Historia National Geographic

El calcio florentino

En las ciudades italianas del Renacimien­to se disputaban partidos del calcio que atraían a multitudes, y que estaban dirigidos a ensalzar el prestigio de la ciudad y su aristocrac­ia

- GIORGIO PIRAZZINI HISTORIADO­R

Este fútbol sui generis atraía a multitudes en la Italia renacentis­ta.

El fútbol moderno tal y como lo conocemos nació en Inglaterra hacia finales del siglo XIX, pero los juegos de balón son mucho más antiguos. Entre las distintas versiones que se sucedieron a lo largo de los siglos, como en la Grecia clásica o en la época romana, existe una que supo unir la pasión del público con una imagen de gran prestigio: el calcio florentino.

primeros testimonio­s de este deporte en Florencia se remontan al siglo XIV, pero fue en los siglos XVI y XVII cuando alcanzó mayor fortuna. Al principio se jugaba en cualquier sitio, en las plazas y en las calles de la ciudad, pero a medida que se fue consolidan­do se ubicó en un lugar estable: la plaza Santa Croce.

Además de fijar un «estadio», el fútbol florentino también estableció sus reglas en ese período. Los equipos estaban formados por 27 jugadores que se movían en un espacio un poco menor que los campos de fútbol de hoy. Se dividían en cuatro categorías: cuatro porteros (datori indietro), tres defensas (datori innanzi), cinco centrocamp­istas (sconciator­i) y, como les gustaría a algunos entrenador­es actuales, hasta quince atacantes (innanzi).

El juego de las patadas

El día del partido, los jugadores llegaban a la plaza Santa Croce a media tarde para la presentaci­ón ante el público, pomposa y disciplina­da, acompañada de trompetas y tambores, y entraban en el campo siguiendo un orden determinad­o por su papel en el juego. Este desfile formaba parte del evento, y era tan importante que, en su tratado sobre el fútbol de 1580, Giovanni Bardi dedica casi la mitad de las reglas a la organizaci­ón de la entrada de los jugadores en el campo. Después, los 54 se enfrentaba­n de forma muy viril («osado como un tigre o un león», dirá Avellini, un cronista de la época). Los partidos duraban algo menos de una hora, y el objetivo era llevar el balón más allá de una línea situada al fondo del campo contrario y hacer así caccia, es decir, gol. Según las reglas, se podía tocar el balón con las manos, pero para lanzarlo había que usar los pies, de aquí el nombre de calcio, «patada». Había saques de banda y no se permitía levantar el balón «por encima de la estatura normal de un hombre».

Cada partido era un acontecimi­ento que atraía a numerosos aficionado­s, por lo que Avellini señalaba que con el saque inicial parecía que temblase toda la provincia. Y, en efecto, en algunos grabados vemos que la multitud no sólo llenaba la plaza, sino que muchos hinchas se encaramaba­n a los tejados de los edificios adyacentes.

A pesar de todo, el fútbol florentino seguía siendo un deporte noble, al que jugaban a menudo aristócrat­as que lucían su lujosa indumentar­ia en los partidos de «fútbol en librea» y que recuerda a los torneos medievales por el alarde de valor, la brutalidad y el entrenamie­nto de cuerpo y espíritu. Los Médicis fueron grandes promoLos

tores de esta disciplina: se reservaban una tribuna de honor en los partidos más importante­s y convertían este entretenim­iento en una puesta en escena de su poder. Al parecer, Piero de Médicis era un apasionado jugador, y algunos personajes importante­s de la época no lo despreciab­an: Leonardo era aficionado, Maquiavelo lo practicaba y se dice que hasta papas como Clemente VII (que era un Médicis), León IX y Urbano VIII apartaron sus vestiduras sagradas para jugar en el Vaticano.

Al igual que en el fútbol moderno, en el fútbol florentino también hay partidos que han pasado a la historia. Uno se jugó sobre el río Arno congelado y otro fue organizado para celebrar el matrimonio entre Fernando de Médicis y Violante Beatriz de Baviera. Pero el más famoso se jugó en 1530. Hacía ocho meses que Carlos V asediaba la ciudad y los florentino­s, hambriento­s y exhaustos, tuvieron un gesto de orgullo antes de rendirse. Organizaro­n un gran partido e hicieron sonar las trompetas para que el ejército imperial supiera que dentro de las murallas aún tenían fuerzas para divertirse. A pesar de que les dispararon varios cañonazos para que lo interrumpi­eran, los asediados tuvieron el valor de seguir jugando y tocando las trompetas hasta el final del partido.

El fútbol era una ocasión especial para que la nobleza reforzara su conciencia de comunidad cerrada que gobernaba el destino de la ciudad: el pueblo acudía como espectador, pero se veía excluido de los banquetes y bailes que se celebraban después. Esta puesta en escena era eficaz sobre todo ante los extranjero­s que, en lugar de los habituales espectácul­os teatrales o desfiles militares, asistían a un acontecimi­ento típicament­e florentino que quedaría grabado en sus mentes como parte de las orgullosas tradicione­s de una ciudad famosa en toda Europa.

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 ?? SCALA, FIRENZE ?? UN JUGADOR DE CALCIO VENECIANO, CON SU VESTIMENTA CARACTERÍS­TICA, JUNTO A UN BALÓN. GRABADO EN COLOR. MUSEO CORRER, VENECIA.
SCALA, FIRENZE UN JUGADOR DE CALCIO VENECIANO, CON SU VESTIMENTA CARACTERÍS­TICA, JUNTO A UN BALÓN. GRABADO EN COLOR. MUSEO CORRER, VENECIA.
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QUE MARCABA LA LÍNEA MEDIA DEL CAMPO. PALAZZO DELL’ANTELLA, FLORENCIA.
Z E E N FI R L A , S C A CÍRCULO QUE MARCABA LA LÍNEA MEDIA DEL CAMPO. PALAZZO DELL’ANTELLA, FLORENCIA.
 ?? SCALA, FIRENZE ?? PARTIDO DE CALCIO disputado en la plaza Santo Spirito, en la ciudad de Florencia. Giorgio Vasari. Siglo XVI. Palazzo Vecchio, Florencia.
SCALA, FIRENZE PARTIDO DE CALCIO disputado en la plaza Santo Spirito, en la ciudad de Florencia. Giorgio Vasari. Siglo XVI. Palazzo Vecchio, Florencia.

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