LA PRIVILEGIADA RELACIÓN CON EL PAPADO
Además de los beneficios que le reportaban las actividades financieras al Temple, la orden disfrutaba de un estatuto especial frente a ciertas tasas e impuestos pontificios. Mientras que el resto de instituciones religiosas debían pagar a la Santa Sede numerosas cargas, los freires quedaron exentos de algunas de ellas. El historiador Amleto Spicciani ha puesto de relieve la política fiscal favorable de Inocencio IV hacia la milicia a mediados del siglo XIII. El papa liberó del pago del impuesto de cruzada a los señoríos templarios en Occidente al considerar que ya estaban contribuyendo a la causa por otras vías y hacerlo a través de dicho pago podría repercutirles negativamente. Por otro lado, Inocencio IV aprobó en 1253 varias ventas y arriendos templarios que los caballeros poseían en Provenza por un valor de 2.000 marcos de plata y dio permiso para poder efectuar transacciones similares hasta 4.000 y 6.000 marcos en los reinos de Inglaterra y Francia respectivamente. El pontífice remató estas concesiones aquel mismo año para todo el Occidente cristiano menos Alemania otorgando al Temple todas las recaudaciones de conmutación de los votos de cruzada, las sanciones por el delito de usura y las donaciones para Tierra Santa dejadas en los testamentos hasta 10.000 marcos.
Frente a las acusaciones y críticas contra las actividades económicas de los freires, la Santa Sede también acudió en ocasiones a lavar la imagen de la milicia. El Archivo de la Corona de Aragón, conserva una bula de 1218 en la que Inocencio III expone cómo el Temple invierte sus recursos en los pobres y milicias, para terminar calificando como habladurías las recriminaciones a los caballeros. En ese sentido, anima a que todas las iglesias prediquen la inocencia de los templarios durante los domingos y fiestas de guardar. Lo cual denota a su vez, la animadversión popular que levantaba la orden aunque tuviera valedores de primer nivel como el papado. Precisamente, Roma no tuvo reparo en apoyarse en el entramado económico templario para llevar a cabo ciertas recaudaciones de impuestos. Sin ir más lejos y para la geografía hispana, el historiador Gonzalo Martínez Díez recuerda que “el 30 de diciembre de 1221 el templario frey Diego Manso, por mandato del maestre provincial frey pedro Alvítiz, extiende un recibo a la abadesa de las Reales Huelgas de Burgos por el que reconoce haberle sido entregadas monedas por valor de 4.706 maravedís áureos que, procedentes del impuesto para la cruzada, un colector pontificio había dejado depositados en dicho monasterio”. Opina Martínez Díez que el papado había optado por usar la red templaria de envío de dinero con seguridad hasta la Santa Sede.