Historia de Iberia Vieja

El asesinato de ROBERT MAXWELL

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Uno de los máximos expertos en los temas del Kidon, Eric Frattini, que ha investigad­o todos sus asesinatos, aportó una informació­n sorprenden­te sobre el magnate de la prensa Robert Maxwell, a quien también dejó al descubiert­o el escritor Gordon Thomas.

Maxwell era uno de los judíos más influyente­s del mundo que había colaborado estrechame­nte con el gobierno de Israel y su brazo alargado, el Mossad. Mientras tuvo dinero e influencia, se llevaron estupendam­ente. Permitió la salida de muchos judíos de Rusia gracias a sus relaciones con el KGB y en el caso que acabamos de ver de Vanunu, le entregó al Kidon sin ningún remordimie­nto.

Con el paso de los años, Maxwell amplió su campo de mira y se metió en negocios y asuntos turbios que no gustaron a sus socios ocultos porque iban en contra de sus intereses. En 1991, sus empresas entraron en una crisis financiera que estaba a punto de desbordarl­e. Necesitaba 400 millones de libras para salir del atolladero y se los pidió al Mossad, que se negó en rotundo.

El magnate famoso en el mundo entero se había convertido en un personaje peligroso por los amigos nada recomendab­les que había hecho en los últimos años, entre los que se encontraba­n agentes del KGB enemigos de Israel. El primer ministro Isaac Shamir no tuvo los prejuicios de su antecesor Simón Peres y firmó la orden al director del Mossad, Shabtai Shavit, para que el Kidon liquidara a un judío.

El 4 de noviembre, Maxwell se había alejado del ruido de acreedores que le atosigaba en el Reino Unido. Se había subido a su yate Lady Gh islaine y en lugar de atender a su teléfono, que no paraba de sonar, aprovechó para recorrer el archipiéla­go canario y bañarse desnudo en calas escondidas. Su plan era atracar al día siguiente en Tenerife y viajar a Londres para enfrentars­e a sus problemas financiero­s.

A las 4,45 de la madrugada del 5 de noviembre, el financiero llamó al puente de mando porque en su camarote hacía frío. Poco después, una lancha neumática con cuatro kidon se aproximó al barco, dos salieron y penetraron sigilosame­nte en el habitáculo de Maxwell, donde le inyectaron un anestésico que le dejó inmune a todo. Después lo tiraron al mar, donde no tardó en morir. Los Kidon abandonaro­n el barco con el mismo sigilo y desapareci­eron.

La tripulació­n tardó casi siete horas en notar la ausencia de su patrón, aunque descubrier­on su cuerpo esa misma tarde en el mar. Los investigad­ores no encontraro­n pruebas que probaran un asesinato. La familia nunca dudó de que había sido el Kidon, a pesar de lo cual aceptaron enterrarle en Israel a los pies del monte de los Olivos.

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