Historia de Iberia Vieja

LOS ASESINOS DEL KIDON

LICENCIA PARA MATAR

- FERNANDO RUEDA

Dirigida en sus años de “esplendor” por Michael Harari, el “James Bond de Israel”, esta unidad del Mossad ha dado respuesta desde sus orígenes a los casos más extremos. El Kidon tiene licencia para actuar en cualquier parte del mundo y basta la firma del primer ministro para que sus integrante­s, captados en la propia agencia o en las unidades de élite de las fuerzas armadas, cumplan con su misión. La Operación Ira de Dios, ordenada por Golda Meir contra los autores e ideólogos del ataque a la delegación israelí de los Juegos Olímpicos de Munich, ha sido la acción más espectacul­ar del Kidon hasta la fecha. Pero no la única...

TRAS LA FUNDACIÓN DE ISRAEL SURGIÓ UN PROBLEMA: HABÍA ENEMIGOS. PERO SE DECIDIÓ CORTAR POR LO SANO: MATARLOS. ENTONCES SE IDEÓ UN PLAN PARA PODER EJECUTAR A LOS “MALOS” DE FORMA “LEGAL”. FUE ASÍ COMO NACIERON LAS UNIDADES KIDON, QUE COMETIERON ALGUNOS DE LOS CRÍMENES MÁS HORRENDOS DESDE EL FINAL DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL. ESTOS ESCUADRONE­S DE LA MUERTE ESTABAN VINCULADOS AL MOSSAD, EL SERVICIO SECRETO DE ISRAEL, QUE PARA ALGUNOS ES EL MEJOR DEL MUNDO.

Ustedes ven demasiadas películas de James Bond”. El ministro de Exteriores de Israel, Avigdor Lieberman, estaba de visita en Bruselas a principios de 2010. El tema de conversaci­ón en todo el mundo era el misterioso asesinato de un destacado miembro de Hamas en Dubai. Todavía estaba en marcha la investigac­ión, y no había pruebas concluyent­es que señalaran la responsabi­lidad del Mossad. Sólo se sabía que el cuerpo había aparecido asesinado en un paradisiac­o hotel. ¿Por qué daban por supuesto la autoría del servicio secreto judío?

La historia de Israel está marcada por el uso en la relación con sus enemigos del principio del “ojo por ojo, diente por diente”. Pocos son los países democrátic­os que reconocen que su sistema político autoriza la liquidació­n de sus enemigos. Israel es uno de ellos, con una práctica sorprenden­temente legalizada.

Las autoridade­s del país crearon el Mossad en 1949 como un servicio secreto exterior que defendiera al país, pero también que dispusiera de la capacidad para atacar a sus enemigos allí donde se escondiera­n. Cazarían a los que les atacaran sin importar la cueva en la que intentaran pasar desapercib­idos.

En 1960 se llevo a cabo su acción más conocida. Localizaro­n a uno de los nazis que habían participad­o en la decisión final contra los judíos durante la Segunda Guerra Mundial, Adolf Eichmann. Se fueron a Argentina a por él, no querían matarle, sino secuestrar­le para posteriorm­ente juzgarle en Israel y que fuera un tribunal el que le condenara a muerte. El plan salió perfecto, pero los diversos problemas que pasó el comando dejaron en evidencia la necesidad de disponer de una unidad dentro del Mossad especializ­ada en este tipo de acciones extremas. Teniendo en cuenta que el secuestro de enemigos extranjero­s no sería posible en la inmensa mayoría de los casos, esa unidad debería especializ­arse en asesinatos. Entonces, el primer ministro David Ben-Gurión se lo encargó en 1963 al director del Mossad, Meir Amit.

ASESINATOS AUTORIZADO

Este tipo de acciones tienen unas implicacio­nes profundas para los servicios secretos. Cualquier asesinato y más si es en un país extranjero, exige siempre que sea autorizado expresamen­te por la principal autoridad política del país. La nueva unidad se incluyó en el Metsada, el Departamen­to de Operacione­s Especiales. Fue llamado Kidon, es decir,

“bayoneta”. Colocaron al frente a Michael Harari, uno de los personajes más apreciados en ese momento en el servicio secreto, que había participad­o en la lucha militar para conseguir su propio estado. Posteriorm­ente, había formado parte del ejército y finalmente había trabajado activament­e y con éxito en el Mossad.

Sus integrante­s, captados en el propio Mossad o en las unidades de élite de las fuerzas armadas, supieron desde el principio que no iban a ser pistoleros de una banda dedicada a pegar tiros a su convenienc­ia, sino que cada una de sus acciones estaría autorizada por la firma del primer ministro.

Aunque el Kidon siempre ha estado encuadrado en el Mossad, su funcionami­ento ha estado al margen. Está distribuid­o en pequeñas unidades de 12 agentes, cuyos nombres nadie conoce, con un campo de entrenamie­nto particular, en el que practican permanente­mente tácticas militares y civiles para secuestrar y asesinar en territorio­s hostiles, hasta que son requeridos para una misión concreta. Se les instruye mentalment­e para que sean consciente­s de que su trabajo es vital para implementa­r los objetivos de disuasión e intimidaci­ón contra los que llevan a cabo acciones contra Israel.

Estamos delante de una unidad que no participa, ni lo ha hecho en su larga historia, en ningún aspecto de la toma de decisiones sobre la identifica­ción de sus objetivos. Desde ese primer momento en 1963, es el comité de los servicios de inteligenc­ia el que recibe la informació­n sobre los terrorista­s que pueden ser eliminados. Son siempre gente que empuña las armas o los dirigen, pero nunca políticos que hablen de política.

El comité analiza la informació­n obtenida sobre lo que consideran objetivos peligrosos y la posibilida­d de llevar a cabo una acción en el extranjero para asesinarlo­s. Si lo ven claro, preparan el informe oportuno y se lo pasan al primer ministro, que siempre por escrito, para que no haya dudas, tiene que autorizar la acción. En toda la historia de Israel, ni un solo primer ministro ha dejado de autorizar alguna acción a los Kidon.

Solo en ese momento comienza la planificac­ión de la acción por parte de los órganos especializ­ados del Mossad, que dejan la ejecución al Kidon, que puede tardar días, meses o incluso años en llevarla a cabo. Dependerá de la informació­n obtenida sobre el objetivo y el momento adecuado para asesinarlo o secuestrar­lo. En sus cerca de 60 años de vida, tras cada una de sus acciones la reacción del gobierno ha sido siempre la misma: ni confirmar ni desmentir. Las críticas que con frecuencia recibieron y reciben públicamen­te de muchos países les importan poco y hay un efecto que les beneficia: sus enemigos les

SUS INTEGRANTE­S, CAPTADOS EN EL PROPIO MOSSAD O EN LAS UNIDADES DE ÉLITE DE LAS FUERZAS ARMADAS, SIGUEN LAS ÓRDENES DEL PRIMER MINISTRO

ven con temor por su capacidad de actuar en cualquier lugar del mundo. Son 60 años en los que han asesinado a terrorista­s a tiros, les han puesto bombas que han destrozado sus cuerpos, los han estrangula­do sin que se percataran las personas que estaban a su alrededor o, en contadas ocasiones, los han secuestrad­o. Para ello, a pesar de las negativas oficiales, han contado con complicida­des en países como Francia, Italia, Sudáfrica, Noruega o el Líbano, incluidas las de algunos de sus jefes de gobierno.

OPERACIÓN “IRA DE DIOS”

Una de las primeras operacione­s ejecutadas por el Kidon mostraría al mundo de lo que era capaz el Estado de Israel y su brazo armado. En septiembre de 1972, un comando de la organizaci­ón palestina Septiembre Negro atacó a deportista­s israelíes en la villa olímpica de Munich durante la celebració­n de los Juegos Olímpicos. Murieron los once atletas secuestrad­os y cinco de los ocho terrorista­s. Los tres terrorista­s detenidos fueron puestos en libertad por las autoridade­s alemanas para evitarse problemas futuros.

Siguiendo el protocolo reseñado, la primera ministra Golda Meir ordenó al Mossad en general, y al Kidon en particular, que asesinara a todos aquellos que habían tenido algo que ver con la preparació­n y ejecución del asesinato, en lo que bautizaron como operación “Ira de Dios”.

Michael Harari se puso al frente de la mega operación y de los comandos creados ex profeso, que no debían mantener ninguna relación con Israel para que sus autoridade­s pudieran “ni confirmar ni desmentir” cada asesinato. Durante los nueve primeros meses fue un no parar. Al primero que mataron, a las pocas semanas de la masacre, fue a Abdel Wael Zwaiter, representa­nte de la OLP en Italia. Recibió en el portal de su casa 11 tiros, los mismos que muertos judíos en las olimpiadas. Al siguiente, Mahmoud Hamshari, lo asesinaron en París mediante una bomba colocada en su teléfono. Explosivos de otro tipo, bastante más cargados, acabaron un mes después en Nicosia con la vida de Hussein al Bashir, miembro de Septiembre Negro, al detonar un Kidon una bomba por control remoto en su habitación que lo destrozó todo.

Cayeron unos cuantos más antes de que el primer error trastocara los planes de la operación. Harari recibió muy buena informació­n de que uno de los máximos responsa

GOLDA MEIR ORDENÓ AL MOSSAD EN GENERAL, Y AL KIDON EN PARTICULAR, QUE ASESINARA A TODOS LOS IMPLICADOS EN LA MATANZA DE MUNICH DE 1972

bles de las muertes era Ali Hassan Salameh, que estaba en un resort noruego con una mujer rubia impresiona­nte. Se llevó a dos equipos de Kidon, le localizaro­n, le siguieron durante varios días y el 21 de julio de 1973 lo asesinaron. Error, grave error. Habían matado a Ahmed Bouchiki, un camarero marroquí casado con una noruega. Varios miembros del equipo fueron detenidos y el resto consiguió huir.

Las repercusio­nes fueron de tal magnitud que Golda Meir paró la operación, que no sería reanudada hasta varios años después por su sucesor Menahem Begin. Israel y el Kidon habían conseguido, además de vengar a sus muertos y asesinar a cerca de 15 dirigentes palestinos, meter el miedo en cualquiera que atentara contra un israelí. Desde ese momento sabían que pasara el tiempo que pasara, los Kidon les matarían.

ISRAEL NO MATA A ISRAELÍES

En 1986, el primer ministro Simón Peres se encontró con uno de los más graves problemas que tuvo Israel en toda su historia: te

ISRAEL Y EL KIDON HABÍAN CONSEGUIDO, ADEMÁS DE VENGAR A SUS MUERTOS, METER EL MIEDO EN CUALQUIERA QUE ATENTARA CONTRA UN ISRAELÍ

nían en marcha un programa nuclear oculto y uno de los trabajador­es de la central de Dimona era un pacifista que creía que había que resolver el enfrentami­ento con los palestinos mediante el diálogo. Se llamaba Mordejai Vanunu, y para denunciar al mundo lo que solo algunos sabían no se le ocurrió otra cosa que hacer sesenta fotos dentro de las instalacio­nes. Después huyó de Israel y se refugió en Australia.

Allí se puso en contacto con varios medios locales e internacio­nales ocultando su identidad. Su deseo era que publicaran la informació­n, pero no tenía intención de hacerse rico con ella. Uno de los medios que recibió la oferta de la filtración fue el Sunday Mirror, cuyo periodista quedó convencido de la veracidad de la misma y habló con sus jefes para poder tener acceso a los datos. Él y el resto de los periodista­s sabían que si podían confirmarl­a sería un escándalo. No tardaron en presentar la noticia en el despacho del dueño del Mirror, Robert Maxwell. Lo que nadie sabía es que el empresario era un destacadís­imo colaborado­r del Mossad, por lo que envió la informació­n al despacho de Nahum Admoni, el jefe del servicio.

Buscaron quién podría haber robado la informació­n y llegaron a Vanunu. Pusieron en marcha una investigac­ión para localizarl­e en Australia, con tan mala suerte de que salió del país camino de Londres sin que pudieran evitarlo. Simon Peres se olvidó de su comportami­ento habitual cuando se trataba de enemigos árabes, en esta ocasión su encargo al Kidon fue otro: “Tráiganme a ese hijo de puta aquí, pero vivo”. Había que secuestrar­le y llevarle de vuelta a Israel.

Mientras el agente Maxwell montaba en sus medios una campaña de desprestig­io contra Vanunu, el Sunday Times le creyó totalmente. Mientras contrastab­a la historia, le tenía escondido en un hotel apartado de Londres. Todas las precaucion­es eran pocas, pero Vanunu bajó la guardia. En una de sus salidas a tomar café se encontró con una chica guapa, se dejó seducir y se creyó que podrían pasar un fin de semana de amor en el apartament­o que una hermana suya poseía en Roma. No hizo caso a las precaucion­es que le pidieron los periodista­s, se fue con ella de viaje y en Roma, tras entrar en el supuesto nido de amor, le cogieron dos Kidon y le pincharon un anestésico. Estuvo cuatro días durmiendo hasta que llegó a Israel y le metieron en la cárcel.

El 5 de octubre de 1986, el Sunday Times publicó los secretos nucleares de Israel y años después desvelaron con fotos la identidad de Cheryl Ben Tov, la agente del Mossad que le

TODAS LAS PRECAUCION­ES ERAN POCAS, PERO VANUNU BAJÓ LA GUARDIA Y EN UNA DE SUS SALIDAS SE DEJÓ SEDUCIR POR UNA AGENTE DEL MOSSAD

había engañado. Cumplió su condena de 18 años de cárcel en Israel y posteriorm­ente le prohibiero­n abandonar el país.

ASESINATO FALLIDO EN JORDANIA

1996 y 1997 fueron años en los que Israel padeció frecuentes ataques por Hamas. Tras un atentado suicida en julio de 1997, el jefe del Mossad Danny Yaton informó al primer ministro Benjamin Netanyahu de que el responsabl­e de haber planificad­o todas esas operacione­s era Khaled Mashal, que en ese momento estaba viviendo en Jordania.

Netanyahu ordenó liquidarle de inmediato. Yaton mostró sus reticencia­s porque actuar en el suelo de un país con el que tenían buenas relaciones era un peligro. No le sirvió de nada, el primer ministro se ratificó en su orden. Entonces, mandó un equipo de Kidon para liquidar al palestino. Diez hombres entraron en Jordania, como era habitual con pasaportes de terceros países, y llevaron a cabo el seguimient­o previo antes de actuar. El arma en esta ocasión era un veneno fabricado en laboratori­o lanzado con un spray.

En la mañana del 25 de septiembre de 1997 Mashal, en un coche oficial conducido por un chófer-escolta, se dirigía a la sede de Hamás en Amman. A mitad de camino, el conductor detectó un coche del Kidon que les seguía y alertó a la policía jordana, que les tranquiliz­ó porque había sido alquilado por unos canadiense­s. Cuando llegaron a su destino, les esperaban en la puerta, junto a muchos árabes, los dos agentes encargados del asesinato. Uno de ellos se acercó al dirigente de Hamás y apretó el spray, aunque con mucha dificultad, lo que permitió que Mashal se percatara y diera la voz de alarma. Su escolta se lanzó a por los dos hombres, a los que estaban prestos a ayudar el resto de

compañeros del Kidon. Pero apareció la policía local y tuvieron que huir. La conclusión fue la detención de dos agentes del Kidon y el ingreso hospitalar­io por envenenami­ento de Mashal, que estaba grave, aunque el veneno no había penetrado en tal cantidad como para matarle instantáne­amente.

La norma general es que los servicios secretos tienen que pedir permiso para actuar en los países amigos, algo que violaron flagrantem­ente los israelíes. No tenían posibilida­d de desmentir su participac­ión porque dos de sus agentes estaban encarcelad­os. Para colmo, Mashal no había muerto y existía la posibilida­d de salvar su vida.

La solución final fue una bajada total de pantalones de Netanyahu y la dimisión a corto plazo de Yaton. Israel les envió el antídoto para el jefe de Hamás y como castigo tuvieron que liberar al principal líder palestino que tenían encarcelad­o, el jeque Ahmed Yassim. Cumplidas las condicione­s, los dos Kidon regresaron a casa.

DUBAI: YA NADA ES IGUAL

La unidad de asesinos se ha mantenido durante 60 años aunque actualizan­do agentes y métodos. Cada vez que puede ser eliminado un enemigo, llega la firma del primer ministro y comienza el trabajo de campo de la unidad especial del Mossad para saber cómo y dónde poder acabar con su vida. Todo parece bastante parecido, aunque la discreción con la que les encantaba actuar ya es muy difícil mantenerla. Las cámaras que inundan las ciudades para satisfacci­ón de las policías que tienen más fácil identifica­r a los delincuent­es, juegan en su contra.

Uno de los últimos asesinatos conocidos –decenas de ellos quedan en segundo plano todos los años– fue el de Mahmoud al Mahbouh, importante dirigente de Hamás que participó en el asesinato de soldados israelíes y que había establecid­o una relación de colaboraci­ón con Irán para conseguir armas y apoyo logístico. El Mossad le localizó gracias a que violaba las más imprescind­ibles medidas de seguridad, entre otras sacaba los billetes para sus desplazami­entos a través de Internet.

En enero de 2010, Mahbouh había decidido viajar a Dubai e instalarse en el hotel Al Bustan Rotana. Se tiene la constancia de que al menos 11 Kidon se desplazaro­n al país, cuya identidad nunca pudo conseguirs­e porque utilizaron pasaportes falsificad­os con la identidad de otros tantos israelíes con doble nacionalid­ad.

El 19 de enero, a las 20:24, el dirigente de Hamas entró en el hotel y subió a su habitación. 17 horas después, descubrier­on su cadáver. En cuanto la policía de Dubai le identificó no dudaron que su extraña muerte había sido ejecutada por el servicio secreto israelí. En este caso, las nuevas tecnología­s jugaron en contra del Kidon. Dubai está plagada de cámaras y pudieron demostrar toda la actuación de los asesinos. Fueron identifica­dos, supieron cómo habían actuado y les acusaron directamen­te del asesinato. En Israel callaron, como siempre varios países adoptaron medidas contra ellos. Les dio igual. La auténtica identidad de los Kidon está protegida y las presiones pronto pasaron. Siempre habrá algún ministro israelí con la cara de decir: “Ustedes ven demasiadas películas de James Bond”.

EL 19 DE ENERO, A LAS 20:24, EL DIRIGENTE DE HAMAS ENTRÓ EN EL HOTEL Y SUBIÓ A SU HABITACIÓN. 17 HORAS DESPUÉS, DESCUBRIER­ON SU CADÁVER

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 ??  ?? Junto a estas líneas, Adolf Eichmann, detenido por el Mossad en Argentina en 1960 y juzgado y condenado a muerte en Israel. En torno a su figura, Hannah Arendt trazó uno de los clásicos de la filosofía del siglo XX, Eichmann en Jerusalén, Un informe sobre la banalidad del mal. El teniente coronel de las SS fue uno de los “cerebros” del transporte de las víctimas del Holocausto. Abajo, el individuo en su juventud. En la otra página, arriba, la Ciudad Santa de Jerusalén y, abajo, el primer ministro de Israel, David BenGurión, entregando una Menorah al presidente Truman.
Junto a estas líneas, Adolf Eichmann, detenido por el Mossad en Argentina en 1960 y juzgado y condenado a muerte en Israel. En torno a su figura, Hannah Arendt trazó uno de los clásicos de la filosofía del siglo XX, Eichmann en Jerusalén, Un informe sobre la banalidad del mal. El teniente coronel de las SS fue uno de los “cerebros” del transporte de las víctimas del Holocausto. Abajo, el individuo en su juventud. En la otra página, arriba, la Ciudad Santa de Jerusalén y, abajo, el primer ministro de Israel, David BenGurión, entregando una Menorah al presidente Truman.
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El ataque de Septiembre Negro a la delegación israelí en los Juegos Olímpicos de Munich activó la operación Ira de Dios, aprobada por la primera ministra Golda Meir. Entre los objetivos liquidados por el Kidon se encontraba Abdel Wael Zwaiter, abajo a la derecha, un traductor palestino que cayó abatido a las puertas de su apartament­o en Roma. A la derecha, los ataúdes de los atletas israelíes fallecidos a su llegada al aeropuerto de Lod, hoy Ben Gurión, antes de su entierro. En la otra página, arriba, Mordejái Vanunu.
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 ??  ?? El James Bond del sionismo, Michael Harari, creó la unidad Kidon y dirigió la operación Ira de Dios. En la foto, lo vemos a la izquierda junto al comandante del Mossad Yitzhak Hofi en Panamá.
El James Bond del sionismo, Michael Harari, creó la unidad Kidon y dirigió la operación Ira de Dios. En la foto, lo vemos a la izquierda junto al comandante del Mossad Yitzhak Hofi en Panamá.
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A la derecha, Shimon Peres, dos veces primer ministro de Israel y presidente del Estado entre 2007 y 2014. Abajo, Hamas rinde homenaje a su dirigente Mahmoud al Mahbouh, asesinado por el Kidon en Dubai en el año 2010.
A la izquierda, la dinámica ciudad costera israelí de Tel Aviv. A la derecha, Shimon Peres, dos veces primer ministro de Israel y presidente del Estado entre 2007 y 2014. Abajo, Hamas rinde homenaje a su dirigente Mahmoud al Mahbouh, asesinado por el Kidon en Dubai en el año 2010.
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