¿UN ESPEJISMO?
La aventura terminó pronto porque, aunque a buen seguro la bola de nieve hubiera aguantado unos años más, la Gran Depresión se encargó de hundir por completo el sueño de Cunningham. Sin respaldo médico ni acaudalados pacientes, no se podía mantener aquel monstruo en marcha. Era una gigantesca esfera de acero que había abierto sus puertas en 1928, un año antes del desastre económico mundial. El hospital esférico de Cleveland, de 900 toneladas de peso, cinco pisos de altura, con 38 lujosas habitaciones y 350 ventanas de ojo de buey, en medio de una pradera a la vera del lago Erie, ofrecía una incomparable estampa de un imaginario futuro que nunca llegó. El Cunningham Sanitarium cerró sus puertas definitivamente en 1937, el mismo año en que su creador murió de un derrame cerebral. La esfera había pasado de un propietario a otro mientras se le buscaba una utilidad, terminando sus días desmantelada en 1942 para ser utilizado su metal en el esfuerzo bélico estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial. El sueño de Cunningham de tratar todo tipo de enfermedades con aire comprimido rico en oxígeno no había sido más que un espejismo pero, sin embargo, aunque su idea inicial era excesivamente ambiciosa, algunas de sus bases se han mantenido en el tiempo. La terapia hiperbárica se utiliza hoy en día en aplicaciones médicas muy concretas y, claro está, no es la panacea con la que soñaron los promotores del increíble hospital esférico.