Los falangistas que quisieron salvar a Lorca
CADA AÑO SE REMEMORA EL ASESINATO EN LA RETAGUARDIA GRANADINA DEL INSIGNE POETA E INTELECTUAL FEDERICO GARCÍA LORCA. LA CIUDAD Y GRAN PARTE DE LA PROVINCIA LLEVABAN UN MES EN MANOS DEL BANDO MILITAR SUBLEVADO, FRUTO DEL GOLPE DE ESTADO QUE INICIÓ UNA POLÍTICA DE REPRESIÓN CONTRA SUS ENEMIGOS POLÍTICOS. LEJOS DE LA IMAGEN QUE SE HA TRANSMITIDO, NO SIEMPRE HUBO UN CONSENSO EN TODOS LOS ASPECTOS Y PERSONAS VÍCTIMAS DE LA REPRESIÓN. EN EL CASO DE GARCÍA LORCA, LAS DIVISIONES INTERNAS DERIVADAS DE SU ASESINATO FUERON MAYORES DE LO QUE SE CREE, YA QUE UNA PARTE DE LOS FALANGISTAS SE OPUSO A SU FUSILAMIENTO.
El asesinato del teniente Castillo y, como represalia, el consiguiente ajusticiamiento del diputado conservador José Calvo Sotelo en la madrugada del 13 de julio de 1936, después de meses de tensiones, enfrentamientos y asesinatos en las calles de toda España entre activistas de derechas e izquierdas, aceleraron los planes de sublevación entre los civiles (especialmente entre los ilegalizados falangistas, que, a pesar de la actitud dubitativa de su Jefe Nacional desde la cárcel de Alicante, apoyaron el golpe por la persecución de que eran víctimas a manos del gobierno frentepopulista) y entre los militares, dirigidos por Emilio Mola.
Los días 18 y 19 de julio de 1936 se iniciaron una serie de levantamientos militares en diferentes ciudades del país en apoyo del golpe. Especialmente significativo fue el caso de Andalucía que, rápidamente, se partió en dos mitades claramente diferenciadas, que se mantendrían, más o menos, a lo largo de la guerra: la parte occidental –dominada por los alzados– y la parte oriental, sobre todo buena parte de Córdoba, Jaén y Almería –dominada por la República.
En Granada, mandaba el comandante Miguel Campins, tradicional y africanista, quien, parece ser, decidió mantenerse al lado de la República no muy claramente. Falangistas y militares, liderados por el comandante militar y camisa vieja falangista José Valdés –designado jefe de las milicias falangistas en Granada– conspiraban ya en la ciudad. El también falangista capitán Nestares, junto con los falangistas más veteranos de la ciudad –véanse los famosos hermanos Rosales– o civiles destacados como el cedista conservador Ramón Ruiz Alonso secundaron el golpe militar, que había estallado dos días antes en Sevilla y Córdoba con éxito.
Finalmente, el 20 de julio de 1936, Valdés, acompañado por militares y falangistas, tomó los puntos estratégicos de la ciudad, como el gobierno civil, el ayuntamiento y las emisoras de radio. En el portal del Mapa de la Memoria Histórica de Granada, que toma como fuentes los trabajos de Eduardo Molina Fajardo Los últimos días de García Lorca y del célebre historiador Ian Gibson Granada en 1936 y el asesinato de Federico García Lorca, describe así la toma del edificio principal de la capital: “El Gobierno Civil, situado a pocos metros de la Comisaría de Policía durante los años de la Guerra Civil, fue un lugar fundamental durante la contienda. Durante la sublevación en la capital fue uno de los puntos clave logrados por los rebeldes, deteniéndose en él al presidente de la Diputación, Virgilio Castilla, al miembro de la UGT Antonio Rus, al sindicalista Alcántara y al gobernador civil republicano, César Torres Martínez. Parece que sólo Castilla mostró algo de resistencia dado que, según algunos testimonios, llegó a tratar de sacar una pistola para defenderse. Al frente del mismo se situó el comandante Valdés, del que son numerosos los testimonios de su severidad e inclemencia”.
el golpe militar granadino tomaron parte activa desde el primer momento los núcleos falangistas bien organizados en la ciudad, liderados por los conocidos hermanos Rosales, pero también por camisas viejas falangistas de otras provincias que, fruto de los enfrentamientos y de la persecución de los meses previos, se habían ido trasladando de una ciudad a otra, como fue el caso del líder falangista gaditano Narciso Perales. Según el expediente personal de Perales, parece ser que participó activamente en las operaciones: “Toma parte en el asalto al Gobierno Civil y en muchas acciones militares al mando de un grupo de falangistas, siendo herido leve en los combates por arma de fuego enemiga”.
Y es que, a pesar del rápido control del centro de la ciudad, una vez tomado a lo largo del 20 de julio el centro, los barrios obreros del Albaicín apenas levantaron barricadas y resistieron durante varios días el alzamiento militar, que quedó definitivamente sofocado en torno al 23 de julio de 1936. A pesar de que en los días posteriores los sublevados consiguieron tomar Granada y las zonas aledañas de la Vega de Granada, tuvieron serias dificultades para dominar la capital, y a duras penas entablaron una vía de comunicación con Sevilla y la zona occidental de la provincia, en tanto que la mayor parte de la zona oriental de Granada quedaba en manos republicanas. Así, el golpe fraEn casó, por lo que los militares y falangistas granadinos se vieron obligados en los días y semanas siguientes a hacer frente a los ataques republicanos desde la mayor parte de la Granada oriental, formándose el Frente de Granada para intentar retomar la capital.
El también dirigente falangista Patricio González de Canales, quien luego formaría parte de la Falange Auténtica de Tarduchy, y dirigió el FNAL de Hedilla, participó en el alzamiento militar en Granada al igual que Narciso Perales y relataba así el papel de este último en el Frente de Granada en un artículo para la Agencia FIEL: “Después vino la toma de Granada (San Antón-Genil-Albaicín), y el establecimiento de un cerco (Güejar-Sierra Montefrío-Huétor-Santillán), y la guerra. Narciso Perales fue el alma falangista de aquella heroica defensa hasta la batalla decisiva de Huétor de Santillán”.
Así pues, entre el 23 de julio en que se toma Granada y el 30 de julio de 1936 en que los republicanos lanzan la ofensiva para tratar de recuperarla, se produce una semana de combates y enfrentamientos diarios entre nacionales y republicanos que, como bien afirma Patricio, se salda con la batalla del sector Huétor de Santillán, en la que los republicanos son repelidos y se abandonan definitivamente sus intentos de tomar frontalmente la ciudad desde el resto de la zona oriental de Granada.
En la retaguardia granadina se producen desde entonces campañas de represalias contra obreros que se habían resistido al alzamiento, dirigentes políticos y sindicales, y hasta intelectuales de la zona, como el célebre poeta Federico García Lorca, víctima de la represión de aquellos elementos cedistas y derechistas que, vistiendo la camisa azul o aprovechando la coartada violenta que ofrecía esta, se lanzaron a una campaña de represalias violentas, tanto en las tapias del Cementerio de Granada como en las carreteras.
Según cuenta el periodista Armando Puente en la revista Siete días ilustrados en junio de 1975, Lorca ya estaba sobre aviso de sus amigos e intelectuales –escritores como Rafael Alberti o Agustín de Foxá– del posible estallido de un golpe militar y de las más que posibles represalias hacia su persona, habida cuenta de su compromiso antifascista, su amistad con intelectuales como Fernando de los Ríos, y políticos como su cuñado, el republicano
HUBO REPRESALIAS CONTRA OBREROS QUE SE HABÍAN RESISTIDO AL ALZAMIENTO, DIRIGENTES POLÍTICOS Y SINDICALES Y HASTA INTELECTUALES DE LA ZONA
socialista Manuel Fernández Montesinos, último alcalde republicano de Granada, fusilado durante la guerra civil, además de las acusaciones históricamente vertidas sobre su condición homosexual.
LOS FALANGISTAS QUE INTENTARON SALVAR A LORCA
Apenas unos días antes del estallido de la guerra, el 14 de julio de 1936, García Lorca, que residía en pleno centro de Madrid, alertado ante esta posibilidad decidió tomar un tren con destino a la casa familiar en las afueras de Granada, la llamada Huerta de San Vicente, que, según afirma la propia institución, “fue comprada por el padre, Federico García, el 27 de mayo de 1925, y significó para ellos el reencuentro con el campo, especialmente a partir de 1933, año en que se trasladaron a Madrid”.
La familia García Lorca fue testigo en esta zona de la Vega de Granada del estallido de la guerra civil cuatro días después y del triunfo del golpe militar en la cercana capital granadina solo seis días después de desembarcar en la casa familiar, no sin el correspondiente pánico por su fama y significación. La familia Lorca buscó un refugio seguro durante los días que, pensaban ellos, duraría la inestabilidad, pensando para ello en un viejo amigo
LA FAMILIA LORCA BUSCÓ UN REFUGIO SEGURO Y PENSÓ EN UN VIEJO AMIGO DE FEDERICO, EL TAMBIÉN POETA LUIS ROSALES, CAMISA VIEJA DE LA FALANGE GRANADINA
del poeta, el también poeta granadino Luis Rosales, camisa vieja de la falange granadina y perteneciente a una conocida familia local de renombre, los Rosales.
Según una entrevista realizada por Ian Gibson al propio Rosales en la revista Triunfo del 24 de febrero de 1979, este había regresado a Granada, igual que Lorca, en torno al 13 o 14 de julio, procedente también de Madrid. En dicha entrevista, Rosales desmentía el peso político de sus hermanos en la falange granadina y en el alzamiento local del 20 de julio, afirmando que, de todos, José Rosales no po
seía cargo alguno, si bien gozaba de gran prestigio entre los falangistas granadinos; Antonio, amigo personal de Narciso Perales, era un simple tesorero; Gerardo no se afilió nunca; y Miguel lo hizo solo cuando estalló la guerra.
Luis Rosales afirma que, tras el alzamiento, fue encargado de la secretaría del cuartel de Falange y de la jefatura de sector de Motril. Al tiempo, escondía clandestinamente a Federico García Lorca en su domicilio del centro de la ciudad en compañía de la hermana, la madre y la tía de Rosales, desde el 9 de agosto hasta que la tarde del 16 alguien delató el paradero del poeta granadino, que fue denunciado por ser “espía de Moscú y secretario de Fernando de los Ríos”, algo desmentido por Laureano Benítez Grande-Caballero en su artículo El balcón abierto de Federico García Lorca: toda la verdad sobre su muerte. De acuerdo con este autor, la delación se debió a las rencillas personales, económicas y de tierras del padre de Lorca con las familias Roldán y Alba.
Lorca fue detenido en la casa de los Rosales por el ex cedista y conservador Ramón Ruiz Alonso, según afirma Armando Puente, en una compleja operación formada por más de 40 soldados y civiles que acordonaron la casa. Trasladado al Gobierno Civil, pasó a la residencia de estudiantes La Colonia y de ahí a Víznar, donde fue fusilado el 18 de agosto.
Sin embargo, las consecuencias de este fusilamiento fueron más allá del propio Federico. Después le tocó el turno a sus cómplices y amigos y concretamente al poeta Luis Rosales. Valdés y Ruiz Alonso, que guardaban gran antipatía a los Rosales, aprovecharon la baza para tratar de vengarse también de Luis, que a punto estuvo de correr la misma suerte que su
LORCA FUE DETENIDO EN LA CASA DE LOS ROSALES POR EL EX CEDISTA RAMÓN RUIZ ALONSO, EN UNA OPERACIÓN EN LA QUE INTERVINIERON MÁS DE 40 SOLDADOS Y CIVILES
amigo Lorca y que se salvó del paredón gracias a Narciso Perales, ya destacado falangista en Granada.
Tal y como afirma Francisco Ortiz Lozano en su artículo Federico García Lorca y los falangistas, “Luis Rosales, expulsado de Falange y encarcelado a la espera de ser pasado por las armas, se salvó gracias a la cuantiosa multa entregada por su familia y, sobre todo, gracias a la llegada a Granada de uno de los falangistas más desconocidos y dignos de estudio, por su consecuencia y por su dignidad: el médico Narciso Perales, a quien José Antonio había condecorado personalmente en 1935. La llegada de Narciso Perales salvó a Luis; y seguramente hubiera podido salvar a Federico si se hubiera producido un par de días antes. Al llegar a Granada, el día 22, tuvo un enfrentamiento con José Valdés, el cual, en el curso de la pelea dijo algo que demuestra por su propia boca hasta qué punto Valdés era un reaccionario de altura, un falso falangista: ‘Mire usted, a mí, en eso del nacional-sindicalismo, lo de nacional me parece bien, pero lo de sindicalismo me da tres patadas en la boca del estómago; y lo tengo enfermo, ¿sabe usted?’. En 1973 Narciso Perales declaró en una entrevista: ‘De haber estado yo en Granada y no en el frente, le aseguro que lo de García Lorca no ocurre’. Y para aquel entrevistador: ‘No hay duda de que no sólo no fueron los falangistas, sino que, a mi modo de ver, el estúpido crimen fue,
EN 1973 NARCISO PERALES DECLARÓ EN UNA ENTREVISTA: "DE HABER ESTADO YO EN GRANADA Y NO EN EL FRENTE, LE ASEGURO QUE LO DE GARCÍA LORCA NO OCURRE"
precisamente, producto de una maniobra contra Falange’.
Todo ello lo confirma el historiador británico Ian Gibson en su libro La represión nacionalista en Granada en 1936 y la muerte de Federico García Lorca, cuando afirma: “Luis Rosales fue protegido en adelante por un influyente falangista, Narciso Perales, a quien José Antonio Primo de Rivera había concedido la máxima condecoración del partido, la palma de plata, por su intervención en acontecimientos anteriores al alzamiento”.
Para evitar que su hijo siguiera exponiéndose, el padre de Perales lo envió a estudiar a la Universidad de Granada, donde se encontraba cuando estalló el alzamiento. Pocos conocían en Granada su distinguido pasado falangista, y, cuando empezó la insurrección, no trató tampoco de ponerse en primer plano. De hecho, estuvo a las órdenes de Luis Rosales en los
primeros días del movimiento, por ejemplo cuando el 20 de julio los nacionalistas se apoderaron de Radio Granada. Nadie mejor que él, por tanto, para conocer la conducta de Rosales directamente.
Poco antes de la detención de Federico, Perales fue a visitar la Jefatura de la Falange andaluza, en Sevilla y, cuando volvió a Granada, lo hizo con la autoridad correspondiente a su rango. Por entonces Lorca ya estaba muerto, pero Perales llegó a tiempo de intervenir en favor de Rosales. Según Mme. Auclair, que habló con Perales, éste rompió una orden de detención contra Rosales y protestó ante Valdés por la ejecución de Lorca, añadiendo que Rosales era de los pocos verdaderos falangistas que él había visto en Granada. Perales cree que, de regresar unos días antes, hubiera podido salvar también a Federico.
LAS RENCILLAS PERSONALES Y EL RECELO DE LOS SECTORES MÁS CONSERVADORES DE LA SOCIEDAD LOCAL CONSIGUIERON CALLAR PARA SIEMPRE LA VOZ DE LORCA
A pesar de los intentos de una parte de la Falange granadina liderada por los hermanos Rosales o por Narciso Perales, nadie pudo evitar que el sector conservador hegemónico en la retaguardia granadina cumpliera con sus pretensiones y, como indican ya cada vez más investigadores, las rencillas personales de las familias vecinas y el recelo de los sectores más conservadores de la sociedad local, consiguieron callar para siempre la voz de Lorca.
Tras su asesinato, y a pesar del intento de los sectores derechistas por inculpar también a Luis Rosales, éste consiguió superar su crisis hasta acabar convirtiéndose en una reputada pluma de la nueva España franquista. Por su parte, Narciso Perales, tras pasar por varios frentes de guerra y ocupar puestos de responsabilidad en el nuevo régimen, acabó rompiendo definitivamente con la nueva España franquista en 1942, pasando a la oposición antifranquista falangista.