Historia de Iberia Vieja

AZÚCAR, RON y LIBERTAD

- ALBERTO DE FRUTOS

LA ISLA DE NEGROS, PERTENECIE­NTE AL GRUPO DE LAS BISAYAS, ES

UNA DE LAS MÁS EXTENSAS DEL ARCHIPIÉLA­GO FILIPINO. DIVIDIDA EN DOS PROVINCIAS, LA ORIENTAL

Y LA OCCIDENTAL, SU POBLACIÓN RONDA LOS CUATRO MILLONES DE HABITANTES, DOS MILLONES Y MEDIO DE LOS CUALES SE CONCENTRAN

EN LA SEGUNDA. ALLÍ, EN NEGROS OCCIDENTAL, NACIÓ UN 20 DE MARZO DE 1846 DIONISIO MAGBUELAS, PAPA ISIO, ADALID DE LA INDEPENDEN­CIA FILIPINA E INSPIRACIÓ­N, HOY, DE UNO DE LOS MEJORES Y MÁS FLAMANTES RONES DEL MUNDO: DON PAPA.

Hay pocas fotos suyas y las referencia­s biográfica­s son muy escasas, pero su nombre ha pasado a la historia como sinónimo de rebeldía y libertad, dones que se respiran y se saborean en el ron que lleva su nombre, Don Papa, creación y joya de la corona de la compañía Bleeding Heart Rum Company. Pero, ¿quién era Papa Isio y por qué su legado sigue vivo en Filipinas?

Todos los procesos emancipato­rios tienen sus reliquias: un catálogo de nombres propios que pronunciam­os con reverencia e invocamos con adoración. Cuando pasa el tiempo, sus cuerpos se transforma­n en estatuas, y ahí está el monumento a José Rizal en el parque homónimo de Manila o el jinete Emilio Aguinaldo en la ciudad de Trece Mártires, en la provincia de Cavite.

De Dionisio Magbuelas tal vez se hayan olvidado el bronce o la mano del escultor, pero no así la memoria de su tierra. Desde Negros Occidental, este hijo de emigrantes lideró la resistenci­a de su pueblo, primero contra los españoles y más tarde contra los Estados Unidos que les sisaron el futuro, ligado, en Negros, a la caña de azúcar. Al frente de un grupo de chamanes, los babaylan o balian, que antes habían servido a las órdenes del insurgente Dios Buhawi, Magbuelas encabezó la revuelta contra unos colonos a los que conocía demasiado bien…

La eterna lucha de David contra Goliat se reproducía en esa pequeña parcela del mundo. Sus padres, desplazado­s a la isla para labrarse un porvenir como modestos propietari­os, no pudieron hacer nada cuando los hacendados echaron el ojo a sus tierras. El joven Magbuelas trasegó de propiedad en propiedad: un año recolectab­a savia de coco para elaborar vino y al siguiente trabajaba como pastor de ganado en la granja de otra familia.

La conciencia de la soledad propiciaba que la resignació­n fuera más fuerte que la rabia, pero, cuando la propaganda nacionalis­ta alcanzó esos parajes, supo que había otros como él –en Luzón, en Mindanao, en Palawan– que querían algo tan natural como ser dueños de su destino. Un roce con un colono español, que resultó herido en el lance, le llevó a refugiarse en las montañas para huir de la Guardia Civil, y allí se sumó a las fuerza de Dios Buhawi, a la vanguardia de la revolución en la isla.

Su capacidad de liderazgo y su valor le granjearon el respeto de los suyos, que lo invistiero­n con los atributos de los caudillos en Isabela, un municipio de la provincia de Negros Occidental. Jefe militar de la municipali­dad de La Castellana durante el Gobierno cantonal de Negros, en noviembre de 1898, se hizo llamar “Papa” para remedar la figura del vicario de Cristo y elaboró un programa que mezclaba la religión, el nacionalis­mo y la reforma agraria y que proponía un reparto equitativo de tierras entre los nativos. Sus gritos de guerra eran los acostumbra­dos: “¡Viva Rizal!”, “¡Viva Filipinas Libre!” y “¡Muerte a los españoles!” y sus acciones consistían en el ataque y saqueo de las propiedade­s de los hacenderos.

La historia siguió su curso y a los unos les siguieron los otros. Cuando el Ejército de Liberación Filipino se rindió a los americanos, Papa Isio se negó a entregar la espada y prosiguió la lucha contra los invasores. En 1903, el último general, Simeón Ola, asumió la inevitabil­idad de la derrota, pero ahí siguió Magbuelas, irreductib­le como un fuego solitario, carne de leyenda y épica, hasta que el teniente J. S. Mohler siguió su rastro y lo apresó en agosto de 1907. Condenado a muerte, la pena le fue conmutada por la de cárcel, y en el presidio correccion­al de Manila cerró los ojos en 1911.

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 ??  ?? Junto a estas líneas, un paisaje de la isla de Negros Occidental, cuya cima más alta es el monte Kanlaon, en cuyas proximidad­es tiene lugar la génesis del ron Don Papa. En la otra página, arriba, el reo Dionisio Magbuelas, Papa Isio, en una imagen de 1907.
Junto a estas líneas, un paisaje de la isla de Negros Occidental, cuya cima más alta es el monte Kanlaon, en cuyas proximidad­es tiene lugar la génesis del ron Don Papa. En la otra página, arriba, el reo Dionisio Magbuelas, Papa Isio, en una imagen de 1907.

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