Los descubridores del continente helado
Un experto mundial en Leonardo da Vinci relata en primera persona las batallas de historiadores, galeristas y, a veces, falsarios en torno a las obras del genio florentino
FísicoFísico de formación, hace tres décadas que Javier Cacho empezó su labor científica en la Antártida. Y, escritor por vocación, esta obra llega al cabo de varios libros sobre exploraciones polares. Cabría decir que es la historia de un enigma que llevó dos mil años resolver, desde que los geógrafos griegos determinaron que nuestro planeta era esférico y postularon la existencia de una tierra austral que se empezó a buscar con empeño durante la Edad Moderna, en la era de las grandes navegaciones. Marinos como Bernáldez de Quirós, Tasman o el capitán Cook dibujaron el mapa de Australia, Nueva Zelanda y la constelación de islas del sur del Pacífico mientras iban en pos de aquel continente esquivo.
Lo encontró el británico William Smith, el avezado capitán de un mercante que había tenido que apartarse de su ruta al sur del cabo de Hornos, y que al amanecer del 9 de febrero de 1819 anotó en su cuaderno de bitácora: «Se observa tierra o hielo». Cacho traza desde este momento la historia épica de un desvelamiento al que contribuyeron los cazadores de ballenas y focas, como James Weddell, y las expediciones científicas gubernamentales, como las dirigidas por Dumont d’Urville, James Ross o De Gerlache. Este último y sus hombres, atrapados por los hielos, fueron los primeros en pasar una angustiosa noche antártica: el sol se puso el 19 de mayo de 1898 y no volvieron a ver su luz hasta el 22 de julio.
MartinMartin Kemp, uno de los mayores especialistas en Leonardo, narra en este libro la historia de su relación con el genio florentino, punteada por las polémicas que envuelven todo lo relacionado con el artista, en lo que constituye una mirada única tanto sobre los análisis científicos que apoyan las atribuciones de una obra por los estudiosos como sobre la espinosa relación de éstos con el mercado de las obras de arte. Para ello, Kemp nos lleva de la mano por diversas obras de Leonardo, en las que su labor como investigador se mezcla con todo tipo de polémicas.
Así sucede con el robo en 2003 de la Virgen de Buccleuch, una de las dos mejores versiones de La virgen de la rueca, que da pie a dos historias narradas de manera manera detectivesca: la del robo, recuperación y autenticación por Kemp del cuadro sustraído, y la del estudio de ésta y de la otra gran copia, la Virgen de Landsowne: la moderna tecnología que permite ver lo que hay debajo de la pintura permite a Kemp detectar que la mano de Leonardo estuvo detrás de ambas pinturas.
Ofrece también gran interés el capítulo dedicado al Salvator Mundi (el Salvador del Mundo, en referencia a
Jesucristo), que emergió inopinadamente en 2005, después de que un coleccionista la comprara por algo más de 8.000 euros. En 2008, tras su limpieza, Kemp atribuyó el lienzo a Leonardo (aunque al ver una fotografía del cuadro antes de su restauración el personaje le había parecido un «hippie fumado»). El aval de Kemp, sumado al debut público de la obra en una exposición dedicada a Leonardo en la National Gallery Gallery de Londres, elevó la cotización del cuadro hasta los 127,5 millones de dólares que el magnate ruso Dmitry Rybolóvlev pagó a un notorio traficante de obras de arte, y hasta el récord de 450 millones en una subasta de 2017.
Sin duda, un libro tan interesante por lo que dice de Leonardo como por lo que revela del tortuoso mundo del mercado del arte.