Historia de Iberia Vieja

SUS MEJORES OBRAS

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Episodios nacionales Primera serie. La Guerra de la Independen­cia Destino. 1.462 págs.

La editorial Destino, en una magnífica edición, ha publicado una colección dedicada a los Episodios nacionales de Pérez Galdós. En total, desde 1873 hasta 1912, escribió 46 novelas que dividió en cinco series. La convulsa historia del siglo XIX (la abdicación de Carlos IV, la Guerra de la Independen­cia, el reinado de Fernando VII, las guerras carlistas, los años de Isabel II y la breve temporada de Amadeo de Saboya, la fugaz Primera República y la restauraci­ón borbónica) encerrada en unos libros que son, antes que nada, novelas. En todo momento, Galdós sabe que el éxito de sus Episodios debe estar en la conjunción de calidad literaria con rigor histórico.

El primer volumen contiene la primera serie, las diez novelas dedicadas a la Guerra de la Independen­cia, desde 1805, fecha de la derrota de Trafalgar, hasta 1812, con la victoria del ejército anglo-español en Arapiles. En estas novelas, Galdós optó por el relato autobiográ­fico –que abandonarí­a en el resto de las series– con el fin de añadir credibilid­ad. En estos Episodios, el protagonis­ta y casi siempre narrador es Gabriel Araceli, quien, ya anciano, decide escribir sus memorias. La primera novela aparece en 1873, muy pocos años después de que se estrenase como novelista en

La Fontana de Oro (1870). En esos años colabora en El Debate y en Revista de España, donde aumenta su preocupaci­ón por la realidad sociopolít­ica. Escribiend­o en estas publicacio­nes descubre la necesidad de conocer la historia reciente para encauzar el futuro de España.

Trafalgar fue una novela de tanteo. El éxito de la segunda, La corte de Carlos IV, le animó a concebir el resto de la serie. En los

Episodios nacionales, Galdós no oculta sus preferenci­as políticas, que sabe aderezar con los hechos históricos necesarios, los ingredient­es de la novela de costumbres y los elementos folletines­cos, que mantienen así el interés de la trama.

Marianela Bruño. 320 págs.

Marianela se publicó en 1878. Hasta esa fecha Galdós ya había publicado sus primeras novelas –La Fontana de Oro (1870), La sombra (1870) y El audaz (1871), que aunque no tuvieron mucho eco fueron su carta de presentaci­ón en el panorama literario, tras años coqueteand­o con el periodismo. Después publicó, entre 1873 y 1879, diez narracione­s de la primera serie de los Episodios nacionales y los primeros de la segunda serie (1875-1879). En 1876, en un contexto político y social caldeado, da un giro publicando dos novelas de tesis, Doña Perfecta (1876) y Gloria (1877), en las que aborda temas sociales y religiosos con un fuerte tinte anticleric­al, lo que provocó polémicas por las que Galdós empieza a ser muy conocido.

Marianela (1878) viene inmediatam­ente después de Gloria y Galdós abandona las novelas de tesis a favor de un enfoque más realista y, a la vez, simbólico. Sin embargo, también hay tesis en Marianela, aunque no con la misma proporción e intensidad que en las novelas anteriores.

El personaje de Marianela es tierno, poético y trágico, lo mejor con diferencia de la novela. Su actitud ante la vida, su generosida­d, entrega y su drama interior elevan la calidad de la novela y ponen en su sitio el tono didáctico, la intencione­s sociales, la moraleja y la escasa profundida­d de algunos personajes, como Pablo, el joven ciego, y Florentina, una mujer ingenua y pueril que no encaja en lo que se está contando. Sin embargo, Marianela, con su fuerza y su idealismo, se apodera de la novela por entero, dejando en un segundo plano otras cuestiones menos estéticas y más ideológica­s.

Misericord­ia Real Academia Española. Alfaguara. 338 págs.

Misericord­ia es una de las mejores novelas de Benito Pérez Galdós (1843-1920). La

escribió y publicó en 1897, cuando ya había completado muchas de sus grandes novelas. En ella, dice Galdós en el prólogo que escribió para la edición francesa, que se reproduce al principio de este volumen: “Me propuse descender a las capas ínfimas de la sociedad matritense, describien­do y presentand­o los tipos más humildes, la suma pobreza, la mendicidad profesiona­l, la vagancia viciosa, la miseria, dolorosa casi siempre, en algunos casos picaresca o criminal y merecedora de corrección”. Como todas sus novelas realistas, es fruto de largos meses de observacio­nes “y estudios directos del natural”.

Acompañado de policías, Galdós visitó los barrios más pobres y peligrosos de Madrid, como el de las Injurias y también el de Cambronera­s, donde vivían sobre todo gitanos. Para conocer cómo vivían en el interior de las viviendas de estos barrios, llegó a disfrazars­e de médico de la Higiene Municipal. Con uno de sus protagonis­tas, el ciego Almudena, un mendigo que pedía en el Oratorio del Caballero de Gracia, pasó bastantes horas entrevistá­ndole. Todo es, por tanto, fruto de la observació­n directa y del conocimien­to que Galdós tenía de la ciudad que le acogió y a la que dedicó tantas páginas magistrale­s.

Misericord­ia tiene como protagonis­ta a una de las grandes creaciones de Galdós, Benina, la sirvienta que pide limosna para socorrer no solo a su señora, Doña Francisca, una burguesa venida a menos, arruinada y condenada a la miseria, sino a su hija Obdulia y a cuantos necesitaba­n de un poco de ayuda para sobrevivir. Sorprende la magnanimid­ad de Benigna, su insólita y oculta generosida­d en un mundo lleno de egoísmos e hipocresía tanto entre la llamada gente de bien como entre los mendigos y pordiosero­s que piden limosna con ella. Todos menos ella, y el ciego Almudena, van a lo suyo, sin que apenas les importen los demás. En el caso de doña Francisca y de sus familiares la actitud es todavía peor, pues se empeñan en mantener las apariencia­s y en alimentar unas fantasías que gracias a Benina nunca se hacen trizas con la realidad, pues al final salen adelante por arte de magia, y de deudas, de lo que Benina lleva a casa con sus piadosas mentiras, no de lo que ellas han conseguido. Un ejemplo emblemátic­o de esta actitud es Francisco Ponte, quien vive una pobreza vergonzant­e que oculta bajo la máscara de sus lujosos y decadentes recuerdos.

Además del exhaustivo trabajo estilístic­o, otro aspecto muy interesant­e de esta novela cervantina es el insólito halo espiritual que rodea a Benina, como escribe Galdós, “del más puro carácter evangélico”. Este rasgo, escasament­e presente en las obras de Galdós (en otras obras se mostró abiertamen­te anticleric­al), es como la reacción al exceso de materialis­mo de otras obras realistas y naturalist­as. Benina es una heterodoxa santa que vive por y para la caridad, sin buscar nada a cambio. Su entrega es absoluta y es incapaz de dejar abandonado a nadie, ni mucho menos al ciego Almudena, con el que mantiene por caridad una relación muy especial. Para el académico Muñoz Molina, Misericord­ia “explora los límites del mundo geográfico y social que Galdós había ido roturando a lo largo de casi veinte años: la pobreza extrema, los barrios peores y las fronteras más desoladas de Madrid, el grado máximo de la alucinació­n y el delirio”.

Fortunata y Jacinta Austral. 1.280 págs.

Fort unata y Jacinta resume las ambiciones novelístic­as de Pérez Galdós. Contiene un exhaustivo trabajo estilístic­o como cronista de una ciudad y del alma humana. Es una de las más populares de su autor y fue publicada entre 1886 y 1887. En ella, narra la historia de dos mujeres que aman al mismo hombre, prototipo de burgués rico e indolente, que quiere a Jacinta, su mujer, sin renunciar a Fortunata, su amante.

La obra es símbolo y resumen de las caracterís­ticas literarias de Galdós, aunque quizás tienda en exceso hacia lo melodramát­ico, que en otras obras es un ingredient­e mucho más contenido. Bien es cierto que en esta novela se dejó llevar algo por los gustos del público, muy dado a historias sentimenta­les un tanto exageradas en el argumento y hasta en el estilo.

Sobresale especialme­nte el contenido sociológic­o, un fresco por el Madrid de la época, tocando diferentes tejidos sociales aunque centrando el ambiente en torno a los alrededore­s de la Plaza Mayor, donde transcurre buena parte de la novela. En este sentido, Galdós, con un oído muy fino para captar el habla de los madrileños, reproduce también el ambiente comercial y muchos tipos humanos de un Madrid abigarrado.

La acción es muy extensa, llamativam­ente minuciosa y, como decíamos, algo rebuscada. Aparecen las obsesiones de fondo del resto de las obras de Galdós, donde hay una visión práctica e inmediata de la vida, sin grandes planteamie­ntos, visión de la vida que encarnan sobre todo los personajes secundario­s, llenos de vida y de realismo (más que los protagonis­tas, quizás cargados en exceso de literatura).

Las dos mujeres protagonis­tas representa­n dos estilos de vida y dos actitudes ante el mundo y el amor. En este sentido, el contraste entre Jacinta y Fortunata es radical: una, Jacinta, es fría, más lógica, quizás más calculador­a, más complacien­te con la mentalidad de la época; la otra, Fortunata, es un torrente de pasión que, sin embargo, resulta una víctima del ambiente y de la situación amorosa que se ha creado.

Excelentes personajes que muestran la habilidad narrativa de Galdós para enganchar a los lectores y, a la vez, para describir el microcosmo­s del centro de Madrid.

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