Siluro, símbolo de poder
Entre la gran variedad de peces del Nilo, los antiguos egipcios quedaron fascinados por el siluro o pez gato, que se convirtió en un símbolo de poder y de fertilidad
El pez gato se convirtió en emblema de poder y fertilidad en el antiguo Egipto.
AlosAlos antiguos egipcios les llamó la atención un pez de agua dulce de costumbres mayoritariamente nocturnas que habitaba en el fondo lodoso del Nilo. No es de extrañar, puesto que el aspecto del siluro, llamado de forma común «pez gato», es realmente insólito. Este animal, que pertenece al orden de los siluriformes, puede llegar a alcanzar algo más de 1,20 metros de longitud y está dotado de unos sensibles tentáculos o barbillas que sobresalen de su cabeza y recuer-dan recuer-dan a los de un gato, cuya función es la de detectar el movimiento y la situación de las presas.
El siluro o schilbe es un depredador voraz, agresivo y resistente que puede vivir en aguas con carencia de oxígeno y hasta desplazarse para respirar aire de la superficie si es necesario. Incluso es capaz de deslizarse fuera del agua si tiene que encontrar un lugar más idóneo para vivir. El siluro produce descargas eléctricas de notable potencia, ya sea para capturar una presa o para defenderse cuando se siente amenazado, por ejemplo, por pescadores humanos. Algunos ejemplares, como el Malapterurus elecricus y el schilbe, emiten esta descarga gracias a un músculo pectoral que rodea casi todo su cuerpo y con el que pueden llegar a generar de 200 a 400 voltios. Estas descargas provocan aturdimiento en sus presas y un fuerte dolor en los seres humanos que las reciben.
Pez con superpoderes
Observando todas estas características, los egipcios pensaron que el siluro contaba con unos «poderes» superiores a los de otros peces, lo que los llevó a incluirlo en su panteón de genios divinos. Esta posición de privilegio del pez gato se constata desde los períodos más remotos de la historia egipcia.
Ya Narmer, el faraón que hacia 3100 a.C. consolidó la unificación del norte y el sur del país y fundó la llamada dinastía I, escogió a este animal para representar su nombre, que significa «el gran [mr] siluro [nr]»; el pez aparece representado en la parte superior de su famosa paleta ceremonial. Puesto que los egipcios no escogían su patronímico al azar, y teniendo en cuenta que habitualmente preferían relacionarse con animales que tenían propiedades extraordinarias, no es extraño que el rey deseara tener las capacidades del pez gato multiplicadas para aumentar su poder, su fuerza y su protección.
El pez gato fue representado a menudo, menudo, sobre todo en mastabas del Reino Antiguo de la necrópolis de
Saqqara, y siempre puede diferenciarse diferenciarse sin dificultad de los otros peces representados. Unas veces lo vemos nadando bajo los frágiles esquifes de papiro y otras en escenas de pesca, lo que indica que también sirvió para alimentarse y que su carne era preciada, quizá por tener un sabor dulzón.
En la mastaba del juez y visir Kagemni, datada en la dinastía V y ubicada en Saqqara, aparece una escena de pesca en la que los hombres se encuentran de pie sobre sencillos esquifes de papiro, tratando de capturar diversos peces, entre ellos un pez gato. El pescador sujeta con la mano un sedal con un anzuelo quíntuple que un pez gato está apunto de morder. Sin embargo, en la mastaba de Irukaptah –un portador de libaciones y carnicero de la comida de un rey de finales de la dinastía V– y en la de Mereruka –un personaje que fue juez y visir bajo el reinado de Teti I, en la dinastía VI– los peces gato son atrapados con una red.
Algunos ejemplares de siluro, como el Synodontis betensoda, se vincularon a la maternidad, a la infancia y a la fertilidad, y por ello se elaboraron figurillas con su imagen para decorar frascos de cosméticos o como colgantes para las adolescentes. Tal vez una figurita como éstas era la joya que se menciona en un antiguo cuento en el que el rey Esnofru, acompañado por unas jóvenes, sale a navegar. Una de ellas pierde su colgante, en forma de pez gato, pero gracias a la intervención de un mago el agua se pliega para que ella pueda recoger su amuleto protector del lecho del río.
En otro cuento, la Historia de los dos hermanos, el siluro también se asocia a la fertilidad aunque de un modo muy distinto. Acusado de violación por su cuñada, un joven decide demostrar su inocencia a su hermano mayor cortándose el pene y tirándolo al agua, donde un siluro se lo traga.