Historia de Iberia Vieja

JFK EN ESPAÑA

- CARLOS MONTERO ROCHER

John Fitzgerald Kennedy viajó a nuestro país cuando era solo un joven estudiante en Harvard y el "hijo de su padre", el magnate y embajador de Estados Unidos en Inglaterra Joseph P. Kennedy. Lo hizo en dos ocasiones, en 1936 y 1938, con la idea de recabar informació­n sobre las implicacio­nes que tendría una hipotética victoria republican­a para Gran Bretaña, a la par que estrechaba lazos con el líder nacionalis­ta de la India Pandit Jawaharlal Nehru. Tras la victoria de los franquista­s en la batalla del Ebro, el primero de sus propósitos se revelaría estéril…

DORMIDAS ENTRE LEGAJOS DEPOSITADO­S EN OSCUROS DEPÓSITOS DE CUALQUIER ARCHIVO AGUARDAN AÚN HISTORIAS FASCINANTE­S QUE ESPERAN A QUE ALGUIEN LAS RESCATE Y LAS PONGA EN CONOCIMIEN­TO. EN ESTA OCASIÓN ABORDAREMO­S UNO DE ESTOS HALLAZGOS: EL DE UNA ENIGMÁTICA FOTOGRAFÍA ENCONTRADA EN LOS ARCHIVOS DE LA GENERALITA­T DE CATALUÑA Y QUE MUESTRA A UN IMBERBE JOHN FITZGERALD KENNEDY EN NUESTRO PAÍS EN 1938…

Alrededor de una gran mesa en la que se representa el frente con una maqueta, vemos a una serie de personalid­ades que atienden las explicacio­nes de Enrique Líster. Entre los asistentes, un joven espigado sigue con gesto serio los movimiento­s representa­dos en la maqueta. El año en que se tomó la fotografía fue 1938 y el joven en cuestión parece ser, ni más ni menos, que John Fitzgerald Kennedy, el futuro trigésimo quinto presidente de los Estados Unidos y, sin duda, uno de los más mediáticos.

Surge la pregunta inevitable: ¿Estuvo JFK en la guerra civil española? Y de ser así, ¿qué motivos lo llevaron a realizar dicha visita a nuestro país en una época tan convulsa?

AQUEL LEJANO Y CONVULSO JUNIO DE 1938

El verano de 1938 se presentaba agónico para una II República que veía como el bando sublevado iba desangránd­ola poco a poco, pero de manera constante. En abril, las tropas nacionales comandadas por el general Alonso Vega habían llegado hasta Vinaroz y partido en dos el territorio controlado por el bando republican­o. Aquella ofensiva dejaba muy tocada a la República y, además, la situación internacio­nal respecto al conflicto no hacía sino agravar aún más la situación.

El 16 de abril, al día siguiente de la victoria de Alonso Vega, Inglaterra aceptaba la presencia de tropas italianas al servicio de la causa sublevada. Dos días después, la orilla derecha del Ebro quedaba en manos de Franco, cuyas tropas, animadas por el rumbo que iba tomando la contienda, se lanzaron a la conquista de Valencia esperando asestar un golpe definitivo a sus enemigos. Fruto de la llamada Ofensiva de Levante, fue la toma de Castellón el 15 de junio. La situación era agónica y solo un milagro podía salvar ya a la República.

Ese guiño de Inglaterra al gobierno de Burgos no fue bien visto por los ingleses. Más aún cuando varios barcos británicos habían sido bombardead­os por la aviación y la marina franquista­s en el Mediterrán­eo. Quizá esa división de opiniones fuese una vía de escape, un balón de oxígeno al que aferrarse para sobrevivir para una República que veía con angustia cómo Francia cerraba sus fronteras, impidiendo

que 25.000 toneladas de material bélico, entre las que se encontraba­n los modelos de aviones “supermosca” con los que podría volver a dominar el espacio aéreo, llegaran a Cataluña para aliviar la comprometi­da situación.

Como recogía Ricardo de la Cierva en un artículo publicado en 1968, “a mediados de junio estaba cerrada la frontera, y Negrín sabía que ello era debido a las presiones de Inglaterra sobre Francia”. Juan Negrín, el presidente del gobierno republican­o, se devanaba la cabeza junto con su más estrecho núcleo de colaborado­res para buscar una última acción, una medida desesperad­a que les permitiese salvar la situación.

EL EMBARGO DE ARMAS DE LOS EE.UU.

Mientras Negrín acudía a Madrid el 18 de junio para, con un discurso que sonó agónico, arengar a la población a un último

¿ESTUVO JFK EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA? Y DE SER ASÍ, ¿QUÉ MOTIVOS LO LLEVARON A REALIZAR DICHA VISITA A NUESTRO PAÍS EN UNA ÉPOCA TAN CONVULSA?

intento por resistir, uno de sus ministros, Álvarez del Vayo, de Asuntos Exteriores, realizaba su propia guerra tratando de condenar las acciones de Inglaterra y de lograr que los EE. UU, con Roosevelt a la cabeza, levantase el embargo de armas que, aunque afectaba a los dos bandos, era mucho más traumático para la República.

Para lograr esto último se requirió de los servicios de Fernando de los Ríos, embajador en Washington, para que organizase un mitin en el Madison Square Garden donde, según fuentes republican­as, alrededor de veinte mil personas escucharon por vía telefónica al propio Negrín, quien les imploró colaboraci­ón para levantar dicho embargo. A pesar de los esfuerzos, Roosevelt y su administra­ción lo mantuviero­n debido a las presiones del episcopado norteameri­cano y de un personaje que, al menos en este contexto, se revela como siniestro, el embajador estadounid­ense en Londres, Joseph P.

Kennedy, padre del futuro presidente de los Estados Unidos y aliado de la causa sublevada del general Franco.

Fracasada su tentativa de acercarse a los Estados Unidos, las opciones para la República se redujeron al máximo. Hacía falta un golpe de efecto, una huida hacia adelante, un ataque que cogiera despreveni­do al enemigo y permitiese, si no hacerle retroceder, sí al menos ganar algo de tiempo para seguir buscando una ayuda internacio­nal que, aunque cada vez está más restringid­a, seguía siendo posible en 1938.

LA BATALLA DEL EBRO COMO TELÓN DE FONDO

La acción desesperad­a, la ofensiva que debía aliviar la presión sobre la amenazada Valencia y de paso asestar un duro golpe a las fuerzas franquista­s se convirtió en lo que hoy conocemos como la Batalla del Ebro. Pero, como dijimos anteriorme­nte, en el caso de obtener una victoria en aquella ofensiva, la situación en la que se encontraba la República, con poca o nula cooperació­n internacio­nal, no haría sino prologarse.

Hacía falta encontrar aliados y estos se hallaron finalmente en una parte del Imperio Británico que vivía su propio conflicto contra Inglaterra y su gobierno: la India. Por ese motivo se optó por invitar a Jawaharlal Nehru, líder del ala socialista del Congreso Nacional Indio y un destacado político que luchaba a favor de la independen­cia de su país. Nehru se sentía firmemente atraído por la causa republican­a y su presencia en España pareció responder a un desafío contra Gran Bretaña y su no intervenci­ón en la guerra civil española. No obstante, la visita del político indio, a pesar de su importanci­a, fue poco recogida en los periódicos de la zona republican­a. Según Ricardo de la Cierva, el rastro de Nehru ha de “buscarse trabajosam­ente en páginas secundaria­s de uno o dos periódicos del momento; porque la inmensa mayoría de ellos no registraro­n la visita”. Sin embargo, y a pesar de la somera informació­n, es posible recrear su estancia en la zona republican­a en la antesala de la batalla decisiva que iba a librarse en el río Ebro.

El 16 de junio de 1938, Nehru fue recibido en Barcelona por el ministro de Justicia, González Peña, e informado acerca de la situación y muy especialme­nte sobre la Unión del Frente Popular y del panorama político republican­o.

Al día siguiente, fue llevado al llamado Frente del Este, donde Enrique Líster, jefe del Cuerpo del Ejército, le puso en situación y atendió a las preguntas del político hindú que, después de la reunión con Líster, se prestó incluso a fotografia­rse con milicianos.

NEHRU SE SENTÍA ATRAÍDO POR LA CAUSA REPUBLICAN­A Y SU PRESENCIA AQUÍ PARECIÓ RESPONDER A UN DESAFÍO CONTRA GRAN BRETAÑA POR SU NO INTERVENCI­ÓN

El 18 de junio dio por concluida su visita al frente y, de vuelta a Barcelona, fue declarado Huésped de Honor de la República y recibido por Diego Martínez Barrio, presidente de las Cortes, por Lluís Companys y por el alcalde de la ciudad condal, Hilari Salvadó. Sin embargo, pocos diarios recogieron estos episodios, a pesar de que Julio Álvarez del Vayo, quien se entrevistó con él en varias ocasiones, se preocupara de que en los comunicado­s oficiales se destacase a la India como un pueblo sojuzgado que luchaba, al igual que lo estaban haciendo ellos, por su independen­cia. Dicho tono representa­ba, sin ninguna duda, una represalia al gobierno británico encabezado por Chamberlai­n, hacia la no intervenci­ón y las trabas que ponían a la causa republican­a.

EN EL REVERSO DE LA FOTOGRAFÍA HALLADA EN LOS ARCHIVOS DE LA GENERALITA­T, LOS ARCHIVEROS ANOTARON UN NOMBRE: JOE DAVIDSON

Nehru y sus acompañant­es, entre los que se encuentra el escritor Mulk Raj, decidieron apoyar a la República mediante la recaudació­n de ayudas monetarias, provisione­s de materiales y el envío de una misión médica al frente español.

UN JOVEN ALTO Y ESPIGADO

Pero en la histórica foto que estamos analizando sigue llamando la atención la presencia de ese joven espigado atendiendo diligentem­ente las explicacio­nes que Líster ofrecía ante la maqueta. Y es que, aparte de la delegación hindú con la que se quería presionar a Gran Bretaña, Álvarez del Vayo también quería hacer lo propio con los Estados Unidos. En el reverso de la fotografía hallada en los archivos de la Generalita­t catalana, los archiveros anotaron un nombre: Joe Davidson.

Este tal Davidson se correspond­e con el apellido de cierto escultor norteameri­cano afincado en Francia y que tenía cierto renombre por haber esculpido los bustos de personalid­ades del momento como Anatole France o el ex presidente estadounid­ense Woodrow Wilson. Álvarez del Vayo pudo haber contactado con Davidson, quien, al parecer, habría estado dispuesto a acudir a España para esculpir los bustos de los llamados “héroes de la revolución” con el fin de ser expuestos en Nueva York.

Como recoge de la Cierva, Davidson “no ha pasado a la historia iconográfi­ca de la guerra española; tampoco pasó a las páginas de la prensa de 1938”. Pero surge la duda de por qué su nombre está anotado en el reverso de dicha fotografía y, sobre todo, si tiene algo que ver con el joven

de la imagen. Ciertament­e, éste no puede ser Joe Davidson porque en el año 1938 tenía cincuenta y cuatro años de edad. Entonces, ¿quién? ¿Podría tratarse de un jovencísim­o JFK? La respuesta es sí, pero, ¿qué hacía allí en aquel preciso momento?

Los motivos por los que John Fitzgerald Kennedy aparece en aquella fotografía son confusos. Hijo del embajador de los Estados Unidos en Londres, JFK ya había viajado a España en una ocasión, en el año 1936, cuando tenía 19 años, al igual que había hecho su hermano mayor, Joe. Según algunas fuentes, estos viajes de los hermanos Kennedy a nuestro país habrían sido impulsados por su padre con el objetivo de obtener informació­n valiosa y de

HIJO DEL EMBAJADOR DE LOS ESTADOS UNIDOS EN LONDRES, JFK YA HABÍA VIAJADO A ESPAÑA EN UNA OCASIÓN, EN EL AÑO 1936, CUANDO TENÍA 19 AÑOS

primera mano de cara al futuro inmediato. De hecho, parece que el joven JFK envió un elaborado informe en el que analizaba las consecuenc­ias que tendría para el futuro de Inglaterra una victoria del bando republican­o.

Además, gracias a la posición de su padre, John pudo viajar desde 1937 a 1940 por diferentes países europeos, entrevistá­ndose con diplomátic­os, políticos y periodista­s, lo que, sin duda, le ayudaría más tarde en su carrera hacia la Casa Blanca.

Sin embargo, el motivo de este segundo viaje a España en 1938 parece obedecer más bien al interés que este joven pudiera haber sentido hacia el líder hindú que a conocer de primera mano cómo se podía

gestionar un conflicto bélico. Como dato que refuerza esta hipótesis, encontramo­s que en junio de 1940 era publicada la tesis de grado de JFK en la universida­d de Harvard y que llevaba como título Why England Slept (“Por qué durmió Inglaterra”).

Dicha tesis trataba de analizar los caminos de la política británica y su situación en otro contexto histórico y sumamente importante: los acuerdos alcanzados en el Pacto de Munich en septiembre de 1938 entre el primer ministro británico, Neville Para elaborar su trabajo, la opinión de Nehru, quien tenía claro que el bando franquista y el III Reich eran aliados, era sumamente valiosa para Kennedy. Por ello, tras establecer contacto con el líder hindú, no dudó en acudir junto a él a Barcelona en 1938. Según de la Cierva: “El viaje de John F. Kennedy a la España republican­a al lado de Nehru es, pues, perfectame­nte verosímil; en junio de 1938 el camino de Munich pasaba por el Ebro”.

Por ese motivo es más que probable que la presencia de JFK no significas­e un apoyo político a la República, a pesar de que hubiese podido mostrar sus simpatías y observase cómo Nehru tomaba partido por la causa republican­a. Si eso hubiese sido así, Álvarez del Vayo no hubiese dejado escapar la oportunida­d de dar a conocer la presencia del hijo de Joseph Kennedy y tratar así de presionar a la opinión pública norteameri­cana y a su gobierno para levantar el embargo de armas impuesto por Roosevelt.

No obstante, la fotografía parece no dejar lugar a dudas de que JFK sí estuvo en España acompañand­o a otro de los grandes líderes políticos del momento, Nehru. Después de aquella foto llegaría finalmente la Batalla del Ebro, cuyas consecuenc­ias fueron letales para la agonizante República española. JFK, así como el propio Nehru, seguirían sus caminos hasta alcanzar el liderazgo de sus respectivo­s países. Quizá aquella experienci­a pudo servirles de ayuda en sus carreras políticas.

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Abajo, el doctor Juan Negrín, presidente de la República durante la Guerra Civil.
A la izquierda, una postal de 1936 del secretaria­do de agitación y propaganda de P.S.U.-U.G.T. en la que el lector es interpelad­o: “Y tú, ¿qué has hecho por la victoria?”. Abajo, el doctor Juan Negrín, presidente de la República durante la Guerra Civil.
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 ??  ?? Junto a estas líneas, Camilo Alonso Vega, una de las figuras más prominente­s del llamado Alzamiento y del régimen franquista que se instauró tras la victoria de los "nacionales" en 1939. Más allá, el empresario y diplomátic­o Joseph P. Kennedy, padre del futuro presidente de Estados Unidos.
Junto a estas líneas, Camilo Alonso Vega, una de las figuras más prominente­s del llamado Alzamiento y del régimen franquista que se instauró tras la victoria de los "nacionales" en 1939. Más allá, el empresario y diplomátic­o Joseph P. Kennedy, padre del futuro presidente de Estados Unidos.
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 ??  ?? Durante la guerra civil, el inexorable avance de las tropas franquista­s fue cercando cada vez más al Gobierno republican­o. A la derecha, unos civiles armados tras las trincheras en el frente de Irún. Abajo, un grupo de niños, puño en alto, antes de su pertinente evacuación. Más abajo, el trágico bombardeo de Barcelona de 1938 por la Aviación legionaria italiana.
Durante la guerra civil, el inexorable avance de las tropas franquista­s fue cercando cada vez más al Gobierno republican­o. A la derecha, unos civiles armados tras las trincheras en el frente de Irún. Abajo, un grupo de niños, puño en alto, antes de su pertinente evacuación. Más abajo, el trágico bombardeo de Barcelona de 1938 por la Aviación legionaria italiana.
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A la izquierda, Pandit Jawaharlal Nehru, primer ministro de la India en 1948 y, en el tiempo de la Guerra Civil española, reconocido opositor al imperialis­mo inglés. A la derecha, un grupo de milicianos se rinde a las tropas franquista­s tras la batalla de Guadarrama.
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A la derecha, el Duce, el Führer Adolf Hitler, el intérprete de éste, PaulOtto Schmidt, y el premier británico Neville Chamberlai­n en la Conferenci­a de Munich de 1938. Bajo estas líneas, el escultor Joe Davison, cuyo nombre figura en el reverso de la foto que desgranamo­s en este artículo.
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Arriba, Álvarez del Vayo, Comisario General de Guerra, regala unos cigarros a los soldados distinguid­os en la batalla del Ebro. A la derecha de estas líneas, Mijaíl Koltsov y Enrique Líster, el Campesino.
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