Los diez mandamientos Miguel Delibes
Miguel Delibes (1920-2010) se alzó en 1948 con el premio Nadal por La sombra del ciprés es alargada, una novela de aprendizaje sobre el temor a la muerte. “Mediocre” y “balbuciente” en palabras de su autor, insinuaba no obstante la fuerza que pertrecharía sus siguientes libros, sobre todo a partir de El camino (1950). Las aventuras de Daniel el Mochuelo, un chaval de once años que pronto dejará la aldea para irse a estudiar a la ciudad, ofrecen muchas de las claves de la obra del vallisoletano: la infancia como territorio mítico, la defensa de la Naturaleza, la fidelidad a los recuerdos (en este caso a los paisajes de La Montaña y, concretamente, al municipio de Molledo, donde el autor solía veranear de niño). Junto con Cela, Delibes fue el gran referente de la novela española de la segunda mitad del siglo XX. Sus obsesiones –la muerte, la infancia, el prójimo y la naturaleza– se repiten de un modo u otro en todas sus obras, desde El camino hasta El hereje, pasando por Diario de un cazador, Las ratas, Cinco horas con Mario o Los santos inocentes. Estilista del castellano, con su muerte desapareció, irremediablemente, no solo un léxico, sino también una manera de decirlo.
Amén de un artesano de la ficción, Delibes fue también un magnífico periodista. Entre 1958 y 1963, dirigió El Norte de Castilla; y fue precisamente su insobornable libertad y el respeto que a sí mismo se tenía lo que le llevaron a presentar su dimisión de ese cargo, por su enfrentamiento con la censura./A.F.D.
Para escribir un buen libro no considero imprescindible conocer París ni haber leído el Quijote. Cervantes, cuando escribió el Quijote, aún no lo había leído. El pueblo es el verdadero dueño de la lengua. No soy un escritor que caza, sino un cazador que escribe... Soy un ecologista que escribe y caza. El poder de decisión le llega al hombre cuando ya no le hace falta para nada. La novela es un intento de exploración del corazón humano a partir de una idea que es casi siempre la misma contada con diferente entorno. Mi vida de escritor no sería como es si no se apoyase en un fondo moral inalterable. Ética y estética se han dado la mano en todos los aspectos de mi vida. La fama no tiene un lugar donde agarrarse que sea realmente positivo. Los hombres se hacen. Las montañas están hechas ya. La máquina ha venido a calentar el estómago del hombre pero ha enfriado su corazón. Escribir para niños es un don, como la poesía, que no está al alcance de cualquiera.