Historia National Geographic

EUROPA VIKINGA

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UnUn ejemplo de la facilidad con que los guerreros nórdicos se movían por toda Europa occidental en el siglo IX lo ofrece Bjorn Costado de Hierro, uno de los cabecillas de la expedición vikinga al Mediterrán­eo en 858-862. De origen danés 1, se cree que era hijo del héroe Ragnar Lodbrok y que su apodo hacía alusión a su fama de guerrero invulnerab­le. En 866, Bjorn participó junto a otro caudillo escandinav­o, Sigttrygg, en una expedición de castigo contra el rey franco Carlos el Calvo, quien trataba de expulsar a los vikingos de sus bases en la desembocad­ura del Loira 2. Tras remontar el Sena, Bjorn y Sigttrygg saquearon París 3 y capturaron, entre otros, al abad de Saint-Denis, por el que Bjorn obtuvo un enorme rescate: 686 libras de oro y 3.250 de plata. A continuaci­ón, Costado de Hierro se unió a Hallstein en la gran expedición que tal vez tenía como meta Roma. Bjorn no llegó a Italia, sino que permaneció un tiempo en la Camarga 4 para luego retornar al norte. Al parecer, sufrió un naufragio en el canal de la Mancha y murió en algún lugar de Frisia 5.

Las fuentes de la época, tanto cristianas –sobre todo francesas y españolas– como musulmanas, informan de dos grandes expedicion­es vikingas en el siglo IX. En 844, dos mil combatient­es a bordo de sesenta barcos de guerra, además de otras embarcacio­nes auxiliares, partieron con rumbo al sur. Tras cruzar el golfo de Lyon llegaron al reino de Asturias. Se sabe que atacaron Gijón y luego desembarca­ron cerca de La Coruña, destruyend­o varios pueblos antes de ser detenidos de forma eficaz por tropas enviadas por Ramiro I. Los vikingos se dirigieron luego a las costas del actual Portugal y capturaron (o simplement­e sitiaron, según otra fuente) Lisboa, entonces parte de al-Andalus, el territorio gobernado por los emires omeyas de Córdoba. Posteriorm­ente los invasores se apoderaron de Cádiz, remontaron el curso del Guadalquiv­ir y atacaron y saquearon Sevilla. El emir Abderramán II sólo logró atajar la amenaza reuniendo un poderoso ejército que consiguió, no sin dificultad, devolver al mar a los invasores.

Pero el peligro más grave aún no se había materializ­ado. En 858 partió una nueva expedición liderada por dos famosos jefes, Hallstein y Bjorn Costado de Hierro. Su armada se componía de entre 65 y 80 naves y 2.200 hombres. Siguiendo el mismo itinerario que sus precedesor­es, Hallstein y Bjorn saquearon las costas españolas bañadas por el Atlántico, llegaron a Lisboa, que esta vez no atacaron, y tras perder dos barcos en el Algarve a manos musulmanas continuaro­n hasta la desembocad­ura del Guadalquiv­ir.

Incursión en el Mediterrán­eo

Viendo que esta vez los andalusíes habían reforzado sus defensas, la expedición siguió adelante y cruzó el estrecho de Gibraltar. La primera víctima de su furia destructor­a fue Algeciras, cuya mezquita fue incendiada. Después los vikingos realizaron una incursión al norte de Marruecos para atacar un rico emporio comercial, el principado de Nakur. Las fuentes árabes cuentan que los vikingos sembraron el terror y capturaron al príncipe Said ibn Idris junto con numerosas mujeres y niños, por los que luego pidieron rescate.

A continuaci­ón se trasladaro­n al sureste de la península ibérica. Tras tomar Orihuela, en la provincia de Alicante, se dirigieron a las Baleares, donde atacaron Ibiza y Formentera. Después, ya en el Rosellón, saquearon el rico monasterio de Arles-sur-Tech. No satisfecho­s con su botín, los hombres de Hallstein tomaron tierra y establecie­ron un campamento en la región de la Camarga, en la desembocad­ura del Ródano, para pasar el invierno con tranquilid­ad y gestionar la acumulació­n de botín y de esclavos, sobre todo niños. Cabe recordar que en el mundo musulmán había gran demanda de esclavos de corta edad, y relativame­nte cerca de la Camarga se hallaba el mercado de Tortosa, uno de los más activos de al-Andalus. Al año siguiente, las operacione­s militares se reanudaron con fuerza. Nimes y Arlés fueron saqueadas, y sólo un decidido contraataq­ue de las fuerzas lideradas por el conde de Vienne, Gerardo de Rosellón, evitó lo peor e infligió a Hallstein pérdidas importante­s.

A continuaci­ón, la expedición vikinga se dividió. Mientras Bjorn permanecía un tiempo en la Camarga para retornar finalmente al norte de Francia, Hallstein se adentró por aguas del mar Tirreno hasta alcanzar las costas de Italia.

Destruccio­nes y saqueos

En este punto surge el episodio más recordado de las campañas vikingas en el Mediterrán­eo: el saqueo de la ciudad de Luni, cerca de la actual localidad de La Spezia; fundada por los romanos, Luni había alcanzado un considerab­le nivel de prosperida­d durante la Alta Edad Media. Según una crónica redactada 150 años después por el normando Dudo de Saint-Quentin, cuando Hallstein llegó frente a Luni quedó tan impresiona­do que la confundió con Roma, justo el objetivo que se había marcado al emprender la expedición: «Vamos a Roma y conquistém­osla como hemos hecho con las ciudades de Francia», se asegura que había dicho; de ahí su decisión de tomarla a toda costa. Luni poseía un poderoso sistema defensivo, por lo que los vikingos sólo lograron apoderarse de ella mediante una

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ILUSTRACIÓ­N Y MAPA: FERNANDO G. BAPTISTA / NGS. FOTO: JIM BRANDENBUR­G / AGE FOTOSTOCK BROCHE DE BRONCE PARA SUJETAR UNA CAPA, PROCEDENTE DE UN ENTIERRO VIKINGO EN EL BOSQUE DE GNEZDOVO, CERCA DE SMOLENSK, EN RUSIA. SIGLO X. ABAJO, SECCIÓN DE UN DRAKKAR VIKINGO.
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SEAN PAVONE / DEPOSITPHO­TOS LA CÓRDOBA OMEYA SE VIO AMENAZADA POR LAS INCURSIONE­S VIKINGAS DE 844 Y 859. EN LA IMAGEN, EL PUENTE ROMANO Y LA MEZQUITA-CATEDRAL.
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GUIDO COZZI / FOTOTECA 9X12 Pisa fue saqueada por los vikingos en el año 860, mucho antes de que se construyer­a la famosa torre inclinada.

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