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Termas: higiene y lujo en Roma

Hace dos mil años, los romanos construyer­on complejos termales a lo largo y ancho de su Imperio. Al principio eran baños sencillos, pero los sucesivos emperadore­s rivalizaro­n en edificar las termas más grandes y más lujosas

- POR PEDRO ÁNGEL FERNÁNDEZ VEGA

Gracias a las mejoras en el abastecimi­ento de agua y la aparición del hipocausto se extendió por Roma una red de baños públicos que en época imperial se convirtier­on en termas cada vez más grandes y lujosas.

LasLas termas surgieron en Roma hace más de dos mil años, como grandes complejos dedicados al culto al cuerpo. En ellas, los cuatro elementos se ponían al servicio de una experienci­a sensorial completa: el agua –de las bañeras a distintas temperatur­as–, el fuego –para caldear y ambientar las salas–, la tierra –desde la sencilla arcilla a los más sofisticad­os mármoles de importació­n– y el aire, que creaba atmósferas embebidas de calor, humedad y de los perfumes de los óleos. Las termas procuraban todo tipo de sensacione­s, táctiles y olfativas. Convertir una necesidad higiénica en un deleite sensual constituye la prueba más tangible del éxito de la civilizaci­ón romana.

Los primeros baños o balnea –en el sentido de una sala o edificio especial– de los que se tiene noticia en Roma se remontan a finales del siglo III a.C. Los precedente­s habría que buscarlos en la cultura helénica y de modo directo en las antiguas colonias griegas del sur, cerca de Nápoles. Precisamen­te en esa zona Publio Cornelio Escipión el Africano, el hombre que en plena gloria fue criticado por sus costumbres griegas y por frecuentar las palestras, poseía una villa en la localidad de Literno, donde murió en el destierro. Allí se podía ver, todavía en época de Séneca, más de dos siglos y medio después, su baño oscuro y estrecho. Entonces las salas de baño se caldeaban con braseros.

El desarrollo de los baños en Roma corrió en paralelo a las mejoras en el abastecimi­ento de agua, gracias especialme­nte a la construcci­ón de grandes acueductos desde finales del siglo IV a.C. hasta la época imperial. Pero más importante aún fue una innovación clave: el hipocausto, un eficiente dispositiv­o para transmitir calor a través de suelos radiantes y paredes con cámaras de calor. Consistía en un falso suelo elevado sobre columnilla­s de ladrillo, en el que se apoyaban grandes tejas planas y cuadradas de sesenta centímetro­s de ancho. Sobre ellas se disponía una capa de mortero (opus signinum) para impermeabi­lizar el pavimento y evitar filtracion­es de agua. Los esclavos alimentaba­n el fuego de un horno a nivel

de suelo, rehundido, y con frecuencia en un espacio subterráne­o, de donde provenía el calor que circulaba por el falso suelo y ascendía por conductos verticales de ladrillo (tubuli) para caldear suelo y paredes. La otra clave de la eficiencia del sistema era el uso de ladrillo, un material refractari­o que absorbe todo el calor y lo libera lentamente, incluso durante horas después de apagar el fuego.

El innovador hipocausto

En una gran caldera de bronce colocada sobre la boca del horno se calentaba el agua que luego era conducida a la estancia principal de los baños, el caldarium, la sala del baño caliente, donde se cree que el agua podía alcanzar casi los 40 grados. La estancia consistía en una gran cubeta de agua cuyo suelo se recalentab­a junto al techo del horno, encima de la entrada del calor sobre el hipocausto.

El caldarium era normalment­e la tercera sala que se visitaba en las termas. La primera, el apodyteriu­m, era de hecho un vestuario para dejar la ropa y las pertenenci­as, que, además de bancos, pudo disponer de casilleros. La segunda sala del circuito era el tepidarium, una sala templada que permitía efectuar una adaptación térmica antes de

UN HORNO PROYECTABA TODO EL CALOR QUE CIRCULABA POR UN FALSO SUELO Y ASCENDÍA POR CONDUCTOS VERTICALES DE LADRILLO PARA CALDEAR PAVIMENTOS Y PAREDES

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LETRINAS PÚBLICAS EN LA CIUDAD DE ÉFESO, EN LA ACTUAL TURQUÍA. ORIGINALME­NTE LAS LETRINAS DOMÉSTICAS (O LAVATRINAS, SEGÚN VARRÓN) CONTENÍAN UN ESPACIO PARA LAVARSE.
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ALAMY / ACI

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