"DETRÁS de toda gran fortuna..."
La capacidad fabuladora de Rosario Raro (1971) le ha llevado a novelar la huida de los judíos por el paso de Canfranc y el consultorio de Elena Francis y el caso de la talidomida en La huella de una carta. La acción de Desaparecida en Siboney, su tercera novela en Planeta, se sitúa entre Cuba y la Barcelona industrial del siglo XIX. A partir de la desaparición en una hacienda cubana de la hermana de un millonario antillano radicado ya en la ciudad condal, Raro reconstruye las miserias del sistema colonial. La cita de Balzac que figura en la portada aclara muchas cosas: “Detrás de toda gran fortuna, siempre hay un crimen”.
Mientras el movimiento abolicionista azuzaba la conciencia de los hombres buenos (hay que recordar que el régimen de la esclavitud quedó abolido en Cuba en 1880), los esclavistas urdían nuevas intrigas e iniquidades para no perder su estatus. La decencia de Mauricio Sargal, el hermano de la desaparecida Dulce, contrasta con la crueldad de su cuñado, Bartolomé Gormaz, un tipo sin escrúpulos que ha labrado su fortuna con la compra-venta de esclavos tras huir de la justicia en su Sevilla natal.
Desaparecida en Siboney es un brillante tapiz de una época que todavía escuece. ¿Quién no recuerda la polémica por la retirada de la estatua del marqués de Comillas en Barcelona? Sin embargo, Raro no juzga a sus personajes con los ojos del presente. Su novela es un fresco resuelto con soltura y una documentación exigente, que demuestra que la grandeza y la miseria del ser humano son atributos inmutables. Porque siempre habrá un Mauricio, siempre habrá un Bartolomé; y la cita de Balzac valdrá para cualquier país y cualquier época. Raro ha pergeñado una novela poderosa, magnética, vital, un regalo para los amantes de la mejor novela histórica./ A.F.D.