LA JOYA DE SILA EN ROMA
Sila transformó el Foro y el monte sagrado de Roma, el Capitolio. Como el dictador había aumentado el número de senadores, se tuvo que ampliar la superficie de la curia Hostilia, el lugar donde se reunían. Además de volver a pavimentar el Foro, Sila levantó en el extremo occidental de la plaza un gran edificio: el Tabularium, que acogió el archivo central del
Estado al tiempo que sirvió de cimentación para una nueva área sagrada, una plataforma que unía las colinas del Arx y el Capitolio. Sobre esta última se levantaban las ruinas del templo etrusco de Júpiter Óptimo Máximo, de más de 400 años, que había sido consumido por las llamas el 6 de julio de 83 a.C., en plena guerra civil, cuando un rayo lo alcanzó (según algunos) para advertir a los
romanos de que los dioses los habían abandonado. La destrucción del templo permitió a Sila transformar por completo su arquitectura: sustituyó el viejo edificio de toba revestida de estuco por un templo de mármol blanco con una triple hilera de columnas, en las que se incluyeron las del templo de Zeus Olímpico en Atenas, arrasado cuando Sila tomó la ciudad durante la guerra contra Mitrídates.