LA HISTÓRICA FUGA QUE NOS DEJÓ HELADOS
Recuerdo la foto como si fuera ayer, aunque la publicamos en el semanario Tiempo en 1993. El director general de la Guardia Civil, Luis Roldán, posó delante del escritorio de su despacho, abarrotado de papeles, en un gesto que intuí desafiante, intentado demostrar que exponía sus papeles oficiales al control de cualquiera. No he robado ni una peseta, decía con imaginaria tranquilidad desde la imagen en el papel. Pocas semanas después se fugaba para evitar la acción de la Justicia.
Fue una huida única en la historia de España. Ocurrió en una época convulsa, al final del felipismo, en la que los gobernantes socialistas llevaban en las alforjas las corrupciones sonoras de muchos altos cargos y, para colmo, la guerra sucia contra los terroristas de ETA.
Roldán participó en todo, era el hombre resolutivo que destacaba, por algo fue el primer no uniformado en dirigir la Guardia Civil. Felipe González estaba pensando en nombrarle ministro del Interior, pero por suerte para él huyó antes. Las pruebas eran demoledoras y le esperaba la cárcel.
Roldán tenía buenos amigos en las alcantarillas del poder. Uno de ellos era Francisco Paesa, un agente que lo mismo trabajaba para la policía y el CESID, que lo hacía para los espías franceses. No sabía lo que eran los escrúpulos y ayudó a evadirse no solo a su amigo Luis, sino a los 10 millones de euros que había cobrado a grandes constructoras a cambio de la concesión de obras.
Roldán estuvo escondido hasta que planeó con Paesa entregarse en un país que impusiera para entregarle una limitación en los delitos a imputarle, con una pena máxima de cuatro años. Lo hizo en el aeropuerto de Bangkok en 1995, hace ahora 25 años, pero su supuesto amigo no era tal y le engañó. Cosas del mundo de las alcantarillas. Interior había pagado a Paesa 300 millones.
Fue justamente condenado a 31 años de prisión y cumplió 20. Tras salir vive con menos de mil euros al año. Paesa se quedó sus 10 millones de euros. A este nunca han querido trincarle.
ROLDÁN TENÍA BUENOS AMIGOS EN LAS ALCANTARILLAS DEL PODER. UNO DE ELLOS ERA FRANCISCO PAESA, QUE LO MISMO TRABAJABA PARA LA POLICÍA Y EL CESID QUE PARA LOS ESPÍAS FRANCESES