Historia National Geographic

Revolución y Terror

Un año bastó para que la ilusión desatada por la toma de la Bastilla derivase hacia un enfrentami­ento civil que tomaría la forma del Terror

- JOSÉ ENRIQUE RUIZ-DOMÈNEC EDITOR DE HISTORIA NATIONAL GEOGRAPHIC

En pocos años, la Revolución derivó en un régimen terrible y una guerra civil.

FueFue el mejor día de nuestras vidas», dijeron los asistentes a la fiesta del 14 de julio de 1790, primer aniversari­o de la toma de la Bastilla, día de la Federación. Se abrieron los jardines botánicos y se improvisó la nación que había surgido triunfante un año antes al calor de la toma de la Bastilla, «el día de gloria» mencionado en La Marsellesa.

La bandera tricolor ondeaba por todas partes y los federados se sintieron partícipes de esa «boda de Francia con Francia», que dijo años más tarde el gran historiado­r Jules Michelet al rememorar este momento. Las ceremonias en el Campo de Marte (donde hoy se puede ver la Torre Eiffel, que entonces no estaba) tenían la intención de seguir honrando el espíritu de la libertad, la igualdad y la fraternida­d en medio del candor y la credulidad de la inmensa mayoría de quienes se habían congregado allí enarboland­o banderas y dando vivas a los que iban apareciend­o en una lenta comitiva, en la que era fácil divisar a Talleyrand con la mitra, apoyándose en el báculo para vencer su cojera, o a Lafayette subido a su corcel blanco saludando a todos y a ninguno.

Silencio. Toca la orquesta orquesta de más de doscientos instrument­os. Se impone la fiesta ante la mirada aviesa de unos pocos cuya fuerza descansaba en los juramentos de conducir la revolución a la violencia callejera.

Luego, con la muerte de Mirabeau en la primavera de 1791 y la incontinen­cia en las polémicas en el seno de la Asamblea, la unidad revolucion­aria se rompió en mil pedazos. Cada uno iba a lo suyo en la celebració­n del segundo aniversari­o de la toma de la Bastilla. Una situación que se comprobó en la manifestac­ión convocada tres días después, el 17 de julio, también ante el «altar de la patria» del Campo de Marte para ajustar cuentas con los pusilánime­s, los prudentes, los moderados. No habían llegado aún todos los manifestan­tes cuando los agentes del orden descubrier­on a dos individuos agazapados bajo el altar con intencione­s delictivas: estaban allí para realizar un atentado. Fueron ahorcados sin juicio previo.

Cambio de táctica

Esta vez Lafayette convenció al alcalde de París, Bailly, para que declarara la ley marcial. No pudo evitar la peligrosa deriva en la que estaba cayendo la Revolución, a juicio de Talleyrand que miraba entre visillos a la multitud de más de cincuenta mil manifestan­tes lanzando piedras contra los guardias nacionales. Un viajero prusiano, JeanBaptis­te Cloots, contemplab­a la escena como una muestra de la embriaguez de una sociedad convencida de jugar un papel en la historia entre los griegos y los romanos. Las calles se llenaron de música, aplausos, gritos de entusiasmo, pero también de redobles de tambor y de disparos de

Marginaron a los girondinos, para luego llevarlos a la guillotina; y, ya puestos, también a todos los aristócrat­as, a los burgueses...

fusiles. Bien visto, era una anticipaci­ón de los sucesos de junio de 1793, cuando el Terror se situó en el orden del día gracias a un montañismo militante entre las masas que primero marginaron a los girondinos, para luego llevarlos a la guillotina; y, ya puestos, también a todos los aristócrat­as, a los burgueses, vamos, a quienes no sentían el ardor revolucion­ario. El Terror había había creado dos expresione­s, el gesto hosco del terroriste y la mirada sinuosa de los líderes como Robespierr­e.

De la fiesta de julio de 1790 al Terror de junio de 1793 sólo hubo un cambio de táctica. La revolución había acabado. Lo que siguió fue el sonido de las armas y luego, el de las tropas de Napoleón.

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 ??  ?? LA FIESTA de la Federación en 1790, por Charles Thévenin. A la izquierda, el Altar de la Patria; a la derecha, Lafayette sube los escalones que llevan al trono de Luis XVI. Museo Carnavalet, París.
LA FIESTA de la Federación en 1790, por Charles Thévenin. A la izquierda, el Altar de la Patria; a la derecha, Lafayette sube los escalones que llevan al trono de Luis XVI. Museo Carnavalet, París.

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