, Allan Pinkerton.
ES LA ORGANIZACIÓN DE INTELIGENCIA MÁS PODEROSA DE PLANETA, CAPAZ DE CONTROLAR EL MUNDO PARA QUE LOS INTERESES DE ESTADOS UNIDOS PREVALEZCAN SOBRE LOS DE CUALQUIER OTRO PAÍS. SIN EMBARGO, CUANDO SE CREÓ EN 1947 EL PAÍS NO HABÍA TENIDO NUNCA UN SERVICIO SECRETO CIVIL QUE DEPENDIERA DE LA JEFATURA DEL ESTADO. EN ESTA MATERIA NO ERA EL PAÍS MODERNO Y AVANZADO QUE EMPEZABA A VENDERSE POR EL MUNDO. CUANDO NACIÓ, “LA COMPAÑÍA” ERA UN SERVICIO QUE TENÍA MUCHO QUE APRENDER DE OTROS.
Los orígenes lejanos del espionaje Estados Unidos se remontan a la época en que George Washington era el comandante en jefe del ejército que luchaba contra los ingleses por la independencia. En aquella contienda, de 1775 a 1983, el espionaje era primitivo, simple, sin una organización propia e independiente. El general logró ganar la guerra para un país, del que luego sería su primer presidente, siendo consciente de la necesidad de conocer los movimientos de su enemigo y la composición de sus fuerzas. Pero también fue consciente de que sus tropas estaban muy infiltradas por espías británicos, lo que le llevó a utilizar la mentira y el engaño no para evitar el robo de información, sino para intoxicarles inventando documentos oficiales que les hacía llegar mediante algunos de los topos que tenía localizados.
Washington creyó que la única forma de ganar batallas era consiguiendo información sobre el enemigo. Por eso creó “el anillo Culper”, una red integrada por civiles que debían moverse por Nueva York, pasar desapercibidos y descubrir las actividades del ejército británico. La información se la enviaban a su enlace, el comandante Benjamin Tallmadge, quien se la transmitía directamente a Washington, quien a su vez marcaba objetivos al grupo rebelde. Una muestra del espionaje del hombre sobre el hombre que durante siglos fue prioritario en el mundo civilizado.
Habría que esperar a la Guerra de Secesión para que el espionaje en Estados Unidos diera un paso para adelante. Allan Pinkerton era un escocés que emigró a Estados Unidos en 1842 y se instaló en Chicago. Le gustaba la investigación y se convirtió en detective privado, profesión que gozaba de bastante libertad de actuación. Pinkerton fue contratado para evitar los asaltos a los trenes, tema que preocupaba mucho. Sus éxitos deteniendo forajidos le dieron fama, pero también su novedosa forma de actuar.
El detective sistematizó nuevos métodos de investigación, innovadores para el siglo XIX, como el seguimiento de sospechosos sin que les detectaran o la creación de personalidades falsas para que sus trabajadores pudieran acercarse a sus objetivos sin que pensaran que les estaban investigando.
Al estallar la guerra entre las dos partes del país, le encargaron crear y mandar el Servicio de Inteligencia de la Unión. La idea partió del general George B. McClellan, relacionado con el sector ferroviario, que conocía los éxitos que había cosechado en la vida civil. Sus agentes y él mismo se hicieron pasar con frecuencia por soldados confederados para conseguir información del enemigo.
Los historiadores coinciden en señalar que su labor tuvo más de fracaso que de otra cosa. Entre otros motivos porque tenía la costumbres de exagerar las fuerzas de los confederados, triplicando en algunas ocasiones las cifras reales. Otro de los errores de Pinkerton, y también de algunos de sus sucesores, fue tirar de imaginación a la hora de elaborar informes, tratando de escribir lo que los mandos querían leer, algo muy alejado de lo que debe ser un servicio secreto.
En los años siguientes y hasta el inicio del siglo XX, siguió sin haber nada parecido a un servicio estructurado al estilo de la CIA. El Ejército y la Armada disponían de sus propias estructuras: en 1882 se creó la Oficina de
Inteligencia Naval y en 1885 la División de Inteligencia Militar. Ambos mantenían una vinculación con el Departamento de Estado, sin que el presidente del país recibiera periódicamente información sobre sus resultados y sin que transmitiera un impulso a sus actuaciones.
En 1908 se creó la Oficina de Información, más tarde reconvertida en el actual FBI. No era todavía el servicio actual que terminaría controlando la seguridad interior del país, incluida la trascendental misión de contrainteligencia tendente a evitar las actuaciones en suelo estadounidense de los enemigos del país.
En 1915, cuando todavía el FBI estaba en pañales, se creó una agencia que prometía ser un ente del Estado para las misiones de inteligencia. Carecía de nombre y sus trabajadores la llamaban U-1. Era clandestina, pocos en el gobierno conocían su existencia, y se levantó con gente de alto nivel intelectual. Doce años después fue disuelta sin que haya quedado reflejada la importancia de su trabajo.
1940: UN CAOS EN MATERIA DE ESPIONAJE
La llegada de Franklin D. Roosevelt a la presidencia del país supuso que alguien con el máximo poder se percatara del caos que había en el mundo de la inteligencia y, sobre todo, que la información que le llegaba era escasa y contradictoria, y no servía para ayudar a solucionar los problemas del país. El Departamento de Estado, el FBI, el Departamento del Tesoro, el Ejército y la Marina, en ocasiones le contaban asuntos pero era un batiburrillo del que sacaba pocas cosas en claro.
En la materia internacional que desvelaba sus sueños, los principales agentes eran los diplomáticos civiles y militares, que en algunas ocasiones disponían de informantes, y enviaban datos de lo que se enteraban a la Oficina de Información Naval y a la División de Inteligencia Militar, donde eran revisados por funcionarios. La información más importante la transmitían a los altos mandos de la Armada y el Ejército y, en algunas ocasiones, por su especial relevancia, a la Casa Blanca.
Casi dos siglos después de la independencia, Roosevelt empezó a darle la importancia que merecía a la inteligencia y no tardó en darse cuenta de que era imposible conseguir que los distintos servicios se coordinasen. Corría el año 1940 y su preocupación tenía mucho que ver con el surgimiento del nazismo en Europa y la posibilidad de que agentes fascistas y comunistas llevaran tiempo asentándose en Estados Unidos. Como no conseguía sus objetivos, el secretario de la Marina, Frank Knox, le puso en contacto con William Donovan, un prestigioso general que había viajado mucho.
Se reunieron y el presidente le pidió que de una forma confidencial, sin que fuera oficialmente un enviado suyo, viajara por Europa para informarle de lo que se avecinaba. Así lo hizo, contando con la colaboración entusiasta de Winston Churchill, el primer ministro inglés, que vio la posibilidad de convencer indirectamente a Roosevelt de que iba a haber una guerra y debía implicarse.
Donovan viajó por Portugal, Egipto, Grecia, Bulgaria, Serbia, Turquía…y España. Aquí se reunió con el general Franco, al que, sabedor de su postura dubitativa sobre si apoyar a Hitler en caso de guerra, le expresó el deseo de Roosevelt de oponerse al expansionismo nazi.
El presidente estadounidense quedó encantado con la labor de Donovan por la información que le llevó y por su innovador planteamiento sobre lo que debía ser la inteligencia. Pocos meses después, con la Segunda Guerra Mundial iniciada, Estados Unidos seguía disponiendo de unos organismos de inteligencia ineficaces, lejanos a los que de
HABRÍA QUE ESPERAR A LA GUERRA DE SECESIÓN PARA QUE EL ESPIONAJE EN ESTADOS UNIDOS DIERA UN PASO ADELANTE CON LA FIGURA DE ALLAN PINKERTON
berían tener. Washington les pidió a todos un mayor empeño en la coordinación, pero nadie le hizo caso.
Al final, dio un golpe sobre la mesa. El 11 de julio de 1941 creó el COI, que dependiendo directamente de él duplicaba los servicios ya existentes, con la misión de recopilar y analizar la información existente para que pudiera ser utilizada por el presidente y el Departamento de Estado. Y puso al frente a Donovan. Debía ser el punto final del caos, pero los acontecimientos demostrarían que solo fue el primer paso hacia un servicio secreto moderno.
PEARL HARBOUR Y EL NACIMIENTO DE LA OSS
El detonante para conseguirlo fue, como ocurre con frecuencia, una desgracia nacional. El 7 de diciembre de 1941, los japoneses bombardearon Pearl Harbor. Por desgracia, descubrieron posteriormente la existencia de diversos informes militares y diplomáticos que apuntaban la posibilidad de un ataque y se perdieron en la maraña de informes sin que nadie los interpretara y valorara adecuadamente. Era más de lo que Roosevelt podía soportar. La guerra era inevitable y no se podía repetir nunca más un ataque de ese tipo.
En junio de 1942 levantó la Oficina de Servicios Estratégicos, la OSS, para recopilar y analizar la información estratégica, pero también para efectuar operaciones de espionaje en todo el mundo. Un servicio secreto exterior, eso sí militar, con todas las capacidades, que al nacer durante la Segunda Guerra Mundial debía coordinarse con el Departamento de Guerra.
La captación de personal se hizo aceleradamente, la guerra estaba en marcha y no había tiempo para andarse con demasiados remilgos. Las cifras oficiales hablan de 24.000 agentes, aunque quizás fueron unos miles menos. Lo importante fue que la mentalidad de Donovan estaba alejada del viejo concepto del espionaje militar que solo reclutaba a militares, despreciando a civiles, y especialmente mujeres, por falta de mentalidad, capacidad y preparación. Inicialmente, integraron a una parte de militares procedentes de los servicios secretos de la Marina y el Ejército. Luego reclutaron una cuarta parte de su personal entre civiles, prioritariamente universitarios, y muchos procedentes de Yale, por lo que algunos comenzaron a denominar a la OSS como “El Campus”. Al menos hubo mil mujeres que entraron en el servicio en igualdad de condiciones con los varones y con grandes resultados en todo tipo de misiones, especialmente las operativas.
El error de esta rapidez en la captación se comprobó con el paso del tiempo. Donovan no tuvo en cuenta suficientemente la posibilidad de que el enemigo se infiltrara en sus filas para robarles información. No hay constancia de que los nazis lo consiguieran, pero un servicio secreto más importante y peligroso como el ruso sí lo consiguió. Con el paso de los años se descubrieron varios casos, uno de ellos el de Duncan C. Lee, ayudante personal de Donovan.
El camino para comenzar a operar no iba estar rodeado de flores, sino más bien de cactus. Los servicios secretos existentes, principalmente el FBI y los de la Marina y el Ejército, no iban a permitir que la OSS les comiera el terreno, les dejara fuera del juego que ellos controlaban y pasara a convertirse en el más importante. Donovan peleó lo que pudo, pero perdió varias batallas por conseguir terrenos de juego en los que participar. No pudo acceder a la decodificación de las comunicaciones interceptadas a Japón y solo le dejaron acceder a una parte de las que se obtenían gracias a la interceptación de la operación Ultra, que ponía en blanco las conversaciones entre los militares nazis. La unión del resto de los servicios secretos, los que ya existían y no querían perder poder, también les dejó fuera del trabajo en el interior de Estados Unidos. No obstante, Donovan se sintió feliz porque consiguió una de sus gran
UNA DESGRACIA NACIONAL CONTRIBUYÓ A FORJAR LOS SERVICIOS SECRETOS DEL PAÍS: EL ATAQUE DE LOS JAPONESES A PEARL HARBOR EN 1941
des apuestas: el desarrollo de las operaciones clandestinas.
Bien es cierto que la OSS partía de cero porque era un nuevo concepto del espionaje en el que la experiencia del país era casi nula. Pero el director del nuevo servicio secreto americano había mantenido unas estrechas relaciones con los británicos y decidió adosarse a ellos. No solo tenían experiencia, sino que habían puesto en marcha importantes operaciones en toda la Europa ocupada por los nazis. El MI5 y el MI6 aceptaron de buen grado su ayuda, personal era lo que más necesitaban. Les formaron, les enseñaron, les entrenaron, pero durante un largo periodo de tiempo recelaron de los estadounidenses por temor a que su falta de experiencia perjudicara las operaciones en marcha.
OPERACIONES ESPECIALES E INTELIGENCIA
Varias de las grandes apuestas de la OSS demostraron rápidamente su éxito y serían la base de este servicio secreto y del que le siguió. La rama operativa, llamada sección de Operaciones Especiales, se dedicó, como no podía ser de otra forma en tiempos de guerra, a llevar la inseguridad y el caos en los territorios ocupados por los alemanes, mediante una guerra de guerrillas que les obligara a dedicar un gran esfuerzo militar al control de esos países.
El SOE británico, la unidad dedicada a esos menesteres, se encargó de adiestrar a los estadounidenses de Operaciones Especiales, y a integrarlos en sus operaciones, la más importante de las cuales fueron los equipos Jedburgh, que tomaron el nombre de una localidad escocesa. Con un mínimo de tres hombres –un británico, un estadounidense y un francés (el radiotelegrafista)- eran lanzados sobre suelo francés para unirse a grupos
LA OSS PARTIÓ DE CERO PORQUE SE BASABA EN UN NUEVO CONCEPTO DE ESPIONAJE EN EL QUE LA EXPERIENCIA DEL PAÍS ERA CASI NULA
de resistencia y preparar el futuro desembarco de Normandía. Su misión era integrar a esos grupos en la estrategia general, atacar a los nazis en sus puntos más débiles y cuando la reacción era alta, desaparecer en busca de un nuevo objetivo.
Otra de las grandes aportaciones de Donovan al mundo de los servicios secretos modernos fue su concepto de inteligencia como la suma de información más análisis. No bastaba con conseguir los datos básicos y operativos del enemigo, había que analizarlos convenientemente para después utilizarlos en su contra.
Creó la Sección de Análisis y Desarrollo en la que convenientemente dirigidos por expertos militares se aunaban especialistas en las más diversas ramas del conocimiento, como economistas, geógrafos, diplomáticos o historiadores. Esos equipos multidisciplinares estudiaban la información y proponían los objetivos a las fuerzas armadas. Por ejemplo, el equipo de la OSS propuso que los bombarderos descargaran sus bombas contra las fábricas de aviones alemanas, para después hacerlo contra las instalaciones que les proveían de petróleo. Una estrategia diseñada en los salones que terminó provocando el
UNA DE LAS APORTACIONES DE DONOVAN AL ESPIONAJE MODERNO FUE SU CONCEPTO DE INTELIGENCIA COMO LA SUMA DE INFORMACIÓN MÁS ANÁLISIS
caos en la Luftwaffe y el ejército de tierra alemán, que bien entrado en año 1944 vio considerablemente mermada su capacidad de actuación, teniendo que reducir misiones y abandonar tanques por falta de gasolina.
Otra de las patas que levantaron en la estructura de la OSS fue el despliegue de oficiales de inteligencia en estaciones clandestinas por decenas de países que en ese momento estaban vinculados directa o indirectamente a la guerra. Fue muy importante la estación en Suiza que obtenía información en Alemania, pero también lo fue la de España, que espiaba al gobierno de Franco, dubitativo sobre su entrada en la guerra pero más inclinado a los nazis. El buen trabajo que realizaron durante el conflicto llevó a muchos de ellos a continuar en supuesto tras la firma de la paz.
Cuando la guerra estaba concluyendo y el ejército y el pueblo alemán fueron conscientes de que la derrota era inevitable, la OSS hizo una importante y controvertida contribución al futuro de Estados Unidos. Por un lado, numerosos científicos e investigadores alemanes que habían contribuido destacadamente al esfuerzo militar de Hitler quedaron huérfanos y fueron buscados y captados por agentes de la OSS para que viajaran a Estados Unidos y pusieran sus conocimientos al servicio de la nación emergente. Por otro lado, Reinhard Gehlen, un general alemán que había trabajado intensamente acumulando información sobre la URSS, se ofreció a la OSS para entregarles esa información y servirles desde Alemania, con la ayuda de cientos de militares nazis, para hacer frente a la amenaza emergente y común: los comunistas.
ADIOS OSS, HOLA CIA
El 12 de abril de 1945 Roosevelt murió de repente y le sustituyó su vicepresidente Harry Truman. El futuro de la OSS varió. Era el primer servicio de inteligencia como tal que había tenido Estados Unidos, pero tras el fin de la guerra en mayo de 1945, dejó de tener futuro. El 1 de octubre de ese año, Truman disolvió la OSS. Su creación al inicio de la guerra y su concepto militar la hacían incompatible con una época de paz, en la que de esa materia se ocupaban los servicios secretos militares establecidos muchos años atrás.
Crearon un servicio algo chapucero llamado Unidad de Servicios Estratégicos, que nutrieron con la sección de la OSS que tenía desplegados por todo el mundo oficiales de inteligencia y con la sección que habían formado para la interceptación de señales alemanas. Más tarde llegaría el Grupo Central de Inteligencia en el que se integraría el personal antiguo de la OSS y todo su bagaje, pero tampoco sería el servicio definitivo.
Truman terminó dándose cuenta de que para hacer frente a las amenazas emergentes, especialmente procedentes del bloque comunista, era imprescindible disponer de un servicio secreto fuerte y civil que le proporcionara información sobre el panorama internacional. Finalmente, en 1947 creó la Agencia Central de Información, la CIA, que pasó a ser la continuadora de la desaparecida OSS, no solo en personal, sino utilizando la experiencia adquirida durante la guerra. Un año después, el Consejo de Seguridad Nacional aprobó que la CIA pudiera actuar en suelo extranjero siempre que sus misiones fueran secretas y la Casa Blanca siempre tuviera la posibilidad de negar su implicación. Ahora sí, había nacido la actual CIA.
EN 1947 TRUMAN CREÓ LA AGENCIA CENTRAL DE INFORMACIÓN, LA CIA, QUE PASÓ A SER LA CONTINUADORA DE LA DESAPARECIDA OSS