Los vasos de oro de Vafio
A finales del siglo XIX, una tumba en Grecia proporcionó piezas espléndidas de una cultura entonces desconocida, la minoica
Dos vasos de oro hallados en una tumba fueron la primera pista de la existencia de la cultura minoica.
EnEn 1888, el profesor griego Christos Tsountas inició la excavación de una tumba en Vafio, a pocos kilómetros de la antigua Esparta. Debido a su tamaño y su notoria posición sobre una colina desde la que se dominaba el fértil valle del río Eurotas, el sepulcro no había pasado desapercibido a los saqueadores, pero, para sorpresa de Tsountas, la fosa donde se hallaba el cadáver seguía intacta. Los enseres que salieron a la luz, fechados hacia 1500 a.C., suponen uno de los mayores descubrimientos de la arqueología egea.
Una tumba micénica
La monumental sepultura corresponde a una tumba de corredor y cámara, tipología que en Grecia se llamó tholos, «colmena», debido a la semejanza de su techumbre con los nidos de las abejas. El pasillo o dromos que conduce al espacio funerario, de 29,80 metros de longitud, es el más largo de cuantos se conocen en su especie y cronología. La cámara funeraria es circular y tiene diez metros de diámetro; el enterramiento era una fosa rectangular tallada en el lecho rocoso, con algo más de dos metros de largo.
En su momento, la cámara estuvo cubierta por una cúpula hecha por aproximación de hiladas de piedra, técnica consistente en colocar las piedras en hiladas concéntricas cuyo diámetro disminuye gradualmente, hasta que la abertura sobre la última hilada se cierra con una única losa. Pero esa cubierta se derrumbó y no se ha conservado.
Su dromos y su cúpula de piedra (extraída de una cantera cercana) son las primeras estructuras de este tipo que se conocen fuera de la región de la Argólida. Allí apareció este tipo de tumbas, en el seno de la cultura micénica. Ésta toma su nombre de la antigua Micenas, cuya ciudadela había sacado a la luz Heinrich Schliemann pocos años antes. De ahí que los estudiosos relacionaran Vafio con Micenas.
De hecho, el tholos de Vafio es muy similar a varias tumbas que se encuentran junto a Micenas y que se asignaron a personajes mitológicos como Egisto, Clitemnestra y Atreo, por lo que no se tardó mucho en atribuir la sepultura de Vafio a Menelao, relacionado
con los anteriores. No obstante, el cauto Tsountas prefirió hablar sólo de un príncipe de Laconia, la antigua región histórica donde se halla el tholos.
Estudios posteriores localizaron en las inmediaciones del tholos un yacimiento de la misma época que la tumba: Paleopyrgi, así como un supuesto palacio de la Edad del Bronce en la cercana colina de Agios Vasileios, lo que contribuyó a ampliar el conocimiento de la región en época micénica. Por otra parte, se ha determinado que el dromos o pasillo se alinea con una cumbre del monte Taigeto en la que hoy se levanta una iglesia dedicada al profeta Elías, y donde se ha supuesto que hubo un santuario que todavía no se ha localizado.
El oro del guerrero
Tsountas no pudo estudiar el esqueleto que se halló dentro de la fosa. Estaba tan deteriorado que ni siquiera
se pudo determinar su sexo, aunque si se tienen en cuenta el tamaño de la oquedad y la gran cantidad de armas que contenía (una espada de bronce, nueve dagas, un par lanzas y otras tantas hachas), cabe suponer que los restos óseos pertenecieron a un varón adulto de complexión fuerte, quizás un guerrero de estatus social elevado.
No sólo aparecieron armas, sino que también se halló uno de los ajuares funerarios más ricos de este período. El conjunto, que hoy en día se expone en el Museo Arqueológico Nacional de Atenas, está constituido por diversos utensilios de alabastro, ámbar, cerámica, cristal de roca, marfil, oro y plata, aparte de una nutrida cantidad de cuentas de amatista, de gemas y de sellos tallados en piedras semipreciosas. Pero hay dos objetos que destacan de entre todos los demás: los llamados vasos de Vafio.
Se trata de dos recipientes de oro, de ocho centímetros de altura y diez de diámetro, provistos de un asa lateral. Por la posición en la que se encontraron, se piensa que durante el sepelio fueron depositados uno en cada mano del fallecido. Ambos vasos presentan una decoración naturalista, en relieve, centrada en grandes bóvidos.
¿Ecos de la Atlántida?
En uno de los relieves, la escena se desarrolla en un paraje arbolado, donde un personaje masculino amarra por la pata trasera derecha a una vaca, tal vez en celo, a fin de atraer la atención de los tres toros que hay a su espalda para que la cubran, o tal vez capturarlos. La escena del otro recipiente es mucho más dinámica, aunque el paisaje está menos trabajado: dos personas son arrolladas por uno de los toros, mien
Tal vez el difunto vino de Creta o fue uno de los conquistadores de la isla
tras que un segundo toro cae apresado en una red tendida entre dos árboles y el tercero huye.
Algunos expertos atribuyen las diferencias de técnica y estilo entre ambos vasos a la mano de dos orfebres distintos, quizás un maestro y su aprendiz. Pero el tipo de imágenes y la técnica de repujado con que se ha realizado la decoración denotan el origen cretense de las piezas, que Tsountas no podía conocer cuando excavó en Vafio porque entonces aún faltaban doce años para que Arthur Evans excavara en Cnossos, en Creta, y sacara a la luz la civilización minoica, en la que el toro desempeñaba un papel importantísimo. Por todo ello, algunos especialistas piensan que los vasos se importaron de Creta, como gran parte de los sellos encontrados en la fosa; es más, puede que el difunto también procediera de allí.
Incluso se ha propuesto que la escena de captura pacífica de los toros con una vaca en celo sería minoica, y la captura violenta sería fruto de un taller micénico, lo que responde a la visión estereotipada que opone un mundo minoico supuestamente pacífico a una sociedad micénica violenta.
En todo caso, los vasos de Vafio ilustran la intensa relación entre ambas culturas a finales del siglo XVI a.C. o comienzos del XV a.C., cuando Creta cayó en poder de los micénicos. ¿Acaso participó el difunto en la conquista y su ajuar formaba parte del botín?
Por último, cabe destacar que el relieve de la cacería con redes entre los árboles coincide asombrosamente con lo escrito por Platón en Critias sobre cómo capturaban los habitantes de la Atlántida a los toros destinados al sacrificio. La contemplación de esta pieza por el arqueólogo Spyridon Marinatos, Marinatos, junto con los resultados de sus excavaciones en la villa de los Lirios de Amnisos, en Creta (destruida por un terremoto y quizás un tsunami posterior), y en el yacimiento de Akrotiri en Thera (sepultado bajo toneladas de piedra pómez), le llevó a sugerir que el continente perdido sería un eco mitificado del mundo minoico, colapsado tras la erupción del volcán de Santorini, hacia 1550 a.C.