EL TEMPLO DE VESTA Y LA CASA DE LAS VESTALES
El Templo de Vesta se encontraba en pleno Foro Romano, el corazón de la ciudad, al sur de la Vía Sacra. Es una de las ruinas más antiguas e importantes de Roma. Data del s. IV a.C., tiene forma circular, y albergaba la particularidad de que su techo siempre estaba abierto, para facilitar la salida del humo que exhalaba la llama sagrada.
Si bien las tareas relacionadas con el cuidado de la llama sagrada tenían lugar en el Templo de Vesta, las vestales vivían en otro edificio anexo, denominado Casa de las Vestales: un palacio que bien podría considerarse una mansión de lujo, con cincuenta habitaciones levantadas alrededor de un patio ajardinado salpicado de estanques. El pórtico estaba poblado por estatuas de las antiguas sumas vestales, con su correspondiente placa explicativa, detallando sus virtudes. Las habitaciones eran sencillas, sin ventanas. Tan solo poseían un escritorio, una cama, una maceta con una planta, algunos ganchos para colgar la estola y el tocado, y dos lámparas. Tenían estrictamente prohibido entrar en la habitación de las otras.