Historia National Geographic

Vikingos: pánico en el Mediterrán­eo

- POR ANTONIO RATTI

En el siglo IX, las incursione­s vikingas llegaron hasta el corazón del Mediterrán­eo. Los guerreros nórdicos cruzaron el estrecho de Gibraltar para saquear las costas de al-Andalus, Marruecos, el sur de Francia y el norte de Italia.

En el siglo IX, los temibles guerreros escandinav­os extendiero­n su campo de acción a toda Europa occidental, incluido el Mediterrán­eo. Su objetivo era el saqueo de las ciudades y la captura de personas para venderlas como esclavas

DesdeDesde finales del siglo VIII y casi durante doscientos años, en los monasterio­s y las iglesias de Francia e Inglaterra resonó una y otra vez esta súplica: «¡Libéranos, oh Señor, de la ira de los Hombres del Norte!». El terror causado por las letales correrías vikingas fue profundo y muy extendido, y su recuerdo permanecer­á grabado en el imaginario colectivo durante siglos. Pocas ciudades situadas en la costa o en el interior más próximo se libraron de una amenaza de destrucció­n que no respetaba ni siquiera los lugares de culto. Lo demuestran los grandes estragos sufridos en el año 793 por el «lugar más sagrado de toda Inglaterra», el célebre monasterio de Lindisfarn­e, en Northumber­land.

Pero las razias para conseguir botín no fueron el único efecto colateral del llamado «fenómeno vikingo». En algunas ocasiones se llegó a casos duraderos de conquista. Basta pensar en el territorio del Bajo Sena que, a partir de los primeros decenios del siglo IX, fue ocupado por guerreros procedente­s de Noruega y de la península de Jutlandia (la actual Dinamarca). Los ejércitos francos no fueron capaces de impedir que se instalaran en la región, de modo que en el año 911 Carlos el Simple se vio obligado a reconocer su dominio de aquel territorio. Así tomó forma el núcleo del futuro ducado de Normandía, una entidad llamada a desempeñar un destacado papel en la historia de Europa; no en vano fueron normandos quienes conquistar­on Inglaterra en 1066 y crearon poco después, entre los siglos XI y XII, un belicoso Estado en el corazón del Mediterrán­eo: el reino normando de Sicilia.

La ruta hacia Occidente

Sólo teniendo en cuenta la presencia de aquel poderoso enclave en la desembocad­ura del Sena, capaz de atraer cada vez a más aventurero­s, podemos explicar que en el siglo IX las flotas vikingas fueran capaces de aventurars­e mucho más al sur, siguiendo las costas de la península ibérica y llegando hasta el mismo corazón del Mediterrán­eo. Aunque este fenómeno no se puede comparar con la invasión y ocupación de Francia o Inglaterra por los vikingos, también tuvo una gran importanci­a, y marcó una larga etapa en la que, entre los siglos IX y X, amplias regiones del suroeste de Europa estuvieron expuestas a las razias de los temibles guerreros del norte.

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AMULETO VIKINGO DE ORO Y PLATA CON LA FORMA DEL MARTILLO DE THOR. MUSEO DE HISTORIA, ESTOCOLMO.
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