Amazonas, mito y realidad
Los antiguos griegos se sintieron fascinados por las amazonas, las míticas guerreras que poblaron las estepas de Asia Central. Pero la arqueología ha demostrado que estas intrépidas mujeres fueron mucho más que una leyenda
En la mitología griega, las amazonas eran unas formidables jinetes y arqueras que se batían en combate de igual a igual con los varones. La figura idealizada de estas guerreras se basó en las mujeres de las tribus nómadas de Asia central, que fascinaron a los griegos y que, gracias a la arqueología, conocemos cada vez mejor.
EnEn la mitología griega, las amazonas eran feroces guerreras que vivían en los territorios que rodeaban el mar Negro. En varios mitos, los más destacados héroes griegos demostraban su valor derrotando a sus formidables reinas. Teseo, el mítico fundador de Atenas, se batió con la amazona Antíope y la derrotó. En su noveno trabajo, Hércules debía robar el cinturón de la reina Hipólita. Durante la guerra de Troya, el héroe griego Aquiles y la audaz guerrera amazona Pentesilea combatieron cuerpo a cuerpo en el campo de batalla.
Iguales a los hombres
Conocidas por los griegos como las «iguales a los hombres», de las amazonas se decía que eran tan valerosas y diestras en la guerra como los varones. En el arte y la literatura siempre se las mostraba valientes y hermosas, pero también armadas y peligrosas. Cuando Homero escribió la Ilíada, alrededor del año 700 a.C., hombres, mujeres y niños griegos conocían apasionantes relatos sobre amazonas. Los artistas las representaron vestidas con pantalones y botas, montando a caballo, disparando con arco, blandiendo hachas de guerra, arrojando lanzas, combatiendo y muriendo heroicamente. Las amazonas eran un tema habitual en la decoración de la cerámica doméstica y en la estatuaria pública. Intensas escenas de batallas con estas mujeres guerreras adornaban edificios y templos.
Pero ¿fueron las amazonas meras figuras de fantasía? Gracias a los hallazgos arqueológicos de tumbas de mujeres guerreras, tenemos pruebas sólidas que sugieren que los relatos sobre amazonas estaban inspirados en mujeres nómadas de Eurasia. En los mitos griegos, las amazonas se dedicaban a la caza
y a la guerra, y disfrutaban de libertad sexual. Estas mismas características se observaban entre los pueblos que vagaban por Escitia, el nombre que los griegos dieron al amplio territorio que se extiende entre el mar Negro oriental y Mongolia. Los escitas eran tribus nómadas que montaban a caballo y cazaban con arco, y los griegos se toparon con ellas en el siglo VII a.C., cuando empezaron a establecer colonias alrededor del mar Negro.
A medida que iba creciendo el conocimiento de Escitia por los griegos, las descripciones e imágenes de amazonas en el arte y la literatura adquirieron mayor realismo, mostrando costumbres y atuendos de los nómadas de la estepa, además de sus caballos y armas. Alrededor de 450 a.C., Heródoto y otros escritores narraban cómo las mujeres de Escitia luchaban junto a los hombres, a caballo, igual que las amazonas de los mitos. Los historiadores de la Grecia y Roma antiguas relataban que Ciro de Persia, Alejandro Magno y el general Pompeyo de Roma habían encontrado mujeres guerreras en territorios orientales.
EL PAÍS DE LAS AMAZONAS
En esta imagen aparece la meseta Ukok, con la montaña Tabyn-Bogdo-Ola al fondo, perteneciente a la cordillera del Altai. Estas inhóspitas tierras fueron descritas por Heródoto en su Historia. En el libro IV menciona los ríos que riegan la región y habla así de sus pastos: «La hierba que nace en la Escitia para pasto de los ganados es la más amarga de cuantas se conocen, como puede hacerse la prueba en las reses abriéndolas después de muertas».
Las tumbas escitas revelan un elevado nivel de igualdad sexual, algo que debía desconcertar a los griegos. En Grecia, las esposas e hijas solían pasarse la vida en casa, tejiendo y cuidando de los niños. En cambio, aquellos hombres y mujeres nómadas llevaban una existencia dura en un territorio inhóspito. Las tribus vivían en constante movimiento, en busca de pastos, cazando, saqueando y combatiendo contra tribus hostiles. Todos los miembros del grupo, varones y hembras, jóvenes y viejos, colaboraban en la defensa de la tribu para garantizar su pervivencia. Enseñar a las chicas –además de a los chicos– a montar, disparar con arco, cazar y combatir no sólo era lógico, sino también necesario. Ese modo de vida
fomentaba la igualdad, ya que a lomos de un caballo veloz, una mujer con un arco puede ser tan letal como cualquier hombre.
Una vida nómada
El modo de vida igualitario de los escitas era muy distinto del sedentario y agrícola de los griegos. El hecho de que las mujeres pudiesen ser iguales a los hombres despertaba sentimientos encontrados en Grecia. La idea resultaba tan incitadora como inquietante, e inspiró gran número de historias trepidantes sobre guerreras bárbaras tan valientes y diestras en la guerra como los hombres. En sus mitos sobre las audaces amazonas, parece que los griegos se dieron a sí mismos un espacio seguro para explorar la idea de la igualdad entre sexos, una utopía en su sociedad paternalista, donde los hombres dominaban y controlaban a las mujeres.
El hallazgo de cientos de tumbas que contienen esqueletos femeninos con cicatrices de combate y sepultados con armas confirma la existencia de las mujeres conocidas como amazonas. Aun así, algunos expertos se siguen aferrando a la obsoleta noción de que éstas son un mero fruto de la imaginación, creado para que los héroes griegos pudieran derrotarlas.
Una mujer griega se dispone a tejer en el gineceo, el lugar de la casa que se destinaba a las mujeres. Escena de una píxide o joyero del siglo V a.C. Museo del Louvre, París.
EL MODO DE VIDA DE LOS NÓMADAS FOMENTABA LA IGUALDAD, YA QUE A LOMOS DE UN CABALLO UNA MUJER CON UN ARCO PUEDE SER TAN LETAL COMO CUALQUIER HOMBRE
Otros insisten en que los mitos son una demostración de odio y temor a las mujeres, que deben ser sometidas por los hombres. Según esta teoría, las amazonas sólo existían en los mitos para ser vencidas y jamás podían alcanzar el estatus de héroe guerrero. De hecho, en los mitos griegos las amazonas siempre son derrotadas por los héroes helénicos. En definitiva, ¡los griegos querían escuchar historias victoriosas sobre sus triunfadores! Por eso se mostraba a las amazonas provistas de un valor y unas habilidades a la altura de los héroes griegos, ya que cualquier héroe que busque la gloria necesita derrotar a adversarios poderosos; no tenía nada de glorioso acabar con un enemigo débil. De ahí que las pinturas de las cerámicas griegas sobre batallas contra amazonas estén llenas de suspense. Las amazonas combaten y mueren valerosamente; algunas incluso matan a sus contrincantes.
Pruebas arqueológicas
La arqueología demuestra que las amazonas no fueron una mera fantasía. Pero hay otros mitos sobre ellas que sí podemos desechar. Por ejemplo, siempre se ha dicho que se amputaban un pecho para disparar el arco con más facilidad. Esta idea surgió en 490 a.C., cuando el patriótico historiador griego Helánico de Lesbos intentó dar un significado griego a la palabra extranjera «amazona». Amazona no era un término griego, pero mazon sonaba parecido a la palabra pecho y la «a» significaba «sin». Así que Helánico propuso que el nombre se derivaba del hecho de que las amazonas se amputaban un pecho para poder disparar mejor. Semejante teoría no sólo fue desmentida por griegos contemporáneos a Helánico, sino que ningún pintor o artesano de la Antigüedad aceptó jamás la idea. Todas las amazonas del arte griego y romano tienen los dos pechos. En realidad, los pechos no representan ningún inconveniente para el tiro con arco.
Otra persistente creencia propagada por los griegos es que las amazonas fueron una tribu de cazadoras de hombres, mujeres autoritarias que esclavizaban y mutilaban a los hombres y mataban o repudiaban a los bebés
varones. Posiblemente, esta idea surgió porque los hombres griegos sí oprimían a sus mujeres. Según su lógica, si las mujeres eran fuertes e independientes, los hombres tenían que ser débiles y estar sometidos a ellas. Sin embargo, Homero usó un nombre griego para las amazonas que se traduce como «iguales a los hombres». Y muchos poetas griegos se referían a ellas como «amantes de los hombres».
Algunos expertos modernos sugieren que las amazonas eran mujeres que renunciaban a la maternidad para convertirse en guerreras. Pero ¿es eso cierto? Esta teoría queda desacreditada por los registros griegos de varias generaciones de amazonas, todas con un linaje matrilineal (con predominio materno, no paterno). Es más, los griegos explicaban que las amazonas alimentaban a sus bebés con leche de yegua. La falacia de las «amazonas sin hijos» queda desmentida también por el hallazgo de esqueletos infantiles en las tumbas de guerreras enterradas con sus armas.
Mujeres reales
Por último, muchos expertos modernos dan por supuesto que las amazonas fueron un invento griego. Pero en el curso de mis investigaciones he descubierto que las guerreras de
LA IDEA DE QUE LAS AMAZONAS RENUNCIABAN A LA MATERNIDAD QUEDA DESMENTIDA POR EL HALLAZGO DE ESQUELETOS INFANTILES EN TUMBAS DE MUJERES ENTERRADAS CON ARMAS
las extensas estepas de Asia Central también influenciaron a otras culturas antiguas que tuvieron contacto con los nómadas escitas. Relatos sobre aventuras y testimonios históricos de mujeres guerreras al estilo de las amazonas aparecieron en Egipto, Persia, el Cáucaso, India e incluso China. El mito sobre la joven guerrera china Hua Mulan se basa en los nómadas de las estepas.
En la antigua Grecia, historiadores como Heródoto, Estrabón y otros no albergaban la menor duda sobre la existencia de mujeres como las amazonas. Es más, las asociaron con las nómadas de carne y hueso de Escitia. Curiosamente, incluso el filósofo Platón escribió sobre estas feroces y bárbaras guerreras de los mitos y la realidad. Pocos reparan en
que las amazonas y las mujeres escitas figuran en sus Leyes, un diálogo sobre la manera de educar a los ciudadanos para prepararlos tanto para la paz como para la guerra.
La educación según Platón
En su Estado ideal, Platón propone que, desde los seis años, niños y niñas «deben recibir clases de monta, tiro con arco, lanzamiento de jabalina y de honda». Resulta interesante que estas destrezas militares no sean las típicas habilidades marciales de los hoplitas, los tradicionales guerreros griegos. De hecho, estas lecciones son un reflejo exacto de la instrucción que recibían los arqueros montados nómadas de Escitia. En tiempos de Platón, en el siglo IV a.C., Escitia ya era célebre por sus mujeres guerreras, que combatían a caballo junto a los hombres. En su propuesta para que chicos y chicas griegos de su república ideal adoptasen un estilo de vida escita, Platón especifica que se destinarían profesores extranjeros para enseñar a los jóvenes a montar y disparar con arco, en amplios espacios al aire libre creados especialmente para ello.
Platón argumenta que «las chicas deben ser entrenadas exactamente de la misma manera que los chicos» en atletismo y en el uso de las
PLATÓN PROPONE QUE, DESDE LOS SEIS AÑOS, NIÑOS Y NIÑAS «DEBEN RECIBIR CLASES DE MONTA, TIRO CON ARCO, LANZAMIENTO DE JABALINA Y DE HONDA»
armas. Esto aseguraría que, en caso de emergencia, las mujeres griegas, «lo bastante duras» para imitar a las de Escitia, fueran capaces de «usar arcos y flechas como las amazonas y sumarse a los hombres» en la batalla contra un posible enemigo.
El planteamiento de Platón, radicalmente alejado de los tradicionales roles de género griegos, no sólo se justificaba por las viejas historias sobre las amazonas. Platón afirmaba que «sabemos con certeza que existen infinidad de mujeres, alrededor del mar Negro, que montan a caballo y usan el arco y otras armas» como los hombres. En esa cultura, prosigue Platón, «hombres y mujeres tienen el mismo deber de cultivar estas habilidades». Juntos, hombres y mujeres se unen para perseguir «un objetivo común y concentrar todas sus energías en las mismas actividades».
Platón mantiene que este tipo de cooperación mutua y educación igualitaria son esenciales para el éxito de la sociedad. El filósofo califica de «insensato» a cualquier Estado que no haga lo que él propone, porque sin la participación de las mujeres «un Estado desarrolla sólo la mitad de su potencial», cuando, por el mismo precio y esfuerzo, podría «duplicar sus logros». Platón compara este planteamiento inclusivo e igualitario con la habilidad de las famosas arqueras escitas para disparar flechas tanto con la mano derecha como con la izquierda. Esta ambidestreza resulta crucial cuando se combate con arco o lanza, y añade: «Todos los chicos y chicas deberían aprender a usar ambas manos con la misma habilidad».
Fascinación por las amazonas
El ejemplo de las mujeres escitas, según Platón, demuestra que es posible y beneficioso para un Estado que «en la educación y todo lo demás, las féminas estén en las mismas condiciones que los varones y sigan el mismo modo de vida que ellos». Por tanto, según el filósofo, sería «un error garrafal» que una sociedad «negase a las mujeres ese tipo de relación con los hombres».
Los griegos elaboraban relatos imaginarios basados en hechos reales para crear ese mundo poblado por amazonas, un mundo
que nos sigue cautivando. Se sentían atraídos por las amazonas, tan distintas a sus madres, tías, hermanas, esposas e hijas. Es posible que la idea de que las mujeres pudieran ser realmente iguales a los hombres les resultase perturbadora, pero también era algo que les gustaba plantear en sus mitos, arte, teatro y filosofía. Además, los ideales democráticos igualitarios nacieron en la antigua Atenas y muchos populares dramas griegos mostraban a mujeres fuertes e independientes. Esta infinidad de mitos existentes sobre las amazonas ofreció a griegos y griegas una forma de imaginar la igualdad entre sexos.
¿Por qué nos siguen fascinando las amazonas? La eterna lucha en busca de la armonía y el equilibrio entre hombres y mujeres parece constituir el núcleo esencial de la mayoría de historias sobre las amazonas. Se trata de un conflicto atemporal y universal. Para los griegos y otras culturas, los mitos protagonizados por amazonas, de los que ahora tenemos evidencias históricas, fueron un inmenso tesoro de relatos apasionantes sobre mujeres y hombres iguales entre sí. Esos relatos nos siguen sugiriendo que es posible alcanzar relaciones de género igualitarias. Si pudo suceder en el pasado, no debería resultarnos imposible ahora.