EL DESPERTADOR DE LOS MONJES
En el siglo XII, los documentos hacen referencia a monjes a los que estaba encomendado «regular» relojes de agua. Se cree que por entonces existían sistemas que permitían programar la hora a la que sonaría la campana para despertar a los monjes y realizar el primer oficio del día.
a práctica de los oficios nocturnos planteaba a los monjes el problema de despertarse en plena madrugada. La Regla del Maestro, del siglo VI, incluía el cargo de vigigallus, que desempeñaban dos monjes (por si uno se dormía) obligados a velar durante la noche. Para saber el momento exacto en que se debía despertar a toda la comunidad se observaban los astros o se usaban relojes de agua.
Relojes que se ajustan
Frente a estos métodos un tanto precarios, en los siglos XI y XII los monjes, con el afán de respetar escrupulosamente el horario de las plegarias, recurrieron a un reloj de agua más evolucionado, con un mecanismo de aviso. Aunque no se conserva ningún ejemplar, numerosos documentos monásticos aluden a la existencia de relojes regulados para que sonaran a la hora deseada. Por ejemplo, hacia el año 1100, consta que el sacristán del monasterio alemán de Garsten o Göttweig debía regular el reloj antes de irse a dormir y cuando éste «caía» (en referencia al contrapeso que caía como efecto del vertido del agua), él se levantaba, observaba el cielo para verificar que la hora era correcta y entonces despertaba a los demás monjes haciendo sonar la campana.
También consta que posteriormente hubo relojes conectados directamente a una campana.
A principios del siglo XIII, un monje premonstratense de Colonia estaba especializado en regular y reparar los relojes de los monasterios de su zona. En 1268, la regla de la abadía belga de Villers adjudicaba al sacristán esta tarea: «Regularás cuidadosamente el reloj después de completas [el último oficio de la jornada], y entonces podrás irte a dormir tranqmuiilamente». Como ha señalado el historiador David S. Landes en su estudio Revolución en el tiempo: el reloj y la formación del mundo moderno, los monjes medievales prepararon el terreno para la aparición de los primeros relojes mecánicos (ya no relojes de agua) desde finales del siglo XIII.