Los ritos de purificación del alma y del cuerpo
LA RUTA JACOBEA purificaba el alma del peregrino, pero tenía un efecto contrario sobre su ropa y su cuerpo, cuya limpieza era objeto de varios rituales que la asociaban a la llegada a Santiago. El viajero podía quemar las vestimentas usadas en el Camino a
los pies de la CRUZ DE LOS HARAPOS (cruz dos farrapos), situada hoy en la techumbre del templo. En la Edad Media, antes de entrar en la catedral, el peregrino podía lavarse en la gran FUENTE DEL PARAÍSO (hoy desaparecida), que se encontraba en las inmediaciones de la portada de la Azabachería.
En este lugar también era posible surtirse de cruces, rosarios y otros AMULETOS no tan ortodoxos (como las figas contra el mal de ojo) realizados en azabache, una piedra no originaria de Compostela que, gracias a esta tradición, se ha convertido en símbolo de la ciudad.