La prehistoria de los pendrive
QUIZÁ NUESTRA IMPONENTE SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN TERMINE, DENTRO DE NO MUCHOS AÑOS, CONVIRTIÉNDOSE EN UNA ESPECIE DE AGUJERO NEGRO PARA LOS HISTORIADORES, INCAPACES DE ACCEDER A NUESTRAS MEMORIAS DIGITALES, INTENTANDO RECUPERAR EL RECUERDO DE NUESTRO TIEMPO SÓLO A TRAVÉS DE LOS PERIÓDICOS, REVISTAS Y LIBROS IMPRESOS QUE LES HAYAN LLEGADO POR ENTONCES. POR ESO LLAMA LA ATENCIÓN LO QUE PODRÍAMOS DENOMINAR ‘PENDRIVE’ DECIMONÓNICOS, UNOS ARTILUGIOS REALMENTE SINGULARES QUE NO TIENEN EL PROBLEMA DE QUE LA INFORMACIÓN QUE CONTIENEN VAYA A BORRARSE POR DEGRADACIÓN DE SUS CIRCUITOS…
La necesidad de conservar información ha sido siempre algo consustancial a la vida humana. Desde tiempos remotos se han transmitido narraciones de forma oral, confiando en que mensajes vitales para las culturas antiguas se podían legar entre generaciones. En esos casos se solía ser muy estricto a la hora de mantener la integridad del mensaje pero, ya se sabe, por muy refinada que sea la técnica, la mente humana termina por introducir modificaciones en
ese tipo de narraciones. Por eso, también desde muy antiguo, muchas culturas del mundo han intentado legar a sus descendientes mensajes importantes en forma de soportes materiales que pudieran ser leídos sin el problema que una narración oral pudiera conllevar. Así, tenemos por doquier representaciones en piedra, desde las atractivas iconografías pétreas de las iglesias románicas hasta las enigmáticas marcas de los geoglifos como los de Nazca. Curiosamente, en mucho de esos casos se ha perdido todo, o gran parte, de la intención y el mensaje originales, por lo que el esfuerzo para transmitir la información ha terminado por convertirse en enigma.
Hoy día uno de los medios físicos más comunes para transmitir información son los célebres ‘pendrive’, también conocidos como lápices de memoria, o simplemente memorias USB. Este tipo de memoria electrónica de estado sólido se ha convertido en algo ubicuo. Las empresas los utilizan para guardar y enviar informes y todo tipo de documentos. El común de los mortales los emplea para conservar fotografías, vídeos o cualquier recuerdo digital. Se encuentran en todas partes y puede considerarse como uno de los artilugios tecnológicos más exitosos de comienzos del siglo XXI. Aunque ya existían modelos primitivos a mediados de los noventa, la
AHORA PODEMOS LLEVAR EN EL BOLSILLO, EN UN MINÚSCULO CIRCUITO ELECTRÓNICO, CIENTOS DE CANCIONES, GRABACIONES DE VÍDEO, DOCUMENTOS...
explosión en su comercialización parte del éxito de las conexiones tipo USB en los ordenadores desde los primeros años de este nuevo siglo. Algunos modelos primitivos utilizaban baterías como fuente de alimentación, pero desde que la propia conexión USB permite alimentar este tipo de memorias que se pueden escribir una y otra vez, su éxito ha sido imparable. Ahora podemos llevar en el bolsillo, en un minúsculo circuito electrónico embutido en plástico, cientos de canciones, grabaciones de vídeo, documentos o cualquier tipo de información digital. Con ellos, los tradicionales disquetes, o incluso los CDROM, han ido pasando a mejor vida.
NO SON ETERNOS
Otro tema, más polémico, que va más allá de su practicidad y de lo cómodo que es utilizarlos, sería el problema de la obsolescencia
de la información grabada en ellos. La mencionada iconografía en iglesias románicas lleva ahí siglos, como también cualquier muestra de escritura egipcia o incluso las tablillas de arcilla del creciente fértil. Milenios han aguantado y, aunque hoy sean pocos los especialistas que sean capaces de leerlos, al menos son soportes de información que posiblemente nos acompañen muchos milenios más. Pero, ¿qué se puede decir de nuestro querida memoria USB? El avance en los que son las tecnologías de la información hace que un soporte de memoria que hoy es lo más puntero, pase a ser algo antiguado relativamente pronto. Ha sucedido con las vetustas bobinas de cinta magnética de los ordenadores de los sesenta y setenta, con las clásicas tarjetas perforadas o con los discos magnéticos y, obviamente, sucederá con nuestras llaves USB. Dentro de un siglo posiblemente sea muy complicado recuperar información de este tipo de dispositivos, eso siempre que todavía no se haya degradado su contenido.
LOS LUKASA
Y aquí es donde entran los Lukasa, o “manos largas”, unos objetos que a primera vista parecen algo meramente decorativo pero que, salvando las lógicas distancias, hacían la veces de contenedores de información al modo de nuestras memorias USB. Se los menciona como típicos de cier
A PRIMERA VISTA LOS LUKASA PARECEN ALGO MERAMENTE DECORATIVO, PERO HACÍAN LA VECES DE CONTENEDORES DE INFORMACIÓN, COMO NUESTRAS MEMORIAS USB
to arte africano del siglo XIX, pero según los especialistas serían mucho más antiguos. Los Lukasa vendrían a ser archivos de información “secreta” que sólo podrían ser leídos por sabios conocidos como los “hombres de la memoria”. Son objetos propios de ciertas sociedades secretas de los Luba, pueblo bantú que habita en el sudeste de la República Democrática del Congo.
Según refiere Thomas Q. Reefe, especialista en historia de los Luba, en su seminal artículo sobre estos artilugios que publicó en 1977 en la revista African Arts, bajo el acertado título de Lukasa: A Luba Memory Device:
…son un dispositivo de memoria esotérica que fue creado, manipulado y protegido por los Bambudye, una sociedad secreta de los Luba. Aunque no puede compararse por razones estéticas con el arte político y religioso Luba, como los taburetes y bastones reales, las estatuas de deidades y héroes de la cultura y las máscaras religiosas, era una parte integral del inventario de artefactos tallados que servían a las necesidades del sistema político y religioso. Muy pocos ejemplos de lukasa salieron a la luz durante el período colonial temprano porque sus funciones eran secretas. Sin embargo, algunos acontecimientos ocurridos en los últimos años han hecho posible la recopilación de información sobre este objeto. En primer lugar, los Bambudye han desaparecido como sociedad secreta desde el final de la Segunda
TODO ELLO FORMA UNA TABLETA DE MEMORIA QUE NARRA HISTORIAS COMPLEJAS, DESDE DESCRIPCIONES DE HÉROES HASTA NARRACIONES DE VIAJES
Guerra Mundial, y la gente ya no teme su poder. Segundo, debido a que el dispositivo no se usa ahora, los individuos y las familias Luba están dispuestos a mostrar su lukasa a los investigadores. En tercer lugar, los ejemplos no han sido robados por coleccionistas o contrabandistas en los últimos años porque no encajan en las categorías más comercializables de estatuas, máscaras y taburetes.
Ciertamente, como menciona Reefe, ha sido algo casi milagroso que estos dispositivos primitivos de memoria hayan llegado hasta nosotros. Al tratarse de algo secreto, sólo accesible a unos pocos iniciados, además de como elementos de poder, bien podían haberse perdido en la niebla del tiempo y ser tomados como simples objetos artísticos. Existen diversos tipos de Lukasa, pero todos ellos sirvieron como soporte para narrar historias, como elementos mnemotécnicos, puede que incluso contables y, también, como mapas. Para interpretarlos, los sabios debían realizar diversos movimientos e identificar las formas en las que estaban colocados. Mayormente constituidos como tableros de madera con formas ahusadas o que recuerdan a relojes de arena, los Lukasa están repletos de elementos como fragmentos de metal, cristal, conchas, cuentas de piedra, marcas en la madera y símbolos de muy diverso tipo. Todo ello forma una tableta de memoria que narra historias complejas, desde descripciones de héroes hasta narraciones de viajes. Son, sin duda, uno de los soporte de memoria más complejos del mundo anterior a nuestra época tecnológica.