El retablo de San Miguel
El flamenco Juan de Flandes, uno de los pintores más importantes del Renacimiento español, realizó este espléndido retablo para la catedral de Salamanca
Juan de Flandes realizó esta magnífica tabla para la catedral de Salamanca.
PintorPintor de corte de Isabel la Católica desde 1496, a la muerte de la soberana ocho años más tarde Juan de Flandes debió buscar un nuevo mecenas que le permitiera continuar con su actividad. Se mudó a Salamanca, donde recibió el encargo de pintar un retablo en el estilo del Renacimiento flamenco para el nicho funerario de los hermanos Rodríguez de San Isidro en la catedral de la ciudad castellana, encargo que realizó entre 1506 y 1507.
El retablo lo forman seis paneles. En la parte superior se ve la figura monumental de san Miguel Arcángel, flanqueado por Santiago el Mayor y san Francisco de Asís (quien recibe los estigmas de un serafín alado), mientras que en la base aparece una Piedad con san Pedro (a la izquierda) y san Pablo (a la derecha). El estilo de la pintura da fe de la gran técnica de este pintor formado en la escuela flamenca, así como de su sensibilidad por la luz y el paisaje castellano, que unifica los distintos paneles.
La lucha con el maligno
El centro de la composición lo ocupa el panel de san Miguel. Empuñando la espada divina, el arcángel está a punto de dar el golpe de gracia al demonio, representado a sus pies como un animal rabioso. San Miguel aparece como un caballero medieval alado, con armadura resplandeciente y capa al vuelo. En su pectoral y escudo se refleja, a modo de un espejo, la gran batalla entre los ángeles divinos y los ángeles caídos que estaba desarrollándose frente a él. El paisaje desolado y la ciudad en ruinas remiten a Babilonia, identificada en la Biblia como la ciudad del mal y cuya caída constituye la premonición del Juicio Final. Figuras demoníacas sobrevuelan la ciudad amenazadoramente y los nubarrones en el cielo parecen hacerse eco del conflicto. La batalla entre el Bien y el Mal, tal como se relata en el libro del Apocalipsis, queda resuelta con la victoria de san Miguel Arcángel y el destierro del Maligno y sus huestes.
San Miguel, uno de los tres arcángeles mencionados por su nombre en la Biblia, no sólo es el jefe del ejército celestial y modelo angélico de las virtudes del guerrero espiritual, sino también el protector de la Iglesia y del pueblo elegido en el Antiguo Testamento. Es también el ángel de la muerte: lleva al Cielo el alma de los difuntos que merecen estar allí, y se ocupará de pesar las almas en su balanza durante el Juicio Final. Debido a este carácter múltiple, no es de extrañar que aparezca en la pintura funeraria del Renacimiento y sea la figura principal del retablo.