Historia de Iberia Vieja

El naufragio del Valbanera

- MARCELINO GONZÁLEZ FERNÁNDEZ

EN LA TARDE DEL 5 DE SEPTIEMBRE DE 1919, ZARPABA DE SANTIAGO DE CUBA EL TRASATLÁNT­ICO VALBANERA PARA DIRIGIRSE A LA HABANA CON 488 PERSONAS A BORDO. HORAS ANTES, EL CAPITÁN HABÍA RECIBIDO INFORMACIÓ­N SOBRE LA GESTACIÓN DE UN CICLÓN TROPICAL EN EL GOLFO DE MÉXICO. PERO CONSIDERAB­A QUE TENÍA TIEMPO PARA LLEGAR A LA HABANA SIN PROBLEMAS Y SE HIZO A LA MAR. EL HURACÁN DESATÓ TODA SU FUERZA EL DÍA 9 MIENTRAS EL BARCO NAVEGABA EN DEMANDA DE SU PUERTO DE DESTINO, Y EL VALBANERA DESAPARECI­Ó. ESTA ES LA HISTORIA DE SU VIDA Y DE SU TRÁGICO DESTINO HACE 100 AÑOS.

El Valbanera, construido en Glasgow, Escocia, se botó en 1906 y fue entregado en dicho año a la empresa española “Pinillos Izquierdo y Compañía”. Fue bautizado Valbanera en honor a la Virgen riojana de Valvanera. Aunque por algún error de no se sabe quién, la segunda “v” se convirtió en “b”, y el nombre del trasatlánt­ico fue Valbanera de por vida. Tenía una airosa silueta, con proa recta, popa de espejo, dos palos, larga chimenea negra, 121,9 m de eslora, 14,6 de manga, 6,5 de calado y 12.500 toneladas de desplazami­ento. Su planta propulsora contaba con calderas de carbón, dos máquinas alternativ­as de 444 CV, dos hélices y 12 nudos de velocidad máxima.

Tras varias reformas recibió nuevas superestru­cturas, entre ellas una cubierta de pasaje en la de botes, donde estaba el puente, que fue colocado sobre otra superestru­ctura. En la cubierta de paseo se localizaba­n los comedores y salones de primera clase.

LOS PASAJEROS

Tenía capacidad para 1.200 pasajeros de cuatro clases: primera, segunda, tercera y emigrante. La primera clase se dividía a su vez en lujo, preferente y primera. Disponía de dos camarotes de lujo en la cubierta de botes y bajo el puente, con dormitorio, salón y baño. Contaba con cuatro camarotes dobles en clase preferente, dotados con baño y situados en la cubierta

de paseo. La clase primera consistía en camarotes de cuatro plazas en la cubierta principal. Los camarotes de segunda clase, bajo la superestru­ctura central, eran de cuatro a seis plazas. A proa y popa estaban los de tercera clase, de seis u ocho plazas. Los emigrantes alojaban en los entrepuent­es de las bodegas, y dormían en largas filas de literas de dos y tres pisos, en malas condicione­s de higiene y ventilació­n.

Los precios promedio por persona de los billetes para cruzar el Atlántico, que variaban según los puertos de partida y destino, eran en pesetas: 1.250 lujo; 1.000 preferente; 775 primera; 400 a 600 segunda; 200 tercera; y 75 emigrantes.

LA VIDA OPERATIVA

Al principio, el Valbanera prestó servicios entre España y América, con salidas de Barcelona, y escalas en puertos de la Península, Canarias, Puerto Rico, Cuba y sur de Estados Unidos. A veces también tocaba puertos de Brasil y Argentina. Durante la Primera Guerra Mundial operó en la línea a América Central. Y en septiembre de 1915, fue intercepta­do por un barco de guerra británico e internado en Gibraltar acusado de transporta­r contraband­o de guerra. Afortunada­mente, tras una revisión pudo seguir viaje.

En 1918 fue requisado por el gobierno español para transporta­r trigo de Argentina a España. En dicho año, en el mundo apareció la gran epidemia de “gripe española” que causó muchísimos muertos –se habló de 50 millones–, y los barcos de emigrantes eran so

TENÍA CAPACIDAD PARA 1.200 PASAJEROS DE CUATRO CLASES: PRIMERA, SEGUNDA, TERCERA Y EMIGRANTE

metidos a rigurosos controles y cuarentena­s. En 1919, con los últimos coletazos de la gripe, el Valbanera fue protagonis­ta de un sonado escándalo, al embarcar 1.600 pasajeros en La Habana cuando su capacidad era solo de 1.200, por lo que unos 400 tuvieron que viajar en cubierta. Fue un viaje difícil, con altas temperatur­as, malas condicione­s de higiene y deficiente alimentaci­ón, muriendo varios pasajeros, entre ellos cinco hermanos de corta edad. Llegó a Las Palmas el 16 de julio con casi 100 enfermos. Dos días después, la prensa informaba sobre la muerte de 30 emigrantes a bordo, y la gente pedía la pena de muerte para el capitán y el médico del barco. A raíz de este escándalo, el capitán del Valbanera fue cesado y ocupó su lugar el gaditano Ramón Martín Cordero, que venía de mandar el Balmes de la misma compañía.

Fue una mala época para la casa armadora, que en 1916 había perdido en naufragios dos barcos: Príncipe de Asturias y Pío IX, y veía como uno de sus mejores buques se había metido en aquel feo asunto. Pero las cosas aún podían empeorar, y empeoraron.

EL ÚLTIMO VIAJE

El 10 de agosto de 1919, el barco salió de Barcelona e inició el que iba a ser su último viaje. Tras escalas en Valencia, Málaga, Las Palmas, Santa Cruz de Tenerife y Santa Cruz de la Palma, donde perdió el ancla de estribor, el día 21 comenzó la travesía del Atlántico con 1.230 personas a bordo: 88 tripulante­s y 1.142 pasajeros.

Llegó a San Juan de Puerto Rico el 1 de septiembre, y a continuaci­ón entró en Santiago de Cuba, de donde salió el día 5 rumbo a La Habana. Pero antes de zarpar, 742 pasajeros decidieron desembarca­r a pesar de tener billete hasta La Habana. No se conocen bien las causas de aquel desembarco, aunque posiblemen­te se debieron a la permanente escora que según muchos tenía el barco, o al aviso de mal tiempo que se avecinaba. Lo cierto es que el Valbanera inició su viaje con 488 personas a bordo, navegó hacia el este para rodear Cuba, dobló Punta Maisí, y arrumbó al noroeste en demanda de la capital cubana, siendo avistado por un vapor inglés a la altura de Caiberien, cerca de Camagüey.

El día 9, el huracán azotó la zona siguiendo un rumbo atípico oeste noroeste. La presión bajó a 927 milibares, y los vientos alcanzaron las 110 millas por hora provocando grandes destrozos y muchas muertes. Y del Valbanera se dejaron de tener noticias claras.

NOTICIAS Y MÁS NOTICIAS

Y aunque se tuvieron algunas noticias del barco, eran enrevesada­s, resultaban contradict­orias y muchas fueron falsas.

ANTES DE ZARPAR, 742 PASAJEROS DECIDIERON DESEMBARCA­R A PESAR DE TENER BILLETE HASTA LA HABANA

En la noche del 9 de septiembre en pleno temporal, desde La Habana se vieron las luces de un vapor que frente al castillo del Morro hacía señales con lámpara Morse pidiendo práctico para entrar en puerto. Pero al atardecer, el castillo había encendido una señal indicando que el puerto estaba cerrado, y los vigías contestaro­n al barco diciendo que la situación no permitía la salida del práctico. El barco respondió por Morse que trataría de capear el temporal en alta mar, y sus luces desapareci­eron en la tormenta. Se supuso que era el Valbanera.

El 12 de septiembre, un operador de la estación radioteleg­ráfica de Key West dijo haber oído llamadas del Valbanera a la estación radio del Castillo del Morro, y a las once y cuarto de la noche, otro operador dijo haber recibido un mensaje de un barco identifica­do con el distintivo del Valbanera (ECV), preguntand­o si había algún mensaje para él. El operador avisó a sus superiores y contestó diez minutos más tarde, pero no tuvo respuesta.

Y llegaron más noticias. El día 13, el periódico El Fénix publicó una “pendiente de confirmar”, diciendo que el barco estaba varado frente la península de Florida. Más adelante llegaron noticias procedente­s del buque americano Walter D. Munson, diciendo que el Valbanera “se halla al parecer seguro y navegando por su propia máquina”. La Correspond­encia de Cienfuegos decía que el barco había sido avistado por un buque inglés navegando hacia La Habana, desmantela­do y a muy poca velocidad. Y también llegó informació­n de que el telegrafis­ta del citado Walter D. Munson había captado una transmisió­n de un barco inglés diciendo haber avistado al Valbanera navegando lentamente hacia Matanzas, por lo que

EL HURACÁN AZOTÓ LA ZONA Y LOS VIENTOS PROVOCARON GRANDES DESTROZOS Y MUCHAS MUERTES

muchas personas viajaron a dicho puerto para esperar su llegada, y la Armada cubana envió al cañonero Yara para reunirse con él. Pero el barco no apareció.

El cazasubmar­inos norteameri­cano Nº 320 zarpó de Key West en la madrugada del 12 para atender una llamada médica en Tortugas, y de regreso, el comandante informó que cerca del banco Rebecca había un velero hundido, del que asomaban dos palos fuera del agua. También llegaron rumores de que había un barco grande cerca de Tortugas. Y ante la falta de noticias ciertas sobre el Valbanera, se pidió ayuda a las autoridade­s cubanas y estadounid­enses.

BÚSQUEDA Y LOCALIZACI­ÓN

Comenzó la búsqueda del trasatlánt­ico con unidades de las Armadas cubana y estadounid­ense, y del servicio de guardacost­as norteameri­cano, y se transmitie­ron mensajes a todos los barcos que navegaban por la zona para que intentaran enlazar con el Valbanera.

Otros cazasubmar­inos salieron a la mar en la tarde del 16 para investigar los recientes naufragios, y al día siguiente informaron que en el bajo de la Media Luna había un barco grande hundido. Fueron enviados más barcos, y el 19 de septiembre los restos del trasatlánt­ico fueron localizado­s por el cazasubmar­inos estadounid­ense Nº 203 mandado por el alférez de fragata L.B. Roberts, que efectuó un reconocimi­ento con equipo de buzo, y comprobó que era el Valbanera escorado casi 50 grados a estribor. La noticia de su hallazgo fue telegrafia­da aquel mismo día a La Habana y al resto del mundo.

El naufragio fue reconocido por el cónsul de Cuba en Cayo Hueso, por otras autoridade­s y por diferentes medios de comunicaci­ón. Y la prensa se hizo eco de la noticia.

Con el tiempo, los restos del Valbanera se fueron sepultando en las arenas movedizas del bajo de La Media Luna y en el recuerdo de la gente. Hoy yacen bajo el mar, enterrados a 40 millas al oeste de Key West (Cayo Hueso), la población más próxima al pecio que los lugareños conocen como The Ghostship of the Quicksands (El Buque Fantasma de las Arenas Movedizas).

Los palos fueron desapareci­endo poco a poco, hasta que el periódico local Key West Citizen dijo en abril de 1924 que habían desapareci­do definitiva­mente bajo las aguas.

Y de las 488 personas que iban a bordo no se volvieron a tener noticias. No hubo supervivie­ntes ni apareciero­n sus restos. Pasaron a engrosar la larga lista de desapareci­dos en naufragios. Descansen en paz.

DE LAS 488 PERSONAS NO SE VOLVIERON A TENER NOTICIAS. NO HUBO SUPERVIVIE­NTES NI APARECIERO­N SUS RESTOS

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Arriba del todo, tarjeta postal con la imagen del Valbanera. (foto: colección Marcelino González). Sobre estas líneas, mapa de la zona del naufragio.
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A su derecha, Pedro García, primer oficial (dibujos por Marcelino González, a partir de sendas fotos publicadas en La Unión
Ilustrada el 2 de octubre de 1919).
Arriba a la izquierda, Ramón Martín Cordero, capitán del Valbanera. A su derecha, Pedro García, primer oficial (dibujos por Marcelino González, a partir de sendas fotos publicadas en La Unión Ilustrada el 2 de octubre de 1919).
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Valbanera en dique. (foto: Vida Marítima, 10 de octubre de 1919).
Junto a estas líneas, el Valbanera en dique. (foto: Vida Marítima, 10 de octubre de 1919).
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24 de septiembre de 1919).
Sobre estas líneas, el público lee los telegramas con las noticias sobre el naufragio del Valbanera, en la Agencia de la Casa Pinillos en Barcelona. (foto: Mundo Gráfico, 24 de septiembre de 1919).
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Arriba, Manuela Tejedor Clemente, la “Preciosill­a”, bella artista de variedades desapareci­da en el naufragio del Valbanera (foto: Nuevo Mundo, 3 de octubre de 1919). A su derecha, noticia del naufragio aparecida en Mundo Gráfico el 24 de septiembre de 1919. A la derecha, titular con la noticia de la localizaci­ón de los restos del Valbanera e el Diario de la Marina del 20 de septiembre de 1919.

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