LOS ASESINOS DEL KIDON
LICENCIA PARA MATAR
Dirigida en sus años de “esplendor” por Michael Harari, el “James Bond de Israel”, esta unidad del Mossad ha dado respuesta desde sus orígenes a los casos más extremos. El Kidon tiene licencia para actuar en cualquier parte del mundo y basta la firma del primer ministro para que sus integrantes, captados en la propia agencia o en las unidades de élite de las fuerzas armadas, cumplan con su misión. La Operación Ira de Dios, ordenada por Golda Meir contra los autores e ideólogos del ataque a la delegación israelí de los Juegos Olímpicos de Munich, ha sido la acción más espectacular del Kidon hasta la fecha. Pero no la única...
TRAS LA FUNDACIÓN DE ISRAEL SURGIÓ UN PROBLEMA: HABÍA ENEMIGOS. PERO SE DECIDIÓ CORTAR POR LO SANO: MATARLOS. ENTONCES SE IDEÓ UN PLAN PARA PODER EJECUTAR A LOS “MALOS” DE FORMA “LEGAL”. FUE ASÍ COMO NACIERON LAS UNIDADES KIDON, QUE COMETIERON ALGUNOS DE LOS CRÍMENES MÁS HORRENDOS DESDE EL FINAL DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL. ESTOS ESCUADRONES DE LA MUERTE ESTABAN VINCULADOS AL MOSSAD, EL SERVICIO SECRETO DE ISRAEL, QUE PARA ALGUNOS ES EL MEJOR DEL MUNDO.
Ustedes ven demasiadas películas de James Bond”. El ministro de Exteriores de Israel, Avigdor Lieberman, estaba de visita en Bruselas a principios de 2010. El tema de conversación en todo el mundo era el misterioso asesinato de un destacado miembro de Hamas en Dubai. Todavía estaba en marcha la investigación, y no había pruebas concluyentes que señalaran la responsabilidad del Mossad. Sólo se sabía que el cuerpo había aparecido asesinado en un paradisiaco hotel. ¿Por qué daban por supuesto la autoría del servicio secreto judío?
La historia de Israel está marcada por el uso en la relación con sus enemigos del principio del “ojo por ojo, diente por diente”. Pocos son los países democráticos que reconocen que su sistema político autoriza la liquidación de sus enemigos. Israel es uno de ellos, con una práctica sorprendentemente legalizada.
Las autoridades del país crearon el Mossad en 1949 como un servicio secreto exterior que defendiera al país, pero también que dispusiera de la capacidad para atacar a sus enemigos allí donde se escondieran. Cazarían a los que les atacaran sin importar la cueva en la que intentaran pasar desapercibidos.
En 1960 se llevo a cabo su acción más conocida. Localizaron a uno de los nazis que habían participado en la decisión final contra los judíos durante la Segunda Guerra Mundial, Adolf Eichmann. Se fueron a Argentina a por él, no querían matarle, sino secuestrarle para posteriormente juzgarle en Israel y que fuera un tribunal el que le condenara a muerte. El plan salió perfecto, pero los diversos problemas que pasó el comando dejaron en evidencia la necesidad de disponer de una unidad dentro del Mossad especializada en este tipo de acciones extremas. Teniendo en cuenta que el secuestro de enemigos extranjeros no sería posible en la inmensa mayoría de los casos, esa unidad debería especializarse en asesinatos. Entonces, el primer ministro David Ben-Gurión se lo encargó en 1963 al director del Mossad, Meir Amit.
ASESINATOS AUTORIZADO
Este tipo de acciones tienen unas implicaciones profundas para los servicios secretos. Cualquier asesinato y más si es en un país extranjero, exige siempre que sea autorizado expresamente por la principal autoridad política del país. La nueva unidad se incluyó en el Metsada, el Departamento de Operaciones Especiales. Fue llamado Kidon, es decir,
“bayoneta”. Colocaron al frente a Michael Harari, uno de los personajes más apreciados en ese momento en el servicio secreto, que había participado en la lucha militar para conseguir su propio estado. Posteriormente, había formado parte del ejército y finalmente había trabajado activamente y con éxito en el Mossad.
Sus integrantes, captados en el propio Mossad o en las unidades de élite de las fuerzas armadas, supieron desde el principio que no iban a ser pistoleros de una banda dedicada a pegar tiros a su conveniencia, sino que cada una de sus acciones estaría autorizada por la firma del primer ministro.
Aunque el Kidon siempre ha estado encuadrado en el Mossad, su funcionamiento ha estado al margen. Está distribuido en pequeñas unidades de 12 agentes, cuyos nombres nadie conoce, con un campo de entrenamiento particular, en el que practican permanentemente tácticas militares y civiles para secuestrar y asesinar en territorios hostiles, hasta que son requeridos para una misión concreta. Se les instruye mentalmente para que sean conscientes de que su trabajo es vital para implementar los objetivos de disuasión e intimidación contra los que llevan a cabo acciones contra Israel.
Estamos delante de una unidad que no participa, ni lo ha hecho en su larga historia, en ningún aspecto de la toma de decisiones sobre la identificación de sus objetivos. Desde ese primer momento en 1963, es el comité de los servicios de inteligencia el que recibe la información sobre los terroristas que pueden ser eliminados. Son siempre gente que empuña las armas o los dirigen, pero nunca políticos que hablen de política.
El comité analiza la información obtenida sobre lo que consideran objetivos peligrosos y la posibilidad de llevar a cabo una acción en el extranjero para asesinarlos. Si lo ven claro, preparan el informe oportuno y se lo pasan al primer ministro, que siempre por escrito, para que no haya dudas, tiene que autorizar la acción. En toda la historia de Israel, ni un solo primer ministro ha dejado de autorizar alguna acción a los Kidon.
Solo en ese momento comienza la planificación de la acción por parte de los órganos especializados del Mossad, que dejan la ejecución al Kidon, que puede tardar días, meses o incluso años en llevarla a cabo. Dependerá de la información obtenida sobre el objetivo y el momento adecuado para asesinarlo o secuestrarlo. En sus cerca de 60 años de vida, tras cada una de sus acciones la reacción del gobierno ha sido siempre la misma: ni confirmar ni desmentir. Las críticas que con frecuencia recibieron y reciben públicamente de muchos países les importan poco y hay un efecto que les beneficia: sus enemigos les
SUS INTEGRANTES, CAPTADOS EN EL PROPIO MOSSAD O EN LAS UNIDADES DE ÉLITE DE LAS FUERZAS ARMADAS, SIGUEN LAS ÓRDENES DEL PRIMER MINISTRO
ven con temor por su capacidad de actuar en cualquier lugar del mundo. Son 60 años en los que han asesinado a terroristas a tiros, les han puesto bombas que han destrozado sus cuerpos, los han estrangulado sin que se percataran las personas que estaban a su alrededor o, en contadas ocasiones, los han secuestrado. Para ello, a pesar de las negativas oficiales, han contado con complicidades en países como Francia, Italia, Sudáfrica, Noruega o el Líbano, incluidas las de algunos de sus jefes de gobierno.
OPERACIÓN “IRA DE DIOS”
Una de las primeras operaciones ejecutadas por el Kidon mostraría al mundo de lo que era capaz el Estado de Israel y su brazo armado. En septiembre de 1972, un comando de la organización palestina Septiembre Negro atacó a deportistas israelíes en la villa olímpica de Munich durante la celebración de los Juegos Olímpicos. Murieron los once atletas secuestrados y cinco de los ocho terroristas. Los tres terroristas detenidos fueron puestos en libertad por las autoridades alemanas para evitarse problemas futuros.
Siguiendo el protocolo reseñado, la primera ministra Golda Meir ordenó al Mossad en general, y al Kidon en particular, que asesinara a todos aquellos que habían tenido algo que ver con la preparación y ejecución del asesinato, en lo que bautizaron como operación “Ira de Dios”.
Michael Harari se puso al frente de la mega operación y de los comandos creados ex profeso, que no debían mantener ninguna relación con Israel para que sus autoridades pudieran “ni confirmar ni desmentir” cada asesinato. Durante los nueve primeros meses fue un no parar. Al primero que mataron, a las pocas semanas de la masacre, fue a Abdel Wael Zwaiter, representante de la OLP en Italia. Recibió en el portal de su casa 11 tiros, los mismos que muertos judíos en las olimpiadas. Al siguiente, Mahmoud Hamshari, lo asesinaron en París mediante una bomba colocada en su teléfono. Explosivos de otro tipo, bastante más cargados, acabaron un mes después en Nicosia con la vida de Hussein al Bashir, miembro de Septiembre Negro, al detonar un Kidon una bomba por control remoto en su habitación que lo destrozó todo.
Cayeron unos cuantos más antes de que el primer error trastocara los planes de la operación. Harari recibió muy buena información de que uno de los máximos responsa
GOLDA MEIR ORDENÓ AL MOSSAD EN GENERAL, Y AL KIDON EN PARTICULAR, QUE ASESINARA A TODOS LOS IMPLICADOS EN LA MATANZA DE MUNICH DE 1972
bles de las muertes era Ali Hassan Salameh, que estaba en un resort noruego con una mujer rubia impresionante. Se llevó a dos equipos de Kidon, le localizaron, le siguieron durante varios días y el 21 de julio de 1973 lo asesinaron. Error, grave error. Habían matado a Ahmed Bouchiki, un camarero marroquí casado con una noruega. Varios miembros del equipo fueron detenidos y el resto consiguió huir.
Las repercusiones fueron de tal magnitud que Golda Meir paró la operación, que no sería reanudada hasta varios años después por su sucesor Menahem Begin. Israel y el Kidon habían conseguido, además de vengar a sus muertos y asesinar a cerca de 15 dirigentes palestinos, meter el miedo en cualquiera que atentara contra un israelí. Desde ese momento sabían que pasara el tiempo que pasara, los Kidon les matarían.
ISRAEL NO MATA A ISRAELÍES
En 1986, el primer ministro Simón Peres se encontró con uno de los más graves problemas que tuvo Israel en toda su historia: te
ISRAEL Y EL KIDON HABÍAN CONSEGUIDO, ADEMÁS DE VENGAR A SUS MUERTOS, METER EL MIEDO EN CUALQUIERA QUE ATENTARA CONTRA UN ISRAELÍ
nían en marcha un programa nuclear oculto y uno de los trabajadores de la central de Dimona era un pacifista que creía que había que resolver el enfrentamiento con los palestinos mediante el diálogo. Se llamaba Mordejai Vanunu, y para denunciar al mundo lo que solo algunos sabían no se le ocurrió otra cosa que hacer sesenta fotos dentro de las instalaciones. Después huyó de Israel y se refugió en Australia.
Allí se puso en contacto con varios medios locales e internacionales ocultando su identidad. Su deseo era que publicaran la información, pero no tenía intención de hacerse rico con ella. Uno de los medios que recibió la oferta de la filtración fue el Sunday Mirror, cuyo periodista quedó convencido de la veracidad de la misma y habló con sus jefes para poder tener acceso a los datos. Él y el resto de los periodistas sabían que si podían confirmarla sería un escándalo. No tardaron en presentar la noticia en el despacho del dueño del Mirror, Robert Maxwell. Lo que nadie sabía es que el empresario era un destacadísimo colaborador del Mossad, por lo que envió la información al despacho de Nahum Admoni, el jefe del servicio.
Buscaron quién podría haber robado la información y llegaron a Vanunu. Pusieron en marcha una investigación para localizarle en Australia, con tan mala suerte de que salió del país camino de Londres sin que pudieran evitarlo. Simon Peres se olvidó de su comportamiento habitual cuando se trataba de enemigos árabes, en esta ocasión su encargo al Kidon fue otro: “Tráiganme a ese hijo de puta aquí, pero vivo”. Había que secuestrarle y llevarle de vuelta a Israel.
Mientras el agente Maxwell montaba en sus medios una campaña de desprestigio contra Vanunu, el Sunday Times le creyó totalmente. Mientras contrastaba la historia, le tenía escondido en un hotel apartado de Londres. Todas las precauciones eran pocas, pero Vanunu bajó la guardia. En una de sus salidas a tomar café se encontró con una chica guapa, se dejó seducir y se creyó que podrían pasar un fin de semana de amor en el apartamento que una hermana suya poseía en Roma. No hizo caso a las precauciones que le pidieron los periodistas, se fue con ella de viaje y en Roma, tras entrar en el supuesto nido de amor, le cogieron dos Kidon y le pincharon un anestésico. Estuvo cuatro días durmiendo hasta que llegó a Israel y le metieron en la cárcel.
El 5 de octubre de 1986, el Sunday Times publicó los secretos nucleares de Israel y años después desvelaron con fotos la identidad de Cheryl Ben Tov, la agente del Mossad que le
TODAS LAS PRECAUCIONES ERAN POCAS, PERO VANUNU BAJÓ LA GUARDIA Y EN UNA DE SUS SALIDAS SE DEJÓ SEDUCIR POR UNA AGENTE DEL MOSSAD
había engañado. Cumplió su condena de 18 años de cárcel en Israel y posteriormente le prohibieron abandonar el país.
ASESINATO FALLIDO EN JORDANIA
1996 y 1997 fueron años en los que Israel padeció frecuentes ataques por Hamas. Tras un atentado suicida en julio de 1997, el jefe del Mossad Danny Yaton informó al primer ministro Benjamin Netanyahu de que el responsable de haber planificado todas esas operaciones era Khaled Mashal, que en ese momento estaba viviendo en Jordania.
Netanyahu ordenó liquidarle de inmediato. Yaton mostró sus reticencias porque actuar en el suelo de un país con el que tenían buenas relaciones era un peligro. No le sirvió de nada, el primer ministro se ratificó en su orden. Entonces, mandó un equipo de Kidon para liquidar al palestino. Diez hombres entraron en Jordania, como era habitual con pasaportes de terceros países, y llevaron a cabo el seguimiento previo antes de actuar. El arma en esta ocasión era un veneno fabricado en laboratorio lanzado con un spray.
En la mañana del 25 de septiembre de 1997 Mashal, en un coche oficial conducido por un chófer-escolta, se dirigía a la sede de Hamás en Amman. A mitad de camino, el conductor detectó un coche del Kidon que les seguía y alertó a la policía jordana, que les tranquilizó porque había sido alquilado por unos canadienses. Cuando llegaron a su destino, les esperaban en la puerta, junto a muchos árabes, los dos agentes encargados del asesinato. Uno de ellos se acercó al dirigente de Hamás y apretó el spray, aunque con mucha dificultad, lo que permitió que Mashal se percatara y diera la voz de alarma. Su escolta se lanzó a por los dos hombres, a los que estaban prestos a ayudar el resto de
compañeros del Kidon. Pero apareció la policía local y tuvieron que huir. La conclusión fue la detención de dos agentes del Kidon y el ingreso hospitalario por envenenamiento de Mashal, que estaba grave, aunque el veneno no había penetrado en tal cantidad como para matarle instantáneamente.
La norma general es que los servicios secretos tienen que pedir permiso para actuar en los países amigos, algo que violaron flagrantemente los israelíes. No tenían posibilidad de desmentir su participación porque dos de sus agentes estaban encarcelados. Para colmo, Mashal no había muerto y existía la posibilidad de salvar su vida.
La solución final fue una bajada total de pantalones de Netanyahu y la dimisión a corto plazo de Yaton. Israel les envió el antídoto para el jefe de Hamás y como castigo tuvieron que liberar al principal líder palestino que tenían encarcelado, el jeque Ahmed Yassim. Cumplidas las condiciones, los dos Kidon regresaron a casa.
DUBAI: YA NADA ES IGUAL
La unidad de asesinos se ha mantenido durante 60 años aunque actualizando agentes y métodos. Cada vez que puede ser eliminado un enemigo, llega la firma del primer ministro y comienza el trabajo de campo de la unidad especial del Mossad para saber cómo y dónde poder acabar con su vida. Todo parece bastante parecido, aunque la discreción con la que les encantaba actuar ya es muy difícil mantenerla. Las cámaras que inundan las ciudades para satisfacción de las policías que tienen más fácil identificar a los delincuentes, juegan en su contra.
Uno de los últimos asesinatos conocidos –decenas de ellos quedan en segundo plano todos los años– fue el de Mahmoud al Mahbouh, importante dirigente de Hamás que participó en el asesinato de soldados israelíes y que había establecido una relación de colaboración con Irán para conseguir armas y apoyo logístico. El Mossad le localizó gracias a que violaba las más imprescindibles medidas de seguridad, entre otras sacaba los billetes para sus desplazamientos a través de Internet.
En enero de 2010, Mahbouh había decidido viajar a Dubai e instalarse en el hotel Al Bustan Rotana. Se tiene la constancia de que al menos 11 Kidon se desplazaron al país, cuya identidad nunca pudo conseguirse porque utilizaron pasaportes falsificados con la identidad de otros tantos israelíes con doble nacionalidad.
El 19 de enero, a las 20:24, el dirigente de Hamas entró en el hotel y subió a su habitación. 17 horas después, descubrieron su cadáver. En cuanto la policía de Dubai le identificó no dudaron que su extraña muerte había sido ejecutada por el servicio secreto israelí. En este caso, las nuevas tecnologías jugaron en contra del Kidon. Dubai está plagada de cámaras y pudieron demostrar toda la actuación de los asesinos. Fueron identificados, supieron cómo habían actuado y les acusaron directamente del asesinato. En Israel callaron, como siempre varios países adoptaron medidas contra ellos. Les dio igual. La auténtica identidad de los Kidon está protegida y las presiones pronto pasaron. Siempre habrá algún ministro israelí con la cara de decir: “Ustedes ven demasiadas películas de James Bond”.
EL 19 DE ENERO, A LAS 20:24, EL DIRIGENTE DE HAMAS ENTRÓ EN EL HOTEL Y SUBIÓ A SU HABITACIÓN. 17 HORAS DESPUÉS, DESCUBRIERON SU CADÁVER