UNA EXHAUSTIVA radiografía
■ Andreu Navarra (Barcelona, 1981) es, además de escritor y reconocido historiador, profesor de Educación Secundaria en la enseñanza pública catalana. Tras años de vivir intensamente la enseñanza, ha decidido poner por escrito su experiencia y la de muchos de sus compañeros docentes, para mostrar el “estado de ánimo actual” de una importante parte del profesorado. Su ensayo está muy lejos de los numerosos textos que se publican hoy día sobre la nueva pedagogía y sus argumentos coinciden con un buen número de autores que han acertado a señalar sin componendas los principales defectos de la educación contemporánea. El autor cita en numerosas ocasiones a Gregorio Luri, Inger Enviskt y José Antonio Marina, a los que podemos añadir a Alberto Royo, José Sánchez Tortosa, Salvador Cardús y otros autores. Todos ellos, de una u otra manera, reniegan de los supuestos avances educativos que incorpora la explosión de las nuevas tecnologías y de la pedagogía moderna (“los nuevos pedagogos –escribe– o bien disparan el fracaso escolar, o consiguen maquillarlo mediante argucias”).
En todo el libro, las referencias personales son constantes. Esto aleja su ensayo del discurso teórico, pues lo que se cuenta es visible, real, palpable, reconocible. El autor no inventa nada y con mucho realismo señala aciertos y fallos, que son los que otros muchos profesores suelen contar. Navarra se convierte así en el portavoz de un buen número de docentes que no se sienten identificados con los análisis que hacen las Administraciones (o sea, los políticos). Tanto en este libro, como en los otros que hemos mencionado, el análisis, con tintes a veces catastrofistas, resulta clarividente. Otra cosa son las soluciones que se deben tomar, no siempre evidentes, donde se puede coincidir o no. Sí resulta acertado decir que cualquier reforma educativa que se haga (y en España somos expertos en reformas de gran calado de manera periódica) debería contar como prioridad con la opinión de los docentes. Además, algunas conclusiones del autor destacan por su sentido común, como que no se toque lo que funciona y se aborde con valentía aquello que no funciona. Por ello, defiende Navarra el papel protagonista del docente, aunque no siempre es corporativista. Por ejemplo, señala que “los principales enemigos del docente son la angustia social y la toxicidad del cínico”. Hay profesores que, sumergidos en los microapocalipsis de la vida diaria en las aulas, han caído en un escepticismo nihilista que se vuelve en contra de la enseñanza y de la profesión. Pero, para Navarra, hay muchos más docentes que sí quieren hacer las cosas bien y sacar a sus alumnos adelante.